-Búscame cuando madures – Respondió y se fue corriendo. Mabel rio.

-Tengo que contarle este sueño... pero será después – Asintió con determinación y corrió para el lado contrario buscando algo que le recuerde a Bill. –Ven Bill, ¡donde quieras que estés! ¡Aparece! – Buscó por todos los rincones de esa ciudad, hasta que se dio cuenta que la gente alegre poco a poco desaparecía. -¿Qué? ¿A dónde fueron todos? – Volteó y no vio nada más que un desierto por así decirlo. Frunció el ceño con extrañez sintiendo que era por causa de Bill. Volvió hacia adelante y encontró un lobo amarillo que le mostraba sus filosos dientes. -¡AH! – Miaubel pegó un gran saltó del susto y corrió hacia atrás hasta que escuchó la risa burlona de Bill y se detuvo notando su cola esponjada.

-Pobre gatita tierna, ¿te asusté? – Dijo entre risas el lobo amarillo. Mabel frunció el ceño.

-Bill... creí que serías un gato como yo... eso no vale – Su cola se movía de un lado a otro mientras le miraba con molestia al demonio disfrazado de lobo.

-¿Un felino? Está bien –Dijo para transformase en un tigre del mismo color solo que con rayas negras. -¡Ta-daa! Un gatito como a ti te gusta – Sonrió después de soltar un rugido que volteó a la pequeña gatita. Mabel se reincorporó con rapidez y volvió a mirarle con molestia.

-¡No te convertiste en un gato! ¡Eres un tigre! –Se quejó sintiendo como se le esponjaba la cola otra vez y arrugaba su nariz. Bill se rio.

-Lo siento, no te puedo tomar en serio con esa carita-

-Devuélveme a mi verdadera forma – Le ordenó sentándose firme en el suelo. –Tengo que hablar seriamente contigo... aunque me guste ser un gatito... - Desvió la mirada.

-Bueno, si es algo muy serio supongo que hay que ponernos serios – Respondió el tigre amarillo, y aunque pareciera raro que la pata de un tigre pudiera chasquear los dedos, lo hizo. De repente volvió a ser el mismo triángulo de un ojo, pero Mabel seguía siendo la misma gatita.

-¿Y? ¡A mí también! – Se quejó. Pero Bill le sonrió con el ojo.

-Aww pero te ves tierna – Juntó sus manos. Mabel gruñó. -¡Ronronea! ¡Ronronea! –Animó mientras sacudía sus puños en el aire. La gatita ofendida volteó la cabeza.

-¡No! ¡Devuélveme a mi verdadera forma! –Respondió ella. Bill soltó un bufido. De repente sintió como le acariciaban en el mentón.

-Cuchi-cuchii – Se escuchó de Bill. Mabel se sorprendió, pero se sintió débil ante el mimo y se inclinó dejándose llevar hasta que ronroneó. -¡JA! ¡Qué adorable! –Mabel se apartó y le miró con la nariz fruncida. Bill se apartó y chasqueó los dedos convirtiéndola en humana otra vez con su pijama puesto. –Entonces... ¿De qué querías hablar? – Hizo aparecer su bastón y le dio algunas vueltas distraídamente.

-Sobre tus planes...– Se cruzó de brazos. Él le miró en silencio. –No creas que no me di cuenta que planeas algo... engañas a esa pobre chica Verónica para ganar algo a cambio... -Le señaló como si ella fuera una abogada y estuviera en una corte interrogándole. -¡La hipnotizas con tus encantos! y cuando ya no te sirve esa pobre chica inocente ¡la desechas! – Bill soltó una risa.

-¿De verdad crees eso de mí, estrella fugaz? – Llevó su mano al "pecho" como si estuviera ofendido. –Ella bien te dijo que estamos saliendo... -

-¡Yo sé por qué estas saliendo con ella!... -Exclamó con determinación.

-¿Por amor? – Preguntó haciendo un corazón con ambas manos.

-¡Por planes! –

-¿Planes de noviazgo? ¿Matrimoniales?- Jugueteó con su pajarita como si fuera un novio a punto de casarse.

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