Capítulo Veintiséis

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-¿Vendrás mañana a la fiesta? -Rompe el silencio.

-Me quedaré aquí. ¿Tú irás?

-Creo que sí, tal vez un rato.

-Clary sigue diciendo que vais a volver. -Suelto sin poder aguantarlo más.

-Puede decir lo que quiera, yo sólo quiero estar contigo.

Giro mi cuerpo hacia el suyo y le miro sonriente. Me encanta cuando es así conmigo, cuando me trata como si fuese la única persona que necesita y no existiese nadie más. Me acerco a él y le beso con ternura, lentamente para saborear sus labios.

Seguimos así un rato, poniéndome a horcajadas sobre él, pero el momento se interrumpe cuando se separa un poco de mí.

-Me están llamando. -Dice mientras mete su mano en el pantalón y saca el móvil que ni siquiera había escuchado. -Es David, seguramente esté ya esperándome. Voy a decirle que quedemos más tarde o mañana que es sábado, ahora sólo quiero estar contigo. -Besa de nuevo mis labios, esta vez con fuerza y deseo, pero le aparto despacio.

-Ve con él, no quiero que me odie más. Sabes que sabrá que has estado aquí si no te ve en ningún otro lado y lo pagará conmigo. Podemos continuar cuando vuelvas. -Le sonrío con un gesto pícaro en la cara y coge el teléfono sonriéndome.

-Qué pasa, tío. Sí, estoy terminando. ¿Estás en la entrada ya? Dame dos minutos. -Y cuelga.

-Luego vendré a por ti, caperucita. -Suelta entre risas mientras me hace más cosquillas y me río con él.

-Estoy deseando ver al lobo. -Nos damos un último beso y cierro la puerta tras él, con una enorme sonrisa tonta en la cara.

Aún son las diez de la noche y quedé con Charles a las once, así que aprovecho el tiempo que tengo para darme una ducha. No habrá mucha gente en casa porque la mayoría habrá salido aprovechando que es viernes, así que no me importa bajar así sin siquiera  maquillarme. Me echo crema en la cara y en el cuerpo y me pongo mi pijama negro con estrellas amarillas por todos lados.

Bajo al salón a las once y veo que no hay nadie. A lo mejor se ha quedado dormido o no se ha acordado. Dudo unos minutos entre ir a buscarle o volver a mi cuarto, pero opto por la primera opción. Al menos lo intentaré.

Cuando llamo a la puerta tarda unos segundos en abrir. Sale con su pantalón azul marino de pijama ancho y una camiseta de manga corta blanca. 

-Llegas tarde. -Dice, intentando ponerse serio.

-¿Yo? Estuve esperándote en el salón. -Contesto mientras entro a la habitación.

Me fijo en el portátil que hay encendido sobre la mesa que tiene enfrente de la cama. Sobre el colchón hay un par de almohadas y un surtido de galletas justo al lado, sobre la mesita de noche.

-Nadie dijo que sería allí. -Responde con una sonrisa ladeada. Me señala la cama y me siento.

-¿La veremos aquí? 

-Sí. Tenemos galletas, agua, podemos bajar a por refrescos si lo prefieres, y la película ya está puesta. Está todo.

¿Y si Will llega y ve que no estoy en mi habitación? Espero que no se moleste como la última vez. Decido mandarle un mensaje para que me avise de cuándo llegará y me responde al segundo que lo hará, así que me quedo más tranquila.

Charles pone la película y apaga las luces, quedando a oscuras con la única luz del portátil. Se tumba a mi lado en la cama y me pasa las galletas que tiene al lado.

-¿Qué película es? -Le pregunto mientras mordisqueo una galleta de chocolate.

-El guardaespaldas. Un clásico. -Contesta, gira su cara un segundo y me guiña un ojo antes de devolver la mirada a la pantalla.

-¡Me encanta! La protagoniza Kevin Costner, uno de mis actores favoritos. ¿Sabes la de películas suyas que he visto? Sin duda me enamoré de él en esta. -Estoy nerviosa por ver de nuevo la película que tanto me marcó. Fue con la que empecé a ver películas de romance y comencé a sentir amor por Brian, qué recuerdos.

-¿Enserio? Soy un genio, entonces. 

Me río junto a él y enseguida nos callamos para ver la película con total atención. El paquete de galletas se termina y Charles baja rápidamente a por unos refrescos mientras yo me quedo viendo la película. Después de dos horas termina la película y me acomodo mejor en la cama, viendo como Charles enciende de nuevo las luces y apaga el portátil.

-Así que Kevin Costner, ¿eh?  

-Cállate, anda. -Bromeo. 

Me levanto de la cama y reviso el móvil, aún no he recibido ninguna llamada ni ningún mensaje. ¿Dónde estará? Es la una de la madrugada.

-Te acompaño abajo, así dejo todo esto en la cocina. -Dice mientras señala las latas de refresco y el paquete vacío de galletas.

-¿Mañana también irás a la fiesta del siglo? -Le pregunto, poniendo los ojos en blanco para que sepa lo que opino al respecto. Bajamos las escaleras hasta la cocina sin toparnos con nadie, está todo silencioso y vacío.

-Había pensado en quedarme en casa, no me apetece mucho ir. ¿Y tú? Parece que te gustaría ir.

Me río a la vez que él y le doy un empujón cariñoso con la mano.

-Me habían invitado para ser la anfitriona en la fiesta, pero creo que yo también paso. -Bromeo. -Ahora me apetece ver otra película de Kevin Costner.

-La verdad es que ya había cumplido mi tiempo contigo por toda la semana, pero puedo hacer un esfuerzo y quedarme contigo. 

-¡Qué tonto! -Grito riéndome.

Mientras Charles inspecciona los armarios en busca de algo más para picar, yo me quedo quieta observándole. La camiseta blanca que lleva deja ver el ancho de su espalda, fuerte y musculosa. Algo dentro de mí me dice que le bese otra vez como hice en el coche, como si fuese nuestro pequeño secreto, pero no debo hacerlo. Ni siquiera sé por qué sigo pensándolo. Odio estar en esta situación entre Will y Charles, no se lo merecen.

-Me voy ya a dormir, tú puedes seguir buscando comida o lo que sea. -Bromeo.

-Yo también me voy, espera. 

Al final se decide por coger una manzana roja y camina a mi lado hasta la puerta de la cocina, y de ahí hasta mis escaleras.

-Bueno, que descanses. Mañana si no me queda otra te veré. -Suelta risueño.

-Si no queda otra... -Le imito.

Se acerca para darme un beso en la mejilla, demasiado cerca de la comisura de mis labios pero sin llegar, haciendo que mi corazón lata con mucha más fuerza. Se aparta con una sonrisa y se marcha, a la vez que va comiéndose la manzana. 

Cuando soy capaz de reaccionar subo a mi habitación y me tumbo en la cama. No puedo esperar más tiempo a Will, mis ojos están empezando a cerrarse sin que pueda mantenerlos abiertos, así que le mando un mensaje.

-"Voy a dormir, mejor nos vemos mañana. Pásalo bien, ¿vale?"

Cuando estoy a punto de quedarme dormida vibra el móvil, un nuevo mensaje. Alargo el brazo hasta la mesilla de noche y lo leo.

-"Estoy llegando, ahora paso a verte." 

Apago la pantalla y vuelvo a colocarlo en la mesilla, intentando no cerrar los ojos, pero inevitablemente caigo en un profundo sueño donde Will es el protagonista



Deseo IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora