Muñecos

3.9K 336 94
                                    

♥♥♥♥♥♥♥

En una casa bastante lujosa, vivía una pequeña y adorable niña llamada Gou, quien tenía una gran pasión por los juguetes, ya sean peluches, muñecas, trenes, o autos de carrera, todos le fascinaban. Pero entre todos sus preciados tesoros, tenía uno en especial. Una pequeña muñeca de porcelana, a quien la había nombrado Rin. Aquella muñeca en realidad era un príncipe que llegó por error cuando la niña había pedido una princesa por envío. Pero ésto no le importó, se encargó de vestirlo con bellos vestidos de seda y de decorar su hermoso cabello rojo con lazos. Jugaba con él como si fuera una princesa. 

Aún así, esa "princesa" necesitaba una pareja. Por lo que la pequeña Gou había conseguido un príncipe al quien llamó Haruka. Tenía los ojos azules intensos y el pelo negro azabache. Aquél príncipe conquistó el corazón de Rin desde el primer día en el que llegó. Su momento favorito del día, era cuando la niña jugaba con ambos haciendo que vivan románticas aventuras juntos, terminando siempre con un cursi beso. 

 Pero lo que la pequeña pelirroja no sabía, era que todos sus muñecos cobraban vida al caer la noche. Ellos podían pensar y sentir en todo momento, pero no lograban moverse de día. Por eso, cuando Gou se iba a dormir, todos los muñecos aprovechaban la ocasión para charlar entre sí y jugar un poco, siempre sin hacer mucho ruido. Desde que Haruka había llegado, Rin no participaba en ninguna de las cosas que hacían sus amigos. Sólo se limitaba a quedarse quieto en su lugar, observándolo. Tenía demasiada vergüenza como para ir a hablarle. Por otro lado, el príncipe tampoco se movía. No porque no pudiera, si no porque no quería. Pasaba toda la noche sentado en su estante con una inexpresiva mirada. 

Una de esas noches, Rin se armó de valor. Cuando la niña se encontraba profundamente dormida, el pelirrojo aprovechó para salir de la cama, ya que al ser el consentido, siempre dormía junto con su dueña. Fue dando pequeños y silenciosos pasos, tratando de no ser visto por Haruka ni por sus amigos. Con mucho esfuerzo y con la ayuda de una pila de libros bastante alta, logró subir hacía el estante en donde se encontraba su amado príncipe. 

No podía dejar de mirarlo. Era realmente guapo y perfecto, su pelo, sus ojos, su nariz, todo en él le fascinaba. Podía quedarse viéndole a escondidas para siempre. De repente, el muñeco volteó la cabeza, mirando al pelirrojo, haciendo que éste entrara en pánico al saber que había reconocido su presencia. 

- ¿Princesa Rin?- dijo Haruka sorprendido. 

- Yo...- el pelirrojo no sabía dónde meterse, pero no debía darse por vencido, tenía que, por lo menos, establecer una pequeña conversación y todo habría valido la pena.- Yo no soy una princesa, tengo nombre y ropa de chica, ¡pero definitivamente soy un chico! 

- Oh, yo también tengo nombre de chica. ¿Viniste a verme? 

Rin no respondió, sólo se limitó a mirar hacia abajo avergonzado. Luego de varios segundos que parecieron eternos, Haruka habló. 

- ... tú me amas, ¿no?

- ¡¿E-Eh?! ¿P-por qué preguntas eso?

- Los demás me dijeron que estamos destinados a estar juntos. 

- Bueno... no es necesario si tú no quieres...

El príncipe se inclinó para besarlo. Rin no podía pensar con claridad. Ya se habían dado besos fogosos anteriormente, pero una cosa era cuando jugaban, y otra muy distinta cuando era a voluntad. Cerró sus ojos para profundizar aquél beso. Las manos de Haruka acariciaban sus mejillas con ternura. Ambos estaban muy enamorados y eso se podía notar a leguas.   

Estuvieron así durante varios minutos, luego, se pusieron a charlar sobre cualquier cosa que se les viniera a la mente, a leer un poco de los libros de cuentos que se encontraban en el estante, y sobretodo a abrazarse y acurrucarse de la forma más cursi posible. Cuando la noche parecía acabar, sabía Rin debía dirigirse hacía la cama de Gou para que ésta no notara su ausencia. Aunque ninguno de los dos quería separarse. 

- Rin...- dijo Haruka un segundo antes de que el pelirrojo bajara, asiendo que éste se volteara. Los ojos azules del morocho se abrieron completamente impactados.- ¡Rin! 

*******

Al día siguiente, la pequeña pelirroja no dejaba de llorar desde que se había levantado. Su madre trataba de tranquilizarla trayéndole una caja repleta de hermosas y caras muñecas. Pero la niña no paraba de llenar con lágrimas los restos de porcelana de su amada muñeca. 

♥♥♥♥♥♥♥

  

For the love (Harurin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora