Capítulo Veintinueve.

10.5K 577 15
                                    

Narra Mateo

¡Dí lo primero que te venga a la cabeza, joder, Mateo. Callándote solo harás que sospeche cada vez más!

— Verás, Jesús... – Cierro los ojos con fuerza, respirando hondo – He conocido a una chica, y bueno...

— ¿Cómo? – Su expresión, para mi tranquilidad, se suaviza por completo. – ¿De verdad has conocido a alguien?

— Si, bueno... – Vale, soltar una mentira es fácil, desarrollarla no lo es tanto – Fue hace poco, nada serio. Ya sabes, Jesús. No me gusta airear mis cosas.

— Joder, Mateo. Me habías asustado – Sonríe – Soy tu mejor amigo, puedes confíar en mí. Es la primera vez que faltas al trabajo en años, no pasa nada.

Le sonrío todo lo bien que puedo, pero mi cabeza da vueltas sin parar. He perdido completamente el juicio por Alejandra, por tenerla para mí a solas, tanto, que he estado a punto de hechar a perder mi amistad, ¿qué hubiera hecho Jesús si se entera que la misteriosa chica a la que he llevado a ese hotel es su hija? Me hubiera pegado una paliza y merecida.

Si a tí te disparan, yo sangro.
Recuerdo la frase de mi niña y una sonrisa me sale automática.

— ¡Si que te tiene pillado esa mujer! – Exclama Jesús sacándome del nuevo trance en el que encontraba – Faltas al trabajo, estás en las nubes... ¡si hasta sonríes como un adolescente! – Da una palmada, riendo.

— No, bueno... – Un adolescente, si. Esa es la palabra adecuada sin duda– Dejemos el tema.

— Está bien, está bien. Ya sé que te incomoda hablar de tu vida privada. Pero esto es una novedad... una sorprendente novedad, Mateo. – Sonríe sin parar, ¿de verdad se alegra tanto por mí? – ¿Y no será ella por lo que no quieres ir a dirigir la nueva empresa, verdad?

— No, Jesús. No quiero ir porque mi sitio es éste – Empezamos de nuevo con el tema de irme, estoy ya cansado de él.

— Mateo, como te dije... debes ir. Ya no te lo pido como jefe, sino como amigo. Te lo pido por favor, si es necesario. Te necesito allí...

***

Narra Alejandra

Es viernes, por lo que decido llamar a Raúl, estas tardes siempre han sido nuestras y eso no quiero que cambie.

Descuelga al tercer tono.

¡Hola Ale! ¿Estás mejor?

— Si, Ra, ¿vienes esta tarde a casa?

— Claro – Alarga la a – A las seis me tienes ahí.

Colgamos, miro el reloj, todavía falta una hora para que venga mi mejor amigo, por lo que voy eligiendo yo la película... aunque no es tarea fácil. Papá puede tener, sin exagerar, mil películas de todos los géneros. Cada cumpleaños, aniversario o días especiales, la colección va en aumento, por lo que es imposible verlas todas aunque vivas toda la vida, no daría tiempo.

— Hola, pequeña – Mateo aparece por la puerta de la que llamamos sala del cine – ¿Qué haces escondida entre las estanterías?

— Buscaba una buena película, ¿cuál me recomiendas?

— No lo sé – Se encoge de hombros – No tengo demasiado tiempo para ver cine.

Voy hacia la estantería de romance, donde por supuesto hay muchas películas, de las que no he visto ni la mitad.

— ¿Qué tal esta? – Le enseño la carátula de pearl harbour.

Es muy bonita – Sonríe – De tu estilo.

Quiéreme si te atreves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora