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Difícil como reparar un diccionario

De repente, el director se para frente a una puerta y la entreabre. Por el orificio, puedo ver un escritorio y algunos libros apilados. Nos hace una seña para que entremos, pero nosotros ya estamos entrando de todos modos. Tengo la sensación de que el director sería una persona mucho más inteligente si se dejara de hacer tantas señas. Se lo haría ver, pero no creo que pueda responderme otra cosa que no sea "mjm" o "aha", y de verdad me embronca que la gente me responda cosas como esas . Así que sólo entro. En cuanto paso, escucho la puerta cerrarse con fuerza a mis espaldas y pasos resonando por el pasillo. ¿Eso es todo? ¿Así concluye la excepcional explicación de los "pormenores del castigo" del director? Niego con la cabeza. Este tipo es increíble.

Recorro la habitación con la mirada. Es una linda biblioteca. Eso no significa que deben imaginarse una de esas bibliotecas lujosas, amplias y llenas de escalinatas como las de las películas. Las películas, sobre todo las que son malísimas, siempre tienen ese tipo de bibliotecas, sin importar que la historia transcurra en una lujosa mansión o en una choza abandonada. Las bibliotecas nunca son bibliotecas de porquería, siempre son de lo más elegantes. Qué falacia.

Esta biblioteca es pequeña y bastante modesta, pero a diferencia del resto de la institución, no está toda destrozada y escrita con groserías. Supongo que la gente que destroza o escribe groserías no entra, por lo general, a la biblioteca. A la entrada la flanquea un pequeño escritorio de madera clara, y en el medio del lugar hay una mesa larga y baja, rodeada de sillas. Por todos lados se encuentran bajos estantes llenos de libros de historia y literatura clásica. Si alguien me dice que alguno de los idiotas del instituto leyó aunque sea la primera página de alguno de ellos, les aseguro que da un ataque al corazón de la sorpresa.

La pintura de la pared está vieja y descascarada, a varias sillas les falta el respaldar o una de las patas y al sillón que está justo a la pared le sobresale el relleno por aquí y allá. La mayoría de los libros han perdido la tapa y tienen varias hojas sueltas. Se encuentran desordenados de cualquier manera, dispersados por todo el piso y el escritorio. Para ser una biblioteca cualquiera, es un desastre. Pero para ser una biblioteca que debe ser restaurada, supongo que está bastante bien.

De repente, un libro vuelva por el aire y aterriza justo en mis manos. Es bastante pesado, y hace que me tambalee ligeramente al atraparlo.

-Tu libro preferido- comenta él antes de volverse nuevamente a uno de los estantes. Lo doy vuelta para observar el título. "La bestia del mar".- Por cierto, leí la última frase antes de lanzártelo. Y no creo haberlo entendido.

-No te preocupes. Yo no creo haberlo entendido tampoco- respondo entre dientes mientras vuelvo a colocar el libro sobre uno de los estantes, olvidándome por un instante de mi voto de silencio. Al principio me auto reprendo, pero luego concluyo que no tiene importancia. Tarde o temprano, voy a tener que volver a hablarle. Mejor que sea ahora que... en otra ocasión... por alguna razón... que no pienso explicar.Creo.

No me percato de que lo estoy observando fijamente hasta que él me dedica una media sonrisa que me hace estremecer. Aún así, no aparto la mirada. Quiero hacerlo,de verdad que sí, pero no creo ser capaz.

-Bueno, honestamente, creo que deberíamos empezar por los diccionarios- me propone sin apartar sus gigantes ojos de mí- Son prioridad

-¿Por qué?- pregunto con curiosidad.

-¿Qué te parece más probable que alguno de los imbéciles de la escuela haga? ¿Qué busquen una palabra no presente en su pobre y escaso vocabulario para hacer más largo el informe del que escribieron no más de cinco palabras y que pretenden compensar con palabras que son, a su entender, "complejas"? ¿O que se pongan a hojear un libro de literatura clásica porque se levantaron con ganas de un poco de Shakespeare?