10

1K 92 39
                                    


Unos buscando amor. Otros, encontrándolo. Otros, perdiéndolo. Y algunos más, evitandolo.


Capítulo 10: Feliz cumpleaños, Russo.

Samantha.

El cumpleaños de Russo llegó demasiado pronto.

Mm, ¿qué?

Bueno, quizás lo haya olvidado. Pero vamos, quien podría estar al tanto de la llegada de un 29 de febrero. Además esto de sentir la adrenalina todos los días después de clases es un tanto divertido y agotador, aunque las ocho horas que paso encerrada en esa selva rodeada de esa manga de monos son eternas; últimamente se me hacen más breves con Venecia, esa pelirroja sí que está loca. Podría decirse que somos amigas, o como ella suele llamarlo, gemes gemelasticas. ¿Ya dije que está loca? Porque realmente lo está.

Debo admitir que conocer a Russo hizo que mi vida diera un giro total, conocí nuevas personas, nuevas emociones y no hablo de amor, hablo de mi amada adrenalina que me hace sentir tan viva. Leo y Lía, desgraciadamente van a un colegio de niños pijos, así que quedamos en salir de vez en cuando. Leo me tira la onda, me doy cuenta pero aunque es un chico muy dulce y toda esa cosa como que no es mi tipo. Lía se la pasa diciendo que amaría que yo fuese su cuñada, ella también está loca.

Obviamente no es tu tipo, él no posee heterocromía.

Últimamente no me preocupo tanto por mi vestimenta, he comprado algunas cosas menos llamativas y esto de pasar desapercibida me empieza a gustar. Hace veinte minutos recibí un mensaje de Venecia diciendo que me recogería para ir de compras, aprovecharía para comprarle algún regalo a Russo. Ella me está enseñando a conducir, y no es tan difícil como pensaba.

Abren la puerta de mi habitación sin tocar, como es costumbre suya. —¡Jane! —grita. Se lanza a mis brazos dándome un abrazo dramático.

Odio mi segundo nombre, lo aborrezco. Cuando alguien me llama de esa manera siento que me caen veinte años más.

—Hola, Val.

Soy tan floja que creé un apodo para Venecia, ya que decir Venecia es tan largo. Con solo decirlo dos veces ya estoy agotada. Venecia Anette Lynk, y si coloco sólo sus iniciales sería Val. Lo sé, el conocimiento es poder. No, súbditos, no pueden llamar mi cerebro.

—¡Amo cuando me llamas así! ¡Me encanta! —chilla dando saltitos y aplaudiendo como morsa.

—Deja de chillar como cría, mis tímpanos van a agradecerte. —ruego dándole un empujón para salir de la habitación.

Camino hacia las escaleras sintiendo un poco de pánico, Val no me ha seguido ni la he escuchado con sus chillidos.

¿Qué anda mal?

Creo que me adelanté a los hechos. Solo pude sentir un peso extra en mi espalda y una maraña de pelo color zanahoria caer por mi cara impidiendo que vea el camino. Así es, mis pequeñas rebanadas de pizza sensuales, nosotras acabamos de caer por las escaleras representando muy bien al Yin y el Yang.

De un manotazo quito su trasero de mi cara. —¡¿Qué demonios te pasa, anormal?! — grito furiosa.

—Me hago esa pregunta todos los días. —se encoge de hombros.

—Casi nos matamos ahí.

—No exageres, Jane. Siempre de aburrida, sonríe rubia. Quién sabe, quizás así Russo se enamore más de ti. —sonríe picara.

Muy Lejos De La Perfección [MLDLP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora