El reencuentro

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POV. MAYA

No me podía creer lo que había visto al caérsele la capa de la cabeza. La cara de Marcus me recordó a mi bisabuelo. Resulta que los dos tenían los mismos cabellos negros y los ojos de un color lila preciosos, eso y su tez pálida me hizo reaccionar en pocos segundos y parar a Arco.

-¡Nooo!- grité corriendo hacia ellos.- detente por favor.- supliqué.

No estaba segura, pero si era verdad lo que yo creía, no quería que mataran a un miembro de mi familia, por lo que intente detener a Arco, pero al no poder me puse entre ellos.

- Pero ¿qué? Maya, quítate de en medio.

- No, déjalo, no lo mates, deja que se valla. 

- Pero si lo dejo volverá a intentar matarte.

- Lo sé, pero aún así, déjalo libre.

Me gire a ambos lados para ver sus expresiones y las dos eran de desconcierto y miedo. Como no esperaba que Arco me obedeciera lo agarré por el brazo y me lo lleve a arrastras, dejando a Marcus en el suelo, con los ojos como platos, todavía desconcertado.

A mitad del camino Arco se detuvo, se inclinó, me cogió en brazos y echo a correr. Mientras volvíamos al orfanato, fui recordando todo lo que había pasado en el orfanato, los sucesos extraños, divertidos e interesantes… También recordé a mi abuela y a su antigua casa, aquella en la que había vivido tantos veranos y en la que había crecido, aquella casa que fue derruida por no poder aguantar más, aquella casa y sus escondites. 

El recuerdo que más veces me vino a la cabeza era el de la noche de mi décimo cumpleaños. Aquella noche mi abuela ya muy anciana subió a mi habitación para darme las buenas noches, cuándo le pedí que me contara una de sus historias. Ella me contó la historia de su vida, que era la misma leyenda pero contada en primera persona, entonces me parecían solo eso, historias que una abuela cuenta a su nieta para dormir, y ahora vivo con más intensidad de la que deseara.

Cuando llegamos al edificio de los dormitorios, solo habían pasado unos minutos desde lo ocurrido en el bosque. Las luces ya estaban apagadas desde hace un buen rato y la señorita Blanche hacía horas que ya había pasado por los dormitorios, Marta en un intento por protegerme le habrá dicho una mentira. Entre que los pasillos estaban a oscuras y que Arco no abrió la boca hasta su habitación me sentí muy incómoda, como su hubiera hacho algo mal y por mucho que hiciera no pudiera remediar.

Arco se metió en su habitación sin ni siquiera despedirse. Yo hice lo mismo, me fui a mi habitación mientras pensaba en todo lo que hoy había pasado. Pero no pude dormir, por lo que busque el álbum de fotos.

Por la mañana después de clase Arco me esperó en la puerta para hablar de lo que pasó en el bosque. Nos dirigimos a mi habitación en silencio, se notaba que era de tarde porque los pasillos estaban repletos de gente. Al llegar a la habitación el entro primero y se quedo mirando a la ventana.

- ¡Estás loca! ¡Me fui a enamorar de una loca! ¡Increíble! –gritó.

- Arco, escúchame antes de opinar vale.

- ¡No!, no te tenía que haber hecho caso, tenía que haber acabado con él.

- Si me escucharas me entenderías porque no quería que lo hicieras.

- A ver, cuéntame tu patética escusa.

- Creo que es mi bisabuelo.

- ¿Cómo puedes decir eso?

- Porque he estado buscando las fotos de mi infancia y de mis antepasados y observa lo que he encontrado.

Le enseñe una especie de foto en familia de hace mucho tiempo. En él sale mi abuela de pequeña en brazos de su madre, mi bisabuelo y el que habría sido mi tío abuelo en sus brazos.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora