Carta 7

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Mi atento amigo.

Creo que esta vez hay una razón más grande para llorar. Algo más que un libro... Al día siguiente de que llegue a casa con mi libro nuevo. Sonó el teléfono en la tarde, un poco después de que llegara de la escuela.

-Sí, diga –contesto mi madre-. Si soy... ¿Qué?... ¿Cuándo?... ¿Qué paso?... Voy para allá.

Cuando se hace ese tipo de preguntas. No es una buena señal -pensé-.

-¿Qué pasa? – dije un poco alterado-.

-Es tu abuela.

-¿Le paso algo?

-Se puso enferma- dijo exaltada-. Tengo que ir al hospital.

-Yo voy contigo.

-Está bien pero vamos rápido.

Salimos volando en dirección al hospital. Como mi papa y Julio aún no habían llegado dejamos una nota en la mesa "LA ABUELA SE PUSO ENFERMA, SALIMOS AL HOSPITAL". Creo que no fue ni necesario. Pues mama llamo a papa. Cuando llegamos al hospital fuimos directamente al centro de información donde estaban dos enfermeras una muy linda y la otra pues no tanto.

-Disculpe señorita – preguntamos a la no tan linda- ¿La señora Margot Torres?

-Espere un momento, ¿sí?- dijo sin voltear a vernos-. Estoy un poco ocupada.

-¿Puedo ayudarlos?- nos dijo la enfermera linda, con una gran sonrisa-.

-Estoy buscando a una paciente llamada Margot Torres.

-Permítame un segundo- dijo mientras buscaba en la computadora-. Aquí está. Sra. Margot Torres. Cuarto 201.

-Muchas gracias señorita, muy amable

Subimos al cuarto. Y nos encontramos al doctor dentro revisándola y mi madre salió a platicar con él. Mientras yo me quede con ella.

-Hola abuelita- dije

- Hola soldado- me dijo.

Tenía mucho que no me decía así. Jugaba con ella a los soldados. Creo que me dejo de decir así porque le dije que ya era grande. Tengo muy hermosos recuerdos con ella.

-¿Cómo estas, General?

-Pues, bien- pero se veía a leguas que no estaba bien.

-Me alegro mucho de verte.

-Yo también bebe.

(La verdad es que no me molesta que mi abuela me trate como un niño, pues es lo que soy para ella).

Me da mucha tristeza verla así, es la única de mis abuelos que conocí. El abuelo murió cuando yo apenas era un bebe, y los papas de mis papa murieron antes de que mis padre se casara.

Mientras platicaba con mi abuela entro mi mamá acompañada de mi hermano y mi papa. Con mi abuela se fue la noción del tiempo. Ya era muy tarde. La hora de vitas termino así que solo uno podía quedarse en el cuarto. Y como soy menor de edad eso no pude ser yo.

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En el transcurso del camino pensé en esos hermosos recuerdos que eh tenido con la abuela. Cuando llegamos subí a mi habitación. Y fui a dormir pues mañana era fin de semana y poder estar con la abuela.

En la mañana no podía esperar ver a la abuela. Al entrar a la habitación la mire sonreír con eso supe que estaba mejor y si ella está mejor pues yo también. Me la pase todo el día bromeando con ella, jugando y riéndonos juntos. Ella estaba mejor no es la misma de ayer ayer era una mujer decaída, enferma. No quería que pasara el día. Pero como el tiempo no se detiene, tuvimos que partir a casa.

Como costumbre estos últimos días que la abuela ha estado enferma. Me levanto temprano para poder ir al hospital. Poder estar con ella.

-antes de que entres, hijo – dijo mi mama, lo cual me dio escalofríos -. Mi madre está muy enferma.

Asentí. Porque que se puede decir cuando sebes que algo no está bien. Mi abuela se ve decaída.

-Hola – dije

-Hola- alcance a distinguir

-¿Cómo estás?

-Mal, creo.

-Animo, estarás bien.

-Es seguro. Pero ya no será aquí.

-No pude decir nada ate eso.

-Engel, será mejor que dejes descansar a la abuela.

Salí. Pero me quede afuera a esperar. Me quede un momento dormido. Y cuando desperté, mire a mis padres hablando con el doctor. Por las expresiones que hacia mi madre deduje que no era bueno. Me levante y me dirijo a la habitación, cuando entre ella seguía dormida. Y me dispuse a salir.

-Soldado – me dijo mi abuela, y me dirijo rápido a su lado-.

-Dime general.

-Mi hora ha llegado.

-A que te refieres.

-Sabes a qué me refiero soldado – sonrió –, eh terminado mi misión aquí.

-No, todavía falta mucho.

-Sabes que te quiero mucho.

-¡No! No digas eso – lágrimas de mis ojos empezaron a brotar, mientras me tomaba de la mano –. Tenemos que resistir y pelear por siempre.

-Te quiero mucho – susurro -. Adiós...

La fuerza de su mano se fue. Solo quedo sostenida por la mía. Pero como si ayer estaba bien o al menos mejor.

La última cosa que me dijo, lo ultima que escuche de ella, fue su voz susurrar adiós. Un adiós que paro corazón y el tiempo. Un final, un adiós.

Mis lágrimas corrían por mis mejillas, mientras sostenía su mano. No podía llorar a grito abierto. Un nodo en la garganta no me dejaba.

Al entrar mis padres y mi hermano. Y darse cuenta de lo ocurrido comenzó a llorar. Nunca había a mi familia llorar en especial a mi padre y a Julio desde que éramos pequeños.

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Su funeral fue muy triste (pero cual no lo es). Como mi madre es hija única (después de que su único hermano muriera cuando era niño) éramos los únicos nietos. Asistieron sus familiares y amigos. Incluso personas que no sabía que existían.

                                                                                                                     Tu triste amigo,

                                                                                                                                        Engel.                                                    

Cartas De Un Suicida Desesperado (En Pausa) (Pronto Nuevas Cartas)Where stories live. Discover now