— ¿Por qué todo lo que me muestras es malditamente hermoso? —dije alucinada.

Él río y me volteé a mirarlo. Me acerqué al ventanal, sentándome en el espacio de madera que separaba el cristal. Comenzó a sonar una canción, y de pronto sentí una respiración en el lóbulo de mi oreja, luego sentí el mojado impacto de un beso en mi hombro. Cerré los ojos, esperando eso que producía una electricidad en mi piel, me atrapó en sus brazos, rodeándome por la cintura. Los besos incrementaron, desde la clavícula hasta mi cuello. No quería que se detuviera. Me tomó cuidadosamente y me sentí caer en algo blando y suave —su cama—. Se encaramó sobre mi, apartó el cabello que tapaba una parte de mi rostro y juntó sus labios con los míos. No lo detuve, no tenía porqué hacerlo.

—Hueles, uhm increíble. —dijo con voz ronca, acercándose a mi cuello y depositando algunos besos allí. Luego, incorporándose como al principio sentí el cálido impacto de sus labios.

—Tyler —susurré apartando mi cara de la suya.

—No te preocupes, —abrió los ojos, que tenía cerrados, y miró directamente a los míos. —No te haré daño. —dicho esto me besó y yo le seguí.

Sus besos me relajaban, y seguimos así un buen rato hasta que lentamente comenzó a desabrochar mi blusa. Me sentí incomoda y luego pensé que no quería que mi primera vez fuera de está manera, ni tiempo tenía de prepararme.

—No quiero hacerlo. —sentencié firme, alejándome de él y arreglando mi blusa.

— ¿Porqué? —preguntó frustrado, incorporándose para sentarse en la cama.

—Lo siento, pero no puedo. Necesito estar segura para hacer algo así. —respondí evitando el contacto visual.

— ¡No puedes dejarme así! —gruñó tapándose la cara con una sola mano y con la otra mostrándome el visible bulto en sus pantalones. —Maldita sea.

—Perdón. —dije dandole una última mirada para luego abandonar la habitación y dirigirme a la puerta de salida.

— ¡No, agh espera! —escuché a penas su voz y el sonido de sus pasos impactar en el suelo. Ya iba en la salida del apartamento. 

No sabía donde malditas estaba, así que me alejé rápidamente del lugar sin saber a donde me dirigía. Miré hacia atrás y Tyler me había alcanzado. Decidí parar, él era el único que sabía el camino hasta mi casa.

—Eres condenadamente rápida. —dijo tratando de calmar su respiración.

—Lo bueno de dejar el cigarro. —comenté con ironía.

—Te voy a dejar a casa, se lo prometí a Hayley. —dijo, tocándome el hombro y dándome una sonrisa. Me sonroje y asentí. ¿enserio íbamos a hacerlo? Que vergüenza.

Caminamos juntos igual que cuando nos encontramos, en silencio y yo no pensaba romperlo.

—Lamento si te asusté, es muy pronto. Soy un idiota —se pegó en la frente repetidas veces y yo lo frené con una de mis manos. –Parezco tener pinta de malo pero no lo soy, o al menos intento no serlo, te lo juro. —agarró mi mano. —Quiero conocerte como se debe.

—Está bien, —cedí con una sonrisa. —yo también quiero conocerte más a fondo —dije imitando el tono de sus palabras anteriores.

—No se nos dio la oportunidad de conocernos antes. —río mientras de rascaba la nuca.

—Pero ahora si. —le di un corto abrazo. —Ahora llévame a mi casa, mi mamá ha de matarme si me retraso más.

Él sonrío y salió corriendo, me quejé pero le seguí, mientras reía.

***

—Gracias por traerme.

—No hay de que. —besó mi frente. —Nos vemos.

Se alejó haciendo un signo de paz con la mano que correspondí con una sonrisa. Mi casa estaba oscura, así que me imaginé que todos estarían dormidos.

—Adivina quien vino a verte. —me espanté y dejé caer las llaves al suelo, miré a todos lados y de repente la luz se encendió mostrándome a mi hermano en piyama.

—Me asustaste pringao. —dije con el corazón en la garganta y recogiendo las llaves. — ¿Quién dices? —pregunté mientras me dirigía a la cocina por un vaso de agua para calmarme.

—Nada más y nada menos que Luke Hemmings. —pronunció, cruzándose de brazos.

Mi corazón empezó a latir fuertemente y dejé caer el vaso de agua que sostenía en mi mano. Miré fijamente a mi hermano. ¿Él había vuelto?

— ¿Donde está?—comencé a sentirme inquieta.

—Lo he mandado a la punta del cerro —apretó la mandíbula. —Es él quien te tiene así, ¿no?  desde que me contaste de su ruptura se me calienta la sangre con tan solo recordar lo que te hizo. —la mirada penetrante de mi hermano hizo que se pusieran los pelos de punta, creo que incluso él lo odia más que yo.

—Olvídalo, eso ya pertenece al pasado, —mentí, recogiendo los trozos de cristal roto que estaban esparcidos por el suelo. — ¿Dio alguna explicación?.

  La verdad es que aún me dolía, no me juzguen, no se olvida tan fácilmente el engaño de una pareja, más aun por haber creído en sus mentiras. Seria difícil volver a enfrentarlo como la ultima vez en el aeropuerto, tampoco tengo la obligación de hacerlo aunque en lo más profundo de mi a un lo quiero.


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Sólo cuéntame » luke hemmings {en edición}Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum