Capítulo 10: Vuelven las sombras

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Narra David:

Toda la tarde la he pasado inquieto, el no recibir ninguna respuesta de su parte me tuvo pensativo. Pero ahora que ha llegado... Que sé que esta frente a mí, me doy cuenta que valió la pena esperar y todas esas horas de angustia e indecisión.

Estamos tan cerca que puedo sentir como su barbilla tiembla ante mi tacto, se nota tensa, juraría que en cualquier momento ella caería al piso desmayada, también noto que sus ojos azules brillan más que nunca. Acerco mi nariz a la suya y rodeo su cintura con uno de mis brazos.

-Que bien que pudiste llegar -susurro, ella solo es capaz de asentir con la cabeza-, estas muy hermosa.

-Gracias -dice en un hilo de voz. Su voz sonó algo interrogativa, le sonrió y ella intenta hacer lo mismo.

De repente se oye como la puerta se abre. Con un ágil movimiento la suelto y recuperamos la compostura, ella se aleja hacia el otro extremo de la oficina. Observó que mi madre se asoma por la puerta.

-Ya está todo listo para iniciar -dice mi madre sonriéndome.

-Gracias madre, en un momento estoy con ustedes -ella asiente y se retira.

Cuando volvemos a estar solos me acerco a ella, esta mirado la noche apoyada en el marco del ventanal. Me coloco a su lado y la noto ausente mirando a un punto fijo del cielo.

- ¿Qué piensas?

Ella sacude la cabeza, volteando a mirarme. - Nada importante -dice con una media sonrisa.

- ¿Vamos? -le pregunto ofreciéndole mi brazo. Ella enlaza su brazo con el mío.

-Claro -dice sonriendo, salimos de la oficina y caminamos por el largo corredor. Cuando estamos en la entrada del salón de su boca sale un suspiro nervioso, suelta mi brazo y toma mi mano.

-Estas sudando -digo refiriéndome a su mano sudorosa- ¿Estás nerviosa?

-Un poco -admite avergonzada.

Avanzamos lentamente hasta quedar frente a todos, bajamos las pequeñas escaleras. Todos parecen estar distraídos hasta que empezamos abrirnos paso entre ellos. Siento como la mano de ella ha comienza a sudar más, la aprieto con suavidad tratando de hacer que se sienta más segura.

La voy guiando hacia nuestra mesa que está en el centro del salón y es la más grande de todas.

-Buenas noches -les digo a todos cuando estamos frente a la mesa. De inmediato dejan lo que están hablando o haciendo y me prestan atención.

-Ella es Victoria Orton, una amiga -digo la última palabra no muy convencido.

-Victoria, ésta es mi familia -le digo volteándome a verla-. Mi madre, Elisa Lozano, mi hermano Ricardo y su esposa Amanda -se los presento mientras voy señalándolos- y él- señalo a Samuel- es Samuel Dantes, vicepresidente de la empresa -todos se van parando por tunos para saludarnos.

-Mucho gusto querida -mi madre es la primera en saludarla con un beso, una sonrisa y un cálido abrazo.

-El gusto es todo mío, señora -responde Victoria sonriéndole a mi madre.

-Por favor, llámame Elisa -ella solo asiente.

Luego me mira e igualmente me sonríe me besa y me da un abrazo. - No la cagues -me dice al oído. No puedo evitar sonreír ante su comentario.

Narra Victoria:

-Ésta es la hermosa chica que salió en las sociales de esta mañana ¿cierto? -Pregunta Ricardo observándome con más detenimiento. Asiento mientras observo como David lo fulmina con la mirada. Creo que ha notado lo incomoda que me siento con relación a ese tema.

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