CAPÍTULO TRECE

6.7K 795 44
                                    

El sol naciente hace brillar la superficie del agua donde se hundió el destructor. Hay cientos, tal vez miles, de hombres que nadan en nuestra dirección, pidiendo subir al bote. Mis compañeros se lo impiden con frialdad. Al parecer sienten resello porqué cuando llegamos el destructor ya había comenzado a alejarse.

Uno de los hombres que piden subir tiene especie de metal enterrado en la palma de la mano y de los lados de aquella herida brota sangre oscura.

-Señor -llamo al oficial. El hombre todavía se encuentra viendo el lugar donde el destructor se hundió, boquiabierto-. Señor -repito con impaciencia. El oficial finalmente me voltea a ver con las cejas arqueadas. Supongo que es su manera de informarme que tengo toda su atención-. Quiero ceder mi lugar.

-¿A quién, chico?

-A el herido de ahí -digo señalando al chico.

Alguien me da un codazo a la altura de las costillas.

-No tienes que hacerlo amigo -me dice el chico a mi lado mirándome con sus ojos marrones, muy abiertos-. Él no lo haría por ti. Lo conozco.

-Es lo correcto -replico con frialdad. Yo y otro hombre agarramos al chico herido por los brazos y tiramos de él para subirlo al esquife. El joven respira pesadamente y tiene un tic en el ojo derecho.

-Ya bájate, hijo -me dice en oficial-. Está mierda no aguanta tanto peso.

«Tranquila. Serena como las aguas en calma» pienso antes de lanzarme al agua, acariciando levemente la tela de mi chaleco salvavidas. Nunca he sido muy buena nadando pues nunca práctico. Cuando era niña, de vez en cuando, mis padres nos llevaban a visitar a una tío que vivía en el sur. Su imponente casa estaba frente a una playa que siempre parecía estar gris, enojada y triste.

El agua está cálida y torpemente comienzo a avanzar entre el caos. No sé muy bien lo que haré pero estoy convencida de una cosa: no puedo quedarme sin hacer nada. Tengo que encontrar a Harry. Y claro, también a Garry.

-¡Styles! -bramo tratando de encontrarlo. Hay centenares de hombre que se apuran a nadar con la esperanza de alcanzar los botes que se alejan rápidamente. Unos cuantos chocan conmigo y los aparto con un empujón-. ¡Harry! ¡Harry!

De repente siento una mano fría rozar con la mía y después alguien me agarra por la muñeca con fuerza. Siento las largas uñas de aquella persona enterrarse en mi piel, como si fueran cuchillos, amenazando con cortármela.

Me volteo y descubro a un jovencito. Tal vez tendrá unos dieciocho. Pero su aparente juventud no es lo que me toma por sorpresa, sino el pedazo de metal le sobresale de un ojo. Lágrimas de sangre recorren su alto pómulo, bajando por la barbilla, a su largo cuello, y manchando el chaleco salvavidas que lo mantiene a flote. Mucha sangre también caen en el mar, disolviéndose en el agua y perdiéndose para siempre.

Me quedo paralizada. La muerte es algo a lo que estoy acostumbrada. Pero siempre es impersonal: nunca tengo que verla directamente a los ojos y enfrentarla inútil e indefensa.

-Suéltame -le digo débilmente. El chico abre la boca pero lo que se desliza por sus labios no son palabras, sino sangre. Sangre negra que se resbala por sus finos labios y pinta la superficie del agua de carmesí.

Poco a poco el chico afloja su agarre pero no me alejo. Cuando deja de respirar alzo la mano (la que me sostenía por la muñeca), y le cierro el ojo bueno. Noto que sus uñas me han herido la muñeca y gruesas gotas de sangre se corretean entre sí hasta mi codo cuando alzo el brazo para examinarlas.

DUNKERQUE → Harry Styles. (Dunkirk) / TERMINADANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ