Jeonghanzel

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Había una vez en un reino cerca de China del Sur, un pequeño castillo oculto en lo profundo del bosque. En la torre más alta de ese castillo vivía un joven de facciones angelicales y cabellos largos y rubios como la mantequilla de las palomitas del cine.

Su nombre, María.

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— ¿No estabas contando el de Rapunzel?

— Es que "Rapunzel" suena muy raro... como a rata.

— ¿Podrías apegarte al guión, Seungkwan?

Ash, okay.

]

Entonces su nombre era Jeonghanzel.

Jeonghanzel había vivido sus casi veintiún años encerrado totalmente en aquella altísima torre, sin oportunidad de tener contacto con el mundo y sin wifi, debido a que su madrastro-hada, Jihoon, le había dicho que fuera de esas cuatro paredes todas las personas eran malas y las calles peligrosas (porque no había alumbrado público).

Su única compañía era su amigo conejo Junhui, quien lo mantenían informado de los chismes/acontecimientos del pueblo más cercano.

El madrastro Jihoon lo visitaba a diario, pero como la torre no poseía ninguna entrada mas que una ventana, le chiflaba a su hijo y le decía: "Jeonghanzel, deja caer tus extensiones". Al instante, el muchacho dejaba caer su enorme cabellera por la ventana y así su madrastro entraba.

— No sabes, hijo —decía el pequeño madrastro, caminando por el cuarto—, hay un argüende en el mercado, porque hoy es el cumpleaños del príncipe Jisoo y todo el pueblo está invitado. Dicen que habrá quermes y elegirán a la Flor más Bella del Ejido.

Jeonghanzel sonrió ilusionado; Junhui hablaba de ese carnaval que se hacía cada año en el cumpleaños del príncipe; una fiesta de máscaras y Kimichi gratis. La más grande ilusión del muchacho rubio era ser coronado como la Flor más Bella del Ejido, porque le daban una corona de flores muy Tumblr y podía señalar a todas las demás por feas. Pero su madrastro jamás lo había dejado ir.

— Madrastro, ¿podemos ir al carnaval este año?

— Eh, duh, obvio no —Jihoon hizo una mueca de desagrado—. Ya te he dicho que no te juntes con esa chusma, amor. Además, hoy es noche de tocar la guitarra alrededor de la hoguera.

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— Espera —interrumpió Woozi—, si Jeonghanzel no podía salir de la torre, ¿dónde hacían la hoguera?

— Dentro de la torre, obviamente.

— Te das cuenta de lo ilógico y estúpido que eso es, ¿no?

— Hyung —suspiró el pelirrojo—, en este cuento un conejo habla, ¿crees que la lógica importa?

]

— Entonces te veo más tarde, hijito. Prepara tu voz, porque descargué el nuevo disco de Chayane —gritó animado el hada mientras bajaba la torre ayudado del largo y rubio cabello.

Jeonghanzel se recargó en la ventana, suspirando tristemente. Él de verdad deseaba salir de la torre.

Del fondo de la habitación, el conejo Junhui salió brincando, pues no le agradaba el enano madrastro.

— Yo digo que vayas al carnaval, aunque él no quiera.

— ¿Estás loco? —dijo Jeonghanzel—. Si mi madrastro se entera de que salí de aquí sin su permiso se enojará conmigo. Me castigará y no me comprará mi crema para peinar Sedal liso perfecto.

Había una vez... [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora