Capitulo 11

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11. Bipolar

Asier

—Asier, ¿Viniste solo? —Greg estaba en la barra.

—No —volteé y no encontré a la novicia. ¿Dónde se había metido? Tiré la vista y no la veía por ningún lugar—.   Espera creo que se ha perdido , Greg.

—¿Quién se ha perdido? —intervino Luna, mirando a mi alrededor.

—Voy a buscarla —les avisé. Y empiece a caminar por el Bar, no encentraba ninguna castaña cerca.

No era un lugar tan amplio para que se perdiera. Pero si había suficientes hombres hasta el culo de alcohol como para que trataran de propasarse. Si se aprovechaban de ella nunca me lo iba a perdonar, ni ella me perdonaría. ¿Por qué demonios me meto en esto?

Alguien me empujó y cayó a mis botas, se me encendió la piel y lo levanté jalándolo del cuello de su camisa. Sentía el calor inundar mi puño, y el chico me miraba con miedo.

—Lo siento, Asier —rogó que lo soltara.

Bufé y lo deje libre, cuando se alejó veía a Elizabeth parada frente a  Hugo mientas el bailaba muy pegado a su cuerpo. Me imaginé que quería hacerla su conquista de esta noche; sin darme cuenta estaba ya junto a ellos. Hugo trataba de acabar con la poca distancia entre sus cuerpos , e impulsivamente le estampé mi mano en su pecho para detenerlo. Sentí la mano de ella junto a la mía y la miré, agarré su mano para llevarla a mis espaldas.

—Asier, ¿es tu chica? —preguntó Hugo confundido

—No, pero no por eso va a ser una chica de tu colección, Hugo —le recalqué, sentí todo el calor subiendo por mi mandíbula. Pasé una mano por mi cabello para tratar de calmarme. Hugo no haría nada si se lo prohibía, era así.

—Vale, solo estaba bailando un rato —palmeó mi hombro pasando de mi, le guiñó un ojo a Elizabeth y se fue hacia la barra.

Estiré mis hombros volviéndome hacia la novicia. No había mencionado nada de todo esto, me miró y se encogió de hombros.

—Fue raro todo esto —dijo

—¿Por qué te has perdido? —exigí, haciéndole señas para que saliéramos de la pista de baile del bar a uno más apartado.

Caminamos entre la gente que bailaba hasta que por fin salimos de ahí, entonces le hice cara a su respuesta.

—¿Tienes que saberlo todo? —rodó los ojos. Asentí —.  Bien, vi a una vieja amiga junto a Greg

—¿Y?

—Y no nos hablamos desde haces añospor problemas familiares, bueno más míos que de ella. Se me cae la cara de vergüenza de encontrármela.

—¿Por eso? Vamos, de seguro ya se ha ido —comencé a caminar hasta que me jaló del brazo.

—Asier, esa chica es Luna —dijo, compasiva —. No me hagas ir para allá, prefiero irme.

Me acerqué más a ella y la vi fijamente a los ojos, parecía que estaba al borde de las lágrimas. Esa cara tan adorable que colocaba cuando se sentía indefensa era demasiado para mi. Pero no podía irme, acababa de llegar y Sandro era mi amigo. Tenía que quedarme.

—Novicia, vamos —insistí, usando un tono de voz increíblemente suave— . Ella se seguro no te dirá nada, es muy probable que no recuerde nada de eso y que solo este en tu cabeza.

Suspiró, aceptó mis palabras y sonrío.

—Gracias —dijo, y se lanzó a mí para darme un abrazo. Sentía el tibio calor de sus manos rodearme y era una sensación indescifrable para mi. Hace años que no recibía un abrazo, y justo ella estaba dándome uno.

Se separó y quede desconcertado, como si esos pocos segundos fuera estado en otro lugar. Vi su rostro sonriendo y reaccioné cuando escuché que la música había cambiado a una más fuerte.

Caminamos hasta la barra, y Greg la saludó a la par que presentaba a Luna. No parecía reconocerla, así que vi como se relajó luego de ese momento. Mientras más pasaba el tiempo más en confianza se sentía, incluso hasta sonreía.

—Asier, ¿Qué tal te va? —Sandro apareció en medio de la multitud, estaba vestido a lo grande. Después de todo era su inauguración.

Estreché su mano y luego el se la ofreció a Greg, quien empezó a presentarle a su novia y a la novicia. Sandro se quedo sorprendido con ella, y reventó de sorpresa cuando Gregory le menciono que la había traído yo. Tratando de disimular estaba haciéndome gestos para que le explicara.

Como no le hice caso se acercó hasta mi.

—¿De donde sacaste a tu novia? ¡Me ha dicho que no a un trago! —exclamó

—No es mi novia, Sandro —tome un sorbo de la cerveza recién servida que tenía al frente —. Y la he sacado del convento —reí

—Venga, no me sorprendería —se carcajeó — . Pero en serio, Asier. ¿Qué haces con ella?

—Es una prima —dije, relajado. Últimamente las mentiras que decía iban en ascenso. Lo de la prima me resolvería frente a unos cuantos.

—No sabía que eras un chico de familia

—No sabía que eras investigador —espeté.

—Vale, no digo más. ¿Qué te ha parecido la fiesta?

—No he llegado hace mucho. Pero tiene buena pinta —dije, tomando un poco más del trago.

—Espera que aumente el nivel, hermano. ¿Has probado los aperitivos? —preguntó, ante mi negación hizo señas a uno de los chicos que atendían las mesas y de pronto apareció una bandeja de varios picadillos —.¡Pruébalos! Los he hecho yo mismo.

—¿Lo has hecho tu? —interrumpió Greg saltando a la bandeja. —Hmm, están buenos. Tienes que probar esto, Luna.

Su novia empezó a comer igual, y entonces vi como la novicia estaba sola e incómoda al fondo. Caminé hasta ella y toqué su hombro. Se sobresaltó un poco ante mi tacto.

—¿Sucede algo?

—Nada, solo que es nuevo estar aquí. —dijo, tomo de su refresco y agregó — :¿Puedes creer que ni me conocía?

Rodé los ojos —¿Quién te entiende, novicia? Primero estas con que te conozca, y ahora te pones toda estúpida porque no lo hizo. En vez de pedir mi ayuda debiste buscarte un psicólogo.

—Es complicado, Asier. Tu no entiendes, tu nunca has querido a nadie —dijo, se levantó y caminó en dirección del baño.

Tu nunca has querido a nadie, ¿quien se creía?, era una loca bipolar y luego me sale con eso. ¡Que le den!, pedí otro trago en la barra, y otro, y otro. La fiesta se empezaba a poner realmente buena, y sentía el sudor correr por debajo de mi piel, y el sabor de una boca extraña en la oscuridad. Había bebido demasiado.

Caramelo de CianuroWhere stories live. Discover now