-Qué bonito.

-¿De veras te lo parece?

-Sí, es de un aspecto curioso, y parece que le gusta ir a su aire. Me gustan mucho los animales. Incluso la araña que me picó me gustaba.

-La señora Pomfrey nos lo ha contado. Tuviste mucha suerte.

-¿Os lo ha contado? –Luna se alarmó un poco ya que pensó que la enfermera les pudo haber dicho que Draco la sacó del bosque. Disimuló su nerviosa intriga- ¿Y qué os dijo exactamente? Lo pregunto porque aún tengo vagos recuerdos de la tarde.

-Pues, nada, que un miembro de la Brigada Inquisitorial te encontró y tú le pediste ayuda con unas flores y luego te trajo hasta aquí.

-Ah, ¿y qué alumno era? –se hizo la despistada para no levantar sospechas.

-No lo sé. Pero me sorprende que un miembro de la Brigada haya querido hacer algo bueno por un alumno.

En ese momento Luna sintió una sensación de alivio. La chica siguió hablando con Neville sobre muchas cosas. Como tenía su bolso naranja a mano y sus peculiares objetos de la tarde anterior, le enseño un artículo de "El Quisquilloso" para pasar el rato. El artículo hablaba sobre una planta que cambiaba de color según el estado de ánimo de la persona o animal que estuviera en ese momento a lado suyo. Él por su parte le habló de Trevor y dejó que Luna juagara con él, también le habló de su afición a las plantas, en ese tema el chico se sentía a gusto y comenzaba a hablar con más confianza y seguridad con ella. Parecía que ambos se sentían muy a gusto juntos en muy poco tiempo.

Al cabo de un rato Ginny apareció descorriendo la cortina del cubículo:

-Luna, al fin despiertas, ¿cómo te encuentras? –hablo con algo de preocupación.

-Hola, Ginny. Me encuentro algo más despejada –decía sosteniendo a la mascota del chico.

-Me alegro –sonrió-. Siento haber tardado Neville, la señora Pomfrey hoy está muy atareada con varios alumnos. Me ha dicho que para que se te baje la hinchazón del tobillo debes ponerte este ungüento y tomar mucho café para despejarte –le informó entregándole un frasco de color naranja a Luna-. Dice que hasta mañana estarás algo somnolienta, depende de cada persona. Has tenido suerte. ¿Quién iba a pesar que en la Brigada Inquisitorial había alguien amable? –se cruzó de brazos.

-Creo que todo el mundo guarda un lado bueno y otro no tan bueno en su interior –dijo Luna pensando en Draco mientras miraba el frasco.

-No sé...

-Bueno, Lovegood -dijo la enfermera apareciendo desde detrás de la cortina para revisar a la muchacha-, ¿qué tal te encuentras?

-Tengo algo de hambre –decía poniendo un dedo en la barbilla pensativa. A Ginny le hizo gracia.

-Normal mi niña, ahora comerás algo –le sonrió-, pero primero debo informarte de que no puedes apoyar el tobillo, así que, hasta que no se te baje el hinchazón deberás usar una muleta.

-Vaya...

-Dentro de nada volverá a la normalidad, lo que pasa es que ahora no tiene buen color y conviene que esté descansado en alto. No debemos arriesgarnos.

-¿Pero mañana puedo ir a clase?

-Eso depende, hoy es mejor que te quedes aquí.

-Está bien –respondió con un poco de resignación.

-Voy a por tu bandeja de comida –la señora Pomfrey terminó de tomar la temperatura a Luna y se marchó.

-Oye, Luna –dijo Ginny-, si quieres, puedo hablar con alguien de tu casa para que me deje traerte un pijama y algunas cosas que necesites.

-¿De veras? Gracias, Ginny.

-Dime con quién puedo hablar.

-Pues, desde que se formó el E.D. Cho Chang va a hacerme de vez en cuando una visita a mi cuarto. Nos hemos ayudado en algunas cosas, creo que no le importará hace ese favor....

-Ah –dijo un poco seria-, ¿y no hay más gente a quien pedírselo?

-Bueno, también a una chica que duerme conmigo, se llama Fiona.

-Ah, sí, ya sé a quién te refieres, coincidimos en algunas clases, ¿verdad?

-Sí –asintió.

-Bueno, pues iré a hablar con ella. Tú procura descansar el tobillo.

-De verdad que te lo agradezco mucho, Ginny.

-¿Para qué están las amigas? –sonrió levemente la pelirroja-. Neville, ¿tú que vas a hacer?

-Bueno, yo supongo que me iré al invernadero o un rato a estudiar –dijo levantándose de la butaca algo apresurado y tímido-. Que descanses, Luna.

-Nos vemos, Neville, me ha gustado hablar esta tarde contigo –dijo otorgándole una hermosa sonrisa.

Ginny miró al chico de reojo y vio como su cara se empezaba a teñir de un rojo más intenso.

-Y a mí también.

-Luego vengo, Luna –dijo Ginny saliendo junto a Neville.

-Vale, ¡Ah! Y gracias por las flores –dijo la rubia cuando los chicos ya estaban algo lejos para entender lo que había dicho.

Al cabo de un rato pudo disfrutar de una suculenta comida y seguir descansando.

Esa tarde en la enfermería le pareció muy amena al lado del tímido chico Gryffindor, esperaba seguir hablando con él de cosas interesantes, aunque ella siempre fuera la que terminara acaparando toda la conversación y él se quedara observándola atento a sus palabras. Se sintió a gusto, como si disfrutara de la compañía de un amigo, y a lo mejor era eso lo que había conseguido. Sí, sentía que le iba a gustar ser amiga de Neville .

Mientras, no paraba preguntarse si cierto chico de ojos plateados con el que había soñado esa noche iba aparecer en algún momento. Sabía que seguramente no lo haría, pero le gustaba pensar que sí, al igual que la gustaba recordar que se preocupó por ella la tarde anterior y se acurrucó entre sus brazos somnolienta.

Continuará

Secretos en la lunaWhere stories live. Discover now