Minghaocienta

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Había una vez, en un reino muy lejano, un chico rubio con peinado de señora que fregaba los pisos de una enorme casa.

Su padrastro Seungcheol, lo obligaba a ser la servidumbre de la casa, a pesar de que en realidad por legitimidad era el dueño, por lo cual su rostro siempre estaba lleno de ceniza, y sus hermanastros le llamaban Minghaocienta —porque Cenicienta ya es marca registrada—.

El padre de Minghaocienta había muerto misteriosamente porque había caído de las escaleras, y su madre murió mucho antes, cuando él había nacido.

— Minghaocienta —llamó su padrastro azabache mientras bajaba las escaleras que el rubio apenas había limpiado.

— Minghaocienta, ¡ven aquí! —Sus dos hermanastros, Mingyu y Hansol, caminaban tras su padre, haciendo escándalo mientras peleaban entre ellos.

— Oh, aquí estás, pequeñín. —El rubio suspiró—. Bien querido, toma apunte, esta es la agenda de hoy —Minghaocienta sacó de su mandil una libreta y un lápiz—; cita con el dermatólogo a las diez, a medio día tenemos las clases de "cómo ser bonito e inteligente a la vez" para tus hermanos, a las dos tomamos el té, a las cinco me tienes que dar un masaje en los juanetes y deja libre a partir de las ocho para jugar Monopoli, tengo una racha de diez victorias consecutivas.

— También tienes que limpiar mi colección de espejos —añadió Mingyu.

— Y decirme que soy lindo —terminó Hansol.

Minghaocienta se tomó la cabeza por lo mucho que las chillonas voces de esos tres le habían mareado. El timbre sonó y el rubio corrió a abrir.

Por la puerta entró un muchacho de ropas finas, cabellos castaños y nariz prolongada, con un pergamino en un mano:

— Soy el mensajero real, Seokmin. A la honorable familia de esta casa; el rey Jisoo y el rey Jeonghan se complacen en invitarles a la fiesta de cumpleaños de su hijo, el príncipe Soonyoung, esta noche. Habrá tamales y barra libre.

El mayor de todos en la casa se acercó corriendo hasta donde el mensajero se encontraba, con una sonrisa de emoción en el rostro.

— ¿El príncipe Soonyoung? ¿Por fin elegirá marido?

— Así es señor. Si no sale este año, ya ni en rifa lo sacamos —suspiró el mensajero—. En fin, esperamos contar con la presencia de todos ustedes. Hasta la noche.

El castaño se marchó, y los hermanastros de Minghaocienta comenzaron a armar un escándalo sobre qué deberían ponerse. Seungcheol rodó los ojos y puso orden en la sala.

— Niños, ¿no lo entienden? ¡Está es nuestra oportunidad! Alguno de ustedes tiene que enamorar y casarse con el príncipe; la fama y la fortuna serán nuestras.

— Seguro nos ofrecen un programa en E!. Seremos los próximos Kardashians. —Apoyó Mingyu.

[

¿Kardashians? —Interrumpió Junhui.

Son unas tipas que se dedican a hacer nada y lo transmiten por TV de paga.

Ya sé quiénes son —explicó el chino—, solo digo que quedaría mejor "I wanna marry Harry"... —todos le miraron extraño—, ¿Qué? Es mi segundo programa favorito después de "Fashion Police".

Lo que sea.

]

— Todos prepárense para salir a las ocho.

Había una vez... [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora