DUNKERQUE → Harry Styles. (Dunkirk) / TERMINADA

CAPÍTULO DIECIOCHO

Salgo a la cubierta cuando estamos por llegar a Dublin, Irlanda. Contemplo la cuidad en silencio mientras que el suave viento me agita el pelo con manos dóciles. Del otro lado, a lo lejos, la luz del sol resplandece en las aguas más profundas del mar abierto.

Algunos hombres me dirigen la palabra al regresar al camarote. Los volteo a ver con la barbilla muy alta y los observo mover los labios, veo las encías rosadas, la manera en que agitaban la lengua, pero sus palabras no tenían más sentido para mí que el rugido del mar.

Sé que tengo los ojos enrojecidos como heridas abiertas. A menudo se me llenaban repentinamente de lágrimas por cualquier tontería que me recuerde a Harry Styles: unas botas, el aroma a tierra mojada, la música, o incluso por las cosas más corrientes, como el verde de las hojas de las plantitas que tiene el capitán en su camarote, que me recuerdan al color de sus ojos. Me siento muy estúpida al llorar pero soy incapaz de contener las lágrimas.

Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en ella. Justo enfrente, en la pared, hay un espejo. Contemplo mi reflejo. Veo a una chica muy diferente a la Ana que vi en la casa de la abuela. Está chica es grotescamente delgada, con labios cortados, la piel llena de ampollas y enormes ojos como los de un cervatillo, llamativos por las bolsas moradas que tienen debajo, profundas como fosas. Parece perdida entre los pliegues de una vieja capa marrón, pero aún así tiembla visiblemente. No parece más que una niña, agotada y temerosa.

La venda que tengo alrededor de la cabeza ya está muy sucia. La siento pulsar; al igual que las lágrimas, los dolores de cabeza me asalta en los momentos que menos me lo espero.

Trato con desesperación recordar aquel último día en el bote con Harry. Recuerdo la solidez de su pecho, el potente sol, el tranquilizante vaivén del bote y la oscuridad absoluta. Pero nada más. ¿Cómo es que Harry terminó en el agua? ¿Por qué yo estaba en el bote y él no? ¿Por qué sobreviví yo?

Alguien llama a la puerta con toques muy suaves pero aún así me asustan.

-Estamos por llegar, señorita -Es Tim, el chiquillo del agua.

-Bien. Saldré en un momento -respondo. Seguro que necesitan que me vaya para que puedan sacar las cosas del capitán Martin. Según me informó Tim, el capitán se ha estado quedando en el otro camarote con el "doctor".

-Al capitán le gustaría acompañarla hasta el hospital... -dice Tim desde el otro lado de la puerta-. Si no le molesta, claro.

-Sería un placer -replico y me quedo apoyada en la puerta hasta que las pisadas de Tim se extinguen.

Una hora más tarde bajamos y la mayoría de la tripulación ya ha desaparecido. El barco resulta que no es un barco pirata sino una pesquero, aunque sospecho que también traen otro tipo de comida y productos que escasean ilegalmente. De otra manera, ¿por qué se irían a «pescar» tan lejos?

Hay un automóvil esperándonos y el anciano capitán Martin me abre la puerta.

-Las damas primero -dice sonriendo. Subo y me siento en el extremo. El capitán es ayudado a subir por el conductor. Mientras nos alejamos del puerto el viejo saca un par de galletas del bolsillo de su abrigo y me ofrece una. La rechazo. El anciano se mete las dos galletas a la boca y después de masticarlas lo suficiente para poder hablar, dice-: No recuerdas lo que pasó en el bote pero recuerdas lo que sucedió en Dunkerque, ¿verdad?

No respondo y el capitán no vuelve a preguntar. El carro da vuelta y queda a la vista un campo situado detrás de una iglesia. Lo surcan hileras tras hiles de montones de tierra negra. Me doy cuenta de que hay numerosos cuervos en los aleros de la iglesia, observando el cementerio con ojos negros y atentos. Unos cuantos son lo suficientemente atrevidos como para descender al suelo y empezar a picotear un montículo, tirando de algo enterrado, hasta que son ahuyentados por un niño que lanza piedras con resortera. El mocoso corre velozmente entre los montículos y apunta a la iglesia. Una tormenta de alas negras bate en aire; la banda de cuervos negros ha emprendido el vuelo, escandalizada.