Capítulo Cuarenta y Cuatro.

10.3K 563 24
                                    

Apenas he podido dormir esta noche, no puedo conciliar el sueño sabiendo que hoy mismo papá tomará una difícil decisión en la que yo, por primera vez, he contribuido.
Me sentía mal por haber utilizado de esa manera la confianza de mi padre, él haría casi todo lo que yo le pidiera, y he usado eso para esconder lo mío con Mateo, tenía que arreglarlo como sea, haciendo que no fuera Ángel el que manejara los negocios a su antojo en la nueva empresa.

Pero también sabía que mi plan, ya organizado con Mateo, podía salir mal y al final podría acabar él allí, lejos de mí.

Por una parte, ahora entendía a Mateo con lo que a elegir se refiere. Yo tenía que hacerlo entre papá y él. Tenía que proteger a mi padre de Ángel aún sabiendo que Mateo se irá, o no decir nada, que así mi Mat se quedara a mi lado y Ángel perjudicará a papá en sus negocios.

Difícil, esa era la palabra.
Yo, simplemente esperaba que todo saliera bien, pasara lo que pasara, que al final nadie sufriera, excepto, claro está, Ángel. Ese debería sufrir como se merece, ¿podría ser posible que todo saliera como deseaba?

***

Narra Mateo.

Alejandra está loca, completamente loca.
¿Cómo ha podido meterme en todo esto? Lo que tenía que hacer era fácil, pero, ¿quién le dice que todo vaya a salir bien?

Sin duda, me encanta su optimismo. Ella es así, hace las cosas sin pensar, imaginando que al final todo será como ella quiere que sea.

Yo, sin embargo, soy de los que siempre ven el vaso medio vacío, de los que piensan que, si hay una mínima opción de que algo salga mal, saldrá mal. Como esto, a lo que le veía lagunas por todas partes.
Podría pasar de todo, desde que Ángel no dijera lo que nosotros necesitábamos que Jesús escuchara, hasta que dijera mucho más, como mencionar mi relación con Alejandra.

Esta noche he dormido en casa de Jesús, anoche me lo pidió para que le ayudara a tomar la gran decisión y no pude negarme, pero no le dije nada a Alejandra, conozco su poco cuidado en lo que se refiere a nosotros y seguro que hubiera venido a la habitación... y yo no podía aguantar mucho más tiempo las ganas que tenía de tenerla por completo. Por lo que lo mejor fue ocultar mi estancia a unos simples pasos de su cama, hasta a mí me costó no levantarme en mitad de la noche y comerla a besos hasta agotarnos, hasta olvidarme del sitio en el que estábamos y la hora que era.

He descansado tan poco esta noche, que ni siquiera tengo fuerzas para levantarme y encarar un día como hoy.

***

Narra Alejandra.

- ¡Buenos días, Mila! - Saludo a la mujer que, como todas las mañanas prepara café y alguna que otra cosa para que todos desayunemos.

- Buenos días, querida - Sonríe ella, con varias arrugas marcándosele alrededor de los ojos - Ten, come algo, ya sabes que no puedes descuidar nunca más tu alimentación.

- Ya puedes estar tranquila con eso - Le digo, aunque no tardo en meterme una galleta de chocolate en la boca - Las ganas que desaparecieron han vuelto con fuerza a mi cuerpo.

- ¿Y a qué se debe? - Se sienta a mi lado, mirándome, o, mejor dicho, escrutándome.

- Bueno, ya sabes que solo alguien consigue que mi humor sube y baje de esta manera.

- ¿El señorito Mateo? - Se sorprende al adivinarlo - ¿Todo se ha arreglado?

- Si, Mila. Puede que no deba esperar tanto, no lo sé... lo único que tengo claro es que Mat es el único al que quiero en mi vida. - Ella asiente, con una pequeña sonrisa que no se le borra en ningún momento del rostro - Hablando de él, ¿ha llegado ya?

Quiéreme si te atreves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora