Prólogo.

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Caitlyn Jensen, una adolescente de 18 años, no popular, pero tampoco desapercibida. Sus blusas holgadas, piercing en la nariz la hacían tener esa imagen de chica ruda, pero en realidad no mataba ni a una mosca. Era una persona muy sensible y amorosa. Una chica "bien" para el mundo, pero estaba incitada por su mejor amiga Hayley Brooks.

Se adentró en las drogas hace 2 años junto a su mejor amigo Luke y su mejor amiga Hayley en un intento de encajar y ser populares. No sabían que esa decisión después afectaría íntegramente en sus vidas.

Caitlyn pensó alguna vez en abandonar a su grupo de amigos porque estaba afectando su integridad, por los malos comentarios o chismes con los que se encontraba cada día.

También, junto con ellos, traficaban marihuana a chicos de la escuela, incluso llegando a tener clientes estrella; lo cual les hacia ganar mucho dinero. Pero después de un tiempo las drogas ya no eran su fuerte. Así que no necesitaba de ellas y tampoco querían seguir en el negocio. Entre sus mejores amigos se apoyaban entre sí para levantar su ánimo y escapar de ello. Pasados aproximadamente 5 meses lograron dejarlo.

Caitlyn y Hayley seguían asistiendo a ese tipo de "lugar escondido" donde se encontraban las malas influencias, pero no se animaron a probar nada, solo se dedicaban a pasar un buen rato con sus "supuestos" amigos.

Cuando Luke Hemmings se mudó a la calle de Caitlyn, hace 4 años atrás se convirtieron en grandes amigos.

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-¡Enhorabuena! bienvenidos al vecindario! -saludé a un chico alto de opacos ojos azules y cabello revoloteado rubio que apareció tras la puerta. Le sonreí y le entregué una tarta de moras que hizo mi mamá.

- ¡Oh! muchas gracias... eh -me miró levantando una ceja e inmediatamente entendí a que se refería.

-Soy Caitlyn. - respondí en una amplia sonrisa, examinando cada centimetro su rostro.

-Luke. Un gusto conocerte. -tomó el pastel dejándome la oportunidad de ver su corrida de perfectos dientes blancos. —Esto se ve delicioso. —añadió.

-El gusto es mio. Lo hizo mi mamá... y pues, ya sabes -reí.

Su risa se unió a la mía, su voz grave hizo que me sonrojara.

— ¿Te molestaría mostrarme la ciudad? Soy nuevo aquí... —posó sus ojos en los míos y se rascó la nuca.

Claro, te daré mi número de teléfono. —sonreí. —Por cierto, vivo al frente. me ladeé y apunté hacia mi casa.

— ¡Pues mejor! —reímos. Este chico era muy agradable. Luego intercambiamos números.

—Nos vemos después. agité mi mano y él hizo lo mismo.

— ¡Gracias por el pastel! me gritó y yo me giré para darle una sonrisa.

{**}

La química entre ambos fue muy alta, así que se hicieron amigos muy cercanos en un lapso corto de tiempo. Su relación parecía no ir más allá de la amistad, se tenían el uno siempre para el otro, pero ¿Qué pasaría si uno de los dos tiene que tomar una decisión difícil que podría arriesgar su amistad?

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¡Hola! espero que les guste el prólogo de esta nueva historia!

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Sólo cuéntame » luke hemmings {en edición}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora