—Creo que puedo imaginármelo —le devuelvo la sonrisa.

—Por cierto, Álex. Quería hablar contigo —mis pulsaciones aumentan, creo saber de qué—. ¿Hace mucho que no ves a Laura? —«Mierda».

—No mucho —respondo para salir al paso. No quiero explicarles que solo hace unos minutos.

—¿Sabes si tiene algún problema con alguien? Hoy estuvo aquí y me dejó bastante preocupada. Su aspecto es horrible y la chispa de mi amiga ha desaparecido —César se mueve inquieto—. Nunca he visto a Laura así y estoy muy intranquila. ¿Crees que podrías investigar un poco? Quizás está teniendo problemas con alguien y no me lo quiere decir —algo está pasando. Al parecer ese extraño comportamiento de Laura no es algo que llame solo mi atención. Parece ser nuevo hasta para su amiga.

—No creo que sea eso —dice César rápidamente—. Laura sabe defenderse muy bien. No deberías preocuparte tanto. Seguro que es porque todavía no se ha repuesto del susto que le diste —besa la cabeza de Natalia—. A medida que tú estés mejor, ella también. Ya lo verás.

—¿Tú crees? —pregunta.

—Estoy seguro —César hace un gesto que no me gusta nada y se activan todas mis alarmas. Descubrí hace tiempo que cada vez que mentía orientaba los ojos hacia su derecha. Está demostrado que ese movimiento activa la parte creativa del cerebro, lo que me indica que está mintiendo o inventando. Cuando me habla y los gira a su izquierda, es porque está recordando.

—Es hora de que me marche —les digo. Sé que César me acompañará hasta la puerta y aprovecharé el momento. Sabe algo y quiero descubrir qué es.

—Voy contigo —asiento conforme. Cierra la puerta y me habla—. ¿Cuándo crees que podrás tener listo al personal de seguridad? Después de saber esto necesito que sea cuanto antes.

—Mañana mismo tendrás a cuatro personas rondando por el hospital. Te llamaré para darte indicaciones.

—De acuerdo —se queda pensativo.

—Oye, César —atraigo su atención—, ¿tú sabes si realmente a Laura le pasa algo? —se tensa de nuevo.

—No, pero imagino que ha sufrido mucho por Natalia —sus ojos vuelven a la zona creativa. Comienzo a ponerme nervioso, algo me está ocultando.

—Estás mintiendo —me mira fijamente—. ¿Te ha contado qué le pasa?

—No me ha contado nada, Álex, no seas pesado —otra vez ese movimiento de ojos que tanto odio.

—César, no sé por qué coño estás actuando así conmigo. Creo que tenemos suficiente confianza el uno en el otro como para que puedas contarme cualquier cosa, y más cuando estás viendo que estoy preocupado —sus ojos se abren—. Sí, estoy preocupado. No te hagas el sorprendido. Sé perfectamente desde cuándo estás enterado de que ha habido algo entre nosotros —sonríe—. Laura tiene la boca muy grande y Natalia parece no saber guardar un secreto —sonríe más ampliamente.

—Tienes razón. Estamos haciendo el tonto. Lo sé todo.

—Entonces dime de una puta vez qué está pasando. ¿Has sido tú quien le ha ayudado con su aborto?

—¿Cómo? —su expresión es de auténtico desconcierto. ¿Acaso no lo sabe?—. ¿De qué me estás hablando?

—Laura se hizo un aborto hace unos días. Me confesó que estaba embarazada de tres meses y yo mismo pude comprobar el momento en el que salió del quirófano.

—No sé nada de eso —ojos a su izquierda. No miente.

—Vale, supongamos que es cierto —cambio de tema. Si no lo sabe, quizás he metido la pata diciéndoselo—. ¿Qué le pasa entonces? ¿Qué te ha contado?

El tormento de Álex - (GRATIS)Where stories live. Discover now