Capítulo 1

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El tiempo era una locura. Alguien ahí tenía que haber mezclado las tarjetas en el calendario porque 34 grados en Nueva York en una tarde de Junio no era lo que cualquiera consideraría normal. La ciudad irradiaba calor como un horno y Kurt maldecía entre dientes, sintiendo como su camisa se pegaba a su espalda sudorosa mientras se dirigía a su usual cita de los domingos por la tarde con sus dos mejores amigos. Al menos, no era necesario que fuera al teatro hoy. No quería ni pensar en lo insoportable que debió haber sido el calor al mediodía.

Llegó a la puerta de su cafetería-bar favorito y suspiró con alivio cuando el aire acondicionado lo golpeó. Fresco pero no helado –una razón más para que le agradara el lugar; además del hecho de que estaba muy cerca de su apartamento, y servían tanto un excelente café como licores de calidad. Esto último era de suma importancia, tomando en cuenta la diversidad en sus hábitos de bebida.

Tan pronto como se dirigió hacia la mesa de siempre, un grito fuerte lo recibió, haciendo que otros clientes lo miraran con curiosidad. El barista ni siquiera parpadeó, perfectamente acostumbrado a las travesuras de Sebastian después de tres años de reunirse ahí.

— Sólo veinticinco minutos tarde hoy, muñeca. ¡No está mal! —El hombre alto y delgado, tumbado cómodamente en una silla lujosa levantó su vaso de whiskey -siempre whiskey, el mejor del bar- y sonrió ampliamente.

Kurt rodó los ojos.— Cállate, Seb. Tuve una idea, tenía que tomar notas.

— ¿Otra más? Espero que un día no te quedes sin espacio en esa hermosa cabeza tuya por todas tus ideas. ¿Lo de siempre? —preguntó Sebastian, levantándose y estirándose, dejando al descubierto una franja de vientre plano debajo de la playera azul marino. Kurt negó con la cabeza.

— No con este clima; tomaré un frappé. ¿Dónde está Coop? —Una taza de café medio llena estaba abandonada sobre la mesa, por lo que el último miembro del trío debía estar ahí en algún momento.

Sebastian señaló hacia la puerta del bar mientras caminaba hacia el mostrador. Esta noche era su turno de comprar las bebidas.

— Recibió una llamada de su hermano. —Hizo una mueca como si estuviera estreñido y huyó hacia afuera.

Como si lo invocara, un hombre guapo con un teléfono presionado en su oreja pasó a través de la puerta de cristal, se dio la vuelta y caminó en dirección opuesta, hablando y gesticulando todo el tiempo. Kurt se instaló en el enorme sillón que siempre dejaban para él y se enfocó en enfríar su cerebro después de la corta caminata.

Apenas le había dado un sorbo a su café cuando Cooper regresó con el cabello desordenado -Kurt sabía que era por estar pasándose los dedos- y con los ojos azules echando chispas.

— Seb, necesito un trago, —Se dejó caer en su silla y alejó su café con disgusto.— Espera, que sea doble.

Sebastian chilló de alegría y se levantó con gracia otra vez.— Finalmente uno de ustedes va a beber conmigo. ¿Vodka con coca de nuevo, o puedo tentarte con un licor fino por primera vez?

— Lo que sea.

La cabeza de Cooper golpeó contra la mesa y se quedó así hasta que un vaso con una generosa cantidad de líquido ámbar fue empujado contra su mano. Sólo entonces levantó la vista y bebió la mitad del whiskey de un sólo trago, antes de explotar en un violento ataque de tos.

Sebastian negó con la cabeza pero no comentó nada hasta que Cooper pudo hablar.

— Entonces dinos, querido amigo, ¿qué te tiene tan molesto? ¿Nuevamente "el papá más estimado"?

Kurt hizo una mueca. Los dos sabían que incluso a los 30, la relación de Cooper con su padre era tensa en el mejor de los casos, así que por lo general se mantenían alejados del tema. Pero la percepción habitual de Seb no le falló. El rostro de Coop enrojeció de ira.

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