Capítulo 2

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☆☆Buscando☆☆

En otro lado del castillo, Luna salía del despacho de McGonagall muy contenta de que le hubiera dado tiempo a entregarle el trabajo y de que se lo corrigiera en ese momento. Había aprobado con una "S" (Supera las expectativas) y se dirigía al séptimo piso para la clase del E.D. Por el camino se encontró con Ginny:

—Hola, Luna.

—Hola, Ginny. ¿No te parece que hace muy buen día?

—Sí, sería un gran día para ir de compras a Hogsmeade, el sábado perfecto... Lástima que hayan suspendido la salida de hoy... ¿Vas al séptimo piso?

—Sí.

—Oye, quería pedirte un favor.

—Claro, ¿qué pasa?

—No, nada, era que si podrías prestarme tus apuntes de Historia de la Magia, te los devuelvo mañana. Quiero comprobar si me faltan cosas que pulir para el examen. Me he dado cuenta de que me falta la mitad de un tema.

—Sin problema -le contesto la rubia mientras rebuscaba en su gran bolso-... Vaya... -entre el montón de objetos empezó a echar en falta el más importante- ¡Oh, no!

— ¿Qué sucede?

—Mi diario, ¡no está!

—¿Qué es? ¿Una agenda?

—No, mi diario secreto. Recuerdo que esta mañana lo tenía, me lo habré dejado en la biblioteca...

—Vale, tranquila, te ayudaré a buscarlo –era la primera vez que Ginny veía a la joven Ravenclaw tan alarmada-. Vamos a la biblioteca, todavía queda mucho hasta la clase del E.D.

En ese mismo instante, Harry, Hermione y Ron casi se meten en un duelo de no ser por la bibliotecaria que echó a Crabbe y a Goyle enseguida porque no permitía el mayor siseo. También Harry decidió marcharse e intentar ignorar lo ocurrido.

—Menudos están hechos ese par de ogros imbéciles –resopló Ron de mal humor.

Al llegar a la sala de los menesteres, Harry quería repartir unas copias de un libro muy bueno que había encontrado en la biblioteca sobre Defensa Contra las Artes Oscuras, supuso que era el único que Umbridge había pasado por alto a la hora de confiscar libros que pudieran resultar "peligrosos" en su enseñanza. Se dio cuenta de que el diario de Luna no estaba.

—¿Hermione, te guardaste tú el diario al final?

— ¿El diario de Luna? No, vi que te lo guardaste tú en la mochila.

—No, no está.

—Ron, ¿no lo habrás cogido tú? -se giró la castaña al chico con tono de sospecha.

—No, no me mires así –respondió este frunciendo el ceño ofendido.

—Tú eras el único que tenía ganas de leerlo -le recordó la chica cruzándose de brazos.

— ¡Que yo no lo tengo! ¡Soy inocente!

— ¡Genial! ¿Y ahora cómo le explicamos a Luna que hemos perdido un objeto tan personal para ella? -dijo Hermione muy preocupada.

—Vamos a buscarlo a la biblioteca –propuso Harry-, a lo mejor se me cayó con todo el jaleo de Crabbe y Goyle.

—Está bien –respondió el pelirrojo–. Venga, Hermione, tranquilízate.

— ¿Ahora con qué cara nos presentamos ante Luna y le decimos que hemos perdido su diario? -la castaña se preocupaba más y más.

— ¿No has oído que vamos a buscarlo? Además, si te pones a pensar, es culpa suya porque ella lo perdió primero -reflexionó Ron dándole unas palmaditas en el hombro a su alterada amiga.

— ¡Cállate ya!

—Callad los dos y vamos, no sea que lo coja otra persona –ordenó Harry con calma dando por zanjada la conversación.

***

Ginny y Luna llegaron a la biblioteca que en ese momento ya estaba casi vacía.

—Gracias por ayudarme a buscar, Ginny.

—Vamos, no hay de qué –se encogió de hombros la pequeña de los Weasley-. Repasemos, Luna, ¿dónde estabas sentada?

—En la mesa de la esquina –señaló la muchacha.

Ambas se pusieron a buscar por todos los rincones. Pasado un momento llegó el trío dorado:

—Hola chicos -saludo la Ravenclaw un poco aliviada al verlos-. ¿No habréis visto antes si me dejaba un librito marrón y dorado al irme verdad? Es mi diario.

—Si Luna, lo encontramos -contestó Harry entristecido-. Ibamos a devolvértelo en cuanto llegaras a la clase, pero lamentablemente lo hemos vuelto a perder por que tuvimos un revuelo en la biblioteca con Crabbe y Goyle.

—-Oh, vaya...-musitó Luna- No pasa nada –dijo tomando aire.

—Te ayudaremos a buscar -dijo Hermione con decisión.

—Gracias –ese gesto sorprendió bastante a la joven Lovegood, puesto que Hermione Granger no repara en ella demasiado y nunca mostraba otra cosa que no fuera un sentimiento de nerviosismo, extrañeza e indiferencia hacia ella.

Los cinco estuvieron un buen rato buscando, preguntando a los pocos que había allí que si habían visto un librito marrón y dorado donde ponía, "Diario L.L" pero nadie en la biblioteca pareció haber visto nada. Ni siquiera la señora Pince, a la que nada se le solía escapar. En esos momentos Luna ya no se encontraba tan alterada como al principio, pasó a un estado de tristeza que disimulaba muy bien.

—Sospecho que los Nargles están enfadados conmigo por intentar ahuyentarlos con mis amuletos, y por eso me han quitado el diario... -dijo buscando cualquier posibilidad, pensativa con un dedo en la barbilla.

—Seguro -dijo Ron en tono de mofa, consiguiendo que su hermana le diera un codazo en el estómago.

—Bueno, nosotros tenemos que irnos –dijo Harry-, los demás ya llevarán un rato esperándonos.

—Tranquilos, yo voy luego.

-—Está bien, nos vemos -se despidió Ginny.

—Suerte en la búsqueda, Luna –insistió Harry.

—Gracias por todo chicos.

La Ravenclaw se quedó sola y apesadumbrada, se sentó en la mesa donde había estado tan solo una hora antes y pensó en ir a buscar a un Nargle y explicarle que necesitaba su diario.

—Lo siento mamá, pero tranquila... Lo encontraré.

Continuará

Secretos en la lunaWhere stories live. Discover now