Capítulo Dieciséis.

12K 610 15
                                    

Los fuertes gritos me interrumpen y tengo que dejar de tocar mi guitarra. Escucho, estoy segura de que una de las voces es de papá, creo que también escucho a Mateo, ¿acaso están discutiendo?
Mil cosas se me pasan por la cabeza, ¿y si mi padre se ha enterado de lo que sea que tengamos? Quizá a mamá se le haya ido la pinza y se lo haya contado. No, no lo creo. No puedo sacar conclusiones precipitadas, por lo que me dirijo al lugar de donde provienen dichos gritos, el despacho de papá.
No cruzo el pasillo, ya que podrían verme, me quedo justo antes de que comience la cristalera, donde tampoco los veo pero sí los escucho.
No son solo Mat y papá, se oye la voz de otro hombre que parece más enfadado todavía que ellos dos.

- ¡Ése no era el acuerdo! - Grita furioso.

- No vamos a arriesgarnos en algo que luego no sabemos si tendrá beneficios - Dice ahora papá.

- No, sabemos de antemano que no los tendrá. No nos arriesgaremos - Concluye Mateo antes de que se oiga un fuerte golpe.

¿Habrá pegado ese hombre a papá, o a Mateo? Desde luego ganas no le faltarían después de lo que acaban de decirle.
Me late el corazón a mil, esperando impaciente cualquier voz, grito movimiento o...¡algo! Y lo que se oye es la puerta abrirse, ¡mierda! No me da tiempo a salir corriendo, un hombre de traje que tendrá unos cuarenta años pasa por mi lado pero ni siquiera me mira, menos mal... pongo mi mano en el corazón, que empieza a latir a un ritmo un poco más normal, pero tengo que escapar de ahí enseguida, papá y Mateo no tardarán en verme si salen.
Me escabuyo escaleras abajo y papá me sonríe cuando baja unos minutos después y me ve en medio del pasillo, su sonrisa no llega a sus ojos, supongo que todavía piensa en lo que acaba de pasar en su despacho.
Vuelvo a subir corriendo, para que luego mamá diga que debería hacer ejercicio, sin duda hoy lo estoy haciendo.

No veo a Mat en el despacho, pero ambos ventanales están abiertos, por lo que deduzco que debe estar en el balcón. Entro en silencio y salgo donde él está, que me mira sin decir nada.

- ¿Estás bien? - Le pregunto acercándome.

- No, Alejandra. Vete, por favor - Me suelta seco y serio.

- Pero...

- ¡Vete, ahora no! - Grita, mirando al suelo con algunos pelos cayéndole sobre la frente.

- ¿Por qué eres así conmigo? - Mis ojos se empañan de lágrimas. Sí, sé que soy demasiado sensible, pero toda reacción de Mateo provoca esto en mí. - Yo solo intento quererte, hacer que estés bien, y tú...

Me mira, con los ojos llenos de tristeza. Se acerca rápidamente a abrazarme, hundiendo mi cara en su pecho.

- Perdóname, mi niña. Lo siento - Coge mi cara, besando mi frente con cariño - No he debido hablarte así, ¿me perdonas?

Asiento, sorbiendo por la nariz y así calmando poco a poco mis lágrimas.

- ¿Entiendes ahora lo que quería decir con que no soy bueno para tí, pequeña? Por cosas como estas...

- No pasa nada - Limpio los últimos restros de lágrimas con el dorso de mi mano - Entiendo que ha sido la tensión, no has podido evitarlo.

- No, Ale. Las cosas no son así. Tú eres quien consigue hacerme sonreír. La única capaz de hacerlo - Pasa un mechón de pelo rebelde detrás de mi oreja - Yo no sabía qué era la felicidad hasta que tú apareciste para enseñármelo, ¿sabes? Con esa inocencia, con esa dulzura y con esa forma que tienes de hacer que todo parezca posible.

- Quizá porque creo de verdad que lo és. - Sonrío. - Porque pienso que podemos ser felices juntos.

- Cada vez haces que yo lo crea un poco más, mi niña...

- ¿Por qué nunca has sido feliz, Mat? - Me atrevo a preguntar - Te lo mereces, eres un hombre increíble.

- No, Alejandra. No lo soy, nunca lo he sido - Dice ahora poniéndose mucho más serio.

- Siempre dices eso - Me cruzo de brazos - Pero yo no he visto a esa mala persona en todos los años que llevamos conociéndonos. Solo veo a un Mat triste y metido en una burbuja... de la que yo quiero sacarte.

- Quizá algún día lo hagas, pequeña. Pero no puedo asegurarte nada, no sé ser una persona que tú merezcas... Necesito cambiar para ser quien tú quieres que sea.

- Vaya, Mateo, ¿aún no sabes que tú ya eres todo lo que quiero que seas? Te quiero con todo lo que eres, y cada día estoy más feliz de hacerlo...

- No sabes las ganas que tengo de que cumplas los dieciocho años, de tener el valor de estar contigo...

- Tú ya sabes lo que quieres - Le sonrío, acercándome a él y besando su mejilla - Me quieres a mí.

***

¡Es mi cumpleaños! Ése es el primer pensamiento que me viene a la cabeza al despertar. Hoy es uno de esos pocos días en los que me despierto con energía y sin nada de sueño. Puedo decir que hasta casi salto de la cama.

- ¡Felicidades bonita! - Raúl me asusta entrando a mi habitación seguido de toda la familia, que empiezan a cantar el famoso cumpleaños feliz ante mi cara de sorpresa mezclada con confusión por no saber qué hacer en esa situación, con todos cantando y mirándome ilusionados.
Después, comienzan a abrazarme uno por uno, dejando besos y abrazos por toda mi cara.

- ¿Me dejáis cambiarme para bajar? Por si no os habíais dado cuenta, estoy en pijama... - Digo señalándome de arriba a abajo.

Salen casi todos, Mateo se queda algo rezagado.

- Tengo algo para tí, mi niña - Me guiña el ojo antes de salir.

¡Quiéreme si te atreves! Grito en mi interior, éso es lo único que quiero de ti, Mat. Que me bese y me diga que me quiere de una vez por todas, que deje de hacerme esperar mientras veo cada día cómo podíamos estar disfrutando juntos.

Me arreglo tanto como puedo para no tardar demasiado, ya que todos están abajo esperando a la cumpleañera.
Ya peinada y decente, bajo a celebrar el día en el que cumplo diecisiete años, pensando en que me queda un día menos para estar con Mateo.

Quiéreme si te atreves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora