Observe a mi madre, detrás del volante, una sonrisa se desplegaba sobre su rostro cuando estaciono, luego de rodear el estacionamiento por media hora por un lugar libre.

Vire mi cabeza hacía la entrada del lugar.

—Bienvenida al acuario, mi amor—anuncio, elevo su mano y pellizco mi nariz—, amabas a los peces de aquí. Pero vamos, que tienes que verlos en persona.

Asentí, intente abrir la puerta, pero nuevamente el seguro para niños hizo que soltara un bufido. Mi madre torció el gesto, bajándose del automóvil y rodearlo velozmente para poder abrir mi puerta.

—Te puedo jurar que no me tirare del coche—comente pasando por su lado.

—Es la costumbre, hija—clamo rodeando su brazo en mis hombros—. No quiero discutir contigo ahora, solo disfrutemos este momento juntas, ¿si?, ya bastante me has asustado en el fin de semana.

—Vale—asentí y ella me sonrió.

Nos dirigimos a la entrada, en donde un guardia nos cedió el paso. Entrelace mi brazo con el de mi madre, quien pude ver que sonrió un poco mas por mi gesto.

El agua aún seguía causando que mi estomago se revolviera con miedo. 

—Hey, relájate amor— comento la mayor.

Pero negué, estábamos entre cuatro paredes de vidrio, observando a los diferentes peces.

—¿Y que si algún vidrio se rompe?—pregunte cinchando su brazo, lo susurre para que nuestra conversación fuera privada.

Aunque mi madre siempre sacaba mi pregunta a un contexto muy elevado, hasta el punto de dejarme en ridículo.

—Señorita—llamo a la mujer a su lado, que por su atuendo nos hacía saber que trabajaba en el lugar—. Mi hija tiene una pregunta que la inquieta.

La mujer rápidamente asintió y llevo la mirada a mi, esperando que comenzara con mi pregunta. Pero jamas le hable, me mantuve observando directamente sus ojos, hasta que no pudo mantener la mirada en los míos. Sonreí inconscientemente, aunque sabía perfectamente que no me libraría de mi madre.

—¿Se pueden romper los vidrios?

Por el rostro de la mujer, supe que aquella pregunta había sido ridícula. Pero el terror al agua seguía presente en todo mi organismo.

Cuando decidimos irnos, fue una completa alegría. Había tratado de superar mi rara fobia, y complacido a mi madre al tener un día juntas, aunque esperaba impaciente la noche para tocar el piano con mi padre.

—Ha sido un momento muy encantador con mi hija favorita—bramo detrás del volante mientras enganchaba el cinto de seguridad.

—Con tu única hija, querrás decir—comente sonriendo.

—Con mi única y favorita hija, suena mucho mejor— clamo y me encogí de hombros.

Encendió el coche, cuando se puso en marcha, y ya estábamos alejadas del acuario no pude evitar suspirar con felicidad. El día no estaba yendo para nada fácil con los enigmas de Lauren, y la salida con mi madre.

En el corto trayecto, la mayor coloco el CD de Queen. Y agradecí por ello, para que me diera mis momentos para pensar observando por la ventanilla.

¿Había sido todo parte de la broma de Alice y Brad?, tenía la duda de ello, recordé cuando les pregunte, y sus gestos confundidos se proyectaron por mi mente. Aunque si habían podido mentir una vez, lo podían hacer otra.

¿Otro sueño?, había sido tan real que lo podía llegar a dudar unos momentos, pero las imágenes de la pesadilla seguían vivas en mis recuerdos, y ellos también los había sentido reales.

Sh...Es un secreto.Where stories live. Discover now