Difícil como reparar un diccionario

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Cuando nos paramos en la puerta del despacho, el director ni siquiera se digna a mirarnos .Quizá es porque está demasiado ocupado atendiendo una llamada mientras teclea en la pequeña computadora que se encuentra sobre el escritorio frenéticamente como para preocuparse por lo que pueden llegar a necesitar dos fracasados como nosotros. Me apoyo sobre el marco de la puerta y suspiro. Casi inconscientemente, miro a Chris, quién me dirige una sonrisa divertida, haciéndome apartar la mirada de repente.

Luego de más o menos quince minutos parados en la puerta como postes, el director parece tener una epifanía, y no sé por qué razón, decide comenzar a percatarse de que existimos. Al menos a medias. Nos hace una seña de que esperemos No entiendo para qué, porque ya estábamos esperando antes de que él se dignara a hacernos su fantástica seña, pero bueno. Ya hace tiempo que me rendí con la tarea de intentar comprender por qué la gente hace las estupideces que hace. Entonces, el director se aparta un poco el teléfono de la oreja y nos dirige una mirada nerviosa antes de decirnos:

-¿Qué se les ofrece?- dice servicialmente con la boca, aunque sus ojos, contrariamente, gritan "Váyanse de aquí. Ahora".

-Bueno, verá, nosotros estábamos...-comienza a decir Chris.

-Cinco palabras o menos- nos ruega el director con ojos suplicantes mientras una voz gritona y potente sale del teléfono y llega con absoluta claridad hasta mis oídos, a pesar de que estoy como a dos metros de él.

Me lo pienso unos instantes. Luego respondo cuidadosamente y contando con los dedos.

-Problemas...castigo...biblioteca... restaurar...-me freno en seco, buscando una palabra más, pero creo que eso es todo.

-Imbécil- completa Chris en voz lo suficientemente baja como para que sólo lo escuche yo y levantando mi último dedo. Yo me limito a bajar la mirada de repente. No sé por qué, pero todo contacto con él, por más insignificante que sea, se me hace sumamente bochornoso ahora. Como estoy escrutando el suelo, no puedo verle la cara, aunque en este momento, me apostaría las dos manos a que está sonriendo.

El director no nos responde nada. Sólo sale de la habitación a grandes zancadas. Lo seguimos rápidamente. Mientras caminamos, sé muy bien que Chris me está mirando fijamente. No sé por qué es que lo noto. Supongo que uno siempre se da cuenta en seguida de que está siendo observado. Eso es perfectamente normal. Lo que no estoy tan seguro de que sea normal es que me guste tanto estarlo.

El director no suelta el teléfono ni de asomo. Lo sostiene con tanta fuerza junto a su oído que me da la impresión de que para arrebatárselo habría que asesinarlo primero. Camina sin dejar de asentir con expresión preocupada, aunque eso no tiene ningún sentido, porque la persona del otro lado de la línea no puede verlo. De lo que se salva. El espectáculo de un hombre regordete y anciano asintiendo como un estúpido no es precisamente agradable. Bueno, quizá es agradable por lo cómico que resulta, pero la persona con la que el director habla no parece de las que se toman las cosas con demasiado humor que digamos. Los ladridos que salen del teléfono llegan hasta mis oídos. El director no habla. Sólo lanza murmullos y exclamaciones como "mjm" o " aha", de vez en cuando. Por lo general, odio a la gente que gasta saliva en esa clase de estupideces, pero en este caso, no creo que sea culpa de él. La otra persona grita tanto y de manera tan constante, que de seguro ese es el único aporte que tiene permitido hacer a la conversación. El director hace muchas cosas que, por lo general, detesto. Sé que lo lógico sería detestarlo a él también, pero la verdad es que no lo odio, no del todo, no sé muy bien por qué. Es tan patético que cuesta trabajo odiarlo. Uno hasta le toma cariño al muy maldito condenado. Me pregunto si esa será la razón por la que alguien como Chris sentiría cualquier asomo de afección por alguien como yo. Espero que no. Si la única solución para que Chris deje de fijarse en mí es dejar de ser un patético imbécil que de lástima, estoy en un problema. No creo que pueda hacer eso. No creo que pueda dejar de ser idiota. O que nadie pueda en realidad. Si ser o no un idiota fuera eleccional, nadie lo sería. Y la mayoría de las personas lo son.

No me dejes ir...  //  #NewStarsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora