Capítulo 40

119K 5.8K 1.1K
                                    




Estaba nerviosa a morir, mi examen a cinta negra sería hoy, afortunadamente sábado, me había preocupado cuando el maestro había dicho que probablemente sería un día entre semana, con exámenes y trabajos en puerta, sin embargo no fue así.

El domingo célebre mi cumpleaños a lado de mi familia, me divertí mucho y más que nada fui muy feliz y agradecida, al ver que tengo una hermosa y alocada familia que me ama.

Ese día por la mañana Hudson me llamo para felicitarme y seguía sintiéndose mal por no estar conmigo, pero lo tranquilice diciéndole que para otro de mis cumpleaños sería porque estaba segura que quería estar con él por mucho, mucho tiempo, quizá hasta que fuéramos más grandes y más. Estaba segura de que lo amaba tanto que el imaginarme una vida con él, no era imposible.

No sé si estaba siendo inmadura o que estaba precipitando las cosas para decir en tan poco tiempo que quería pasar a su lado el resto de mi vida, no lo sabía, sólo sentía que él era el hombre que estaba destinado para mí. Pocas veces se llega a sentir eso o a experimentarlo y me sentía afortunada de estar viviéndolo. A lado de un hombre increíble como Hudson. Dios me había vuelto una maldita cursi.

Al terminar mi examen iría a su casa, me había llamado para que quedáramos de vernos ahí, ya sabía la dirección y me había dado la clave del ascensor que llevaba hasta su departamento, que estaba en el ático. Como sospeche aquella vez, solo él tenía acceso a ese ascensor.



(...)





—Te extrañe tanto, nena —apenas había salido del asesor cuando Hudson ya me tenía entre sus brazos.

—Yo también

Me apretó más a él, como si tuviera miedo de que me fuera.

—Hueles increíble como siempre, a rosas... —se mantuvo en silencio un rato, estrechándome fuertemente—...Dios, te extrañe tanto mi dulce Chipi

Yo lo había extrañado como nunca pensé en anhelar algo, anhelaba verlo y estar entre sus brazos justo como lo estaba ahora, oler su fresco aroma a menta, saber que en sus brazos todo dejaba de existir, para a anhelar una vida eterna a su lado.

—Hudson si me sigues abrazando de esa manera me quedare sin aire en menos de un minuto

Aflojo el agarre y me miro a los ojos.

—Lo siento bebe, pero no lo puedo evitar, fueron demasiados días sin ti ¿Acaso no me extrañaste?

—Claro que te extrañe, pero no quiero matarte al darte un enorme abrazo de oso y dejarte sin respiración. Quiero tenerte muchos años más —le sonreí y el beso mi frente, amaba cuando hacia eso.

—Entremos

Puso la clave de la cerradura de su departamento y entramos, tan limpio y ordenado como la vez que estuve aquí, solo pude observar que sobre la mesita de la sala había un montón de papeles probablemente eran de su trabajo.

— ¿Cómo te fue en el examen?

— Perfecto, aprobé y ahora puedo decir que soy cinta negra

—Felicidades, sabía que lo conseguirías, eres la mejor

—Gracias

—Nena, sé que lo que diré sonara egoísta —al escuchar su voz me gire y me concentre en sus palabras— pero tengo mucho trabajo, sin embargo tenía que verte, tenía que tenerte cerca otra vez, tenerte a mi lado aunque este un poco ocupado, tal vez ni podremos platicar, pero sentir tu presencia cerca de mí me reconforta enormemente.

Yo me sentía exactamente igual que él, con su sola presencia podía sentirme segura y enormemente feliz, aliviada de estar una vez más su lado que no me importaba si sólo estuviera sentada sin hablar y no como un loro loco, podía soportarlo. Porque estando a su lado todo era perfecto, hasta el silencio.

Sólo él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora