Capitulo 20

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Por fin parece que Sonia me ha dejado en paz. Sé que se preocupa por mí y lo hace con la mejor de las intenciones, pero ella no sabe lo que es esto. El único que sabe realmente lo que tiene encima es el que lo está pasando. Desde fuera a todos les parece sencillo o fácil de superar. «Déjala ir», dicen como si nada. «Tienes que intentar ser feliz». Como si eso fuera una decisión. Soy una persona capaz de superar la muerte de un ser querido como cualquiera. Por desgracia, es ley de vida. Pero cuando tú has sido el responsable de esa muerte, todo cambia. Y si es la de tu pareja y futura esposa se convierte en el mayor de los tormentos. No ha pasado un solo día en el que no haya deseado con todas mis fuerzas haber sido yo quien recibiera aquel balazo. Mi maldita imprudencia le costó la vida a quien más amaba. Un mensaje de Laura me saca de mi lamento.

Hola. Perdona que te moleste a estas horas, pero me quedé algo preocupada. Solo quiero asegurarme de que estás bien.

Mi corazón se encoge. Me gusta saber que se preocupa por mí, me hace sentir bien. Quiero contestarle, pero mi lucha interior me lo impide. Busco el recuerdo de Gema en mi memoria, ella es la única que debe ocupar mis pensamientos. Un segundo después, las imágenes de Laura arqueándose debajo de mí parecen jugar conmigo. Trato desesperadamente de borrarlas, pero llegan aún más nítidas. Aprieto la almohada contra mi cara.

—JODERRR —ahogo un grito. Mi cuerpo la desea de nuevo y me siento mal por ello. No puedo hacer nada para evitarlo—. JODERRR —vuelvo a gritar hundiendo la cabeza en la almohada. El recuerdo de su sabor hace mi boca agua. Empiezo a desesperarme. Me pongo en pie dispuesto a darme una nueva ducha de agua fría cuando llega otro mensaje.

Quiero que estés tranquilo. Lo que pasó hoy entre nosotros no nos compromete a nada.

¿Cómo? Miro el teléfono con rabia. Sus palabras me producen sentimientos contradictorios. ¿No significó nada para ella? Me molesta más de lo que debería. ¿Por qué me afecta tanto que me diga eso? ¡MIERDA! ¡JODER, MIERDA! Camino nervioso por mi habitación. Estoy hecho un lío. Decido contestarle y acabar con esto por hoy. Necesito urgentemente un descanso mental o me volveré loco.

Contaba con ello. Respondo dolido con la intención de hacerle creer que tampoco significó nada para mí. No hay respuesta de vuelta y me doy por satisfecho. Estoy tan agotado que me quedo dormido rápidamente.

A la mañana siguiente procuro aparcar lejos del hotel. Sé que Laura volverá y no quiero encontrarme con ella. No estoy preparado para enfrentarla aún. Desde mi posición la veo llegar. Parece cansada. Hoy no camina tan segura como lo hace otras veces. Tendría que hablar con ella, pero esperaré a terminar con mi investigación. Si mis sospechas son ciertas, sería ridículo que le diera explicaciones a una delincuente, pero si por el contrario estoy equivocado no tendré más remedio que hacerlo y disculparme.

Unas horas después el coche de César se acerca a toda velocidad. Todavía no ha acabado su jornada laboral. Algo pasa. Corro hasta él, preocupado.

—¿Qué ocurre? —digo sofocado cuando llego.

—¡Es Natalia! —siento un escalofrío—. Se ha desmayado de nuevo —le pierdo de vista cuando entra al hotel. Laura está con ella y eso me preocupa. Espero paciente y veo llegar una ambulancia. Necesito saber que Laura no tiene nada que ver con lo que le haya pasado a Natalia. Esto está empezando a afectarme personalmente. Si no detengo lo que sea que estoy empezando a sentir por ella pronto buscaré excusas para exculparla.

Minutos después de llegar, la ambulancia se marcha. Todo parece estar bien. Cuando estoy a punto de marcharme la oigo.

—Hola, musculitos —no me gusta su tono tristón. ¿Dónde está su efusividad? Me vuelvo y la veo. Preciosa como siempre, pero echo en falta su chispa natural—. ¿Cómo estás? —pregunta sin mucho ánimo.

El tormento de Álex - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora