siete

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WooHyun fijo su mirada en su amiga quien no dejaba de sonreír

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WooHyun fijo su mirada en su amiga quien no dejaba de sonreír. Su cabeza barajaba las posibles razones por las que había recurrido a él, o siquiera porqué buscaba un hombre para la entrevista, ¿era, realmente, necesario estar casada para adoptar? ¿Estaba ella segura de lo que haría? ¿Era, quizás, una confesión de amor indiscreta? Mordiendo su labio, algo divertido y halagado ante la propuesta de su amiga, le sonrió, eliminando cualquier conclusión de su mente y solamente aceptando aquella que le indicaba que ella recurría a él porque era, efectivamente, el hombre en el que más confiaba.

—Sabes que no le puedes mentir a una organización que tiene contacto directo con el gobierno, ¿verdad? —asintió de inmediato y se dispuso a hablar mientras ambos se dirigían a la oficina de Jang con un café en sus manos luego de una agotadora operación que había tenido una duración de seis horas.

—¡Claro que no le voy a mentir! —declaró sonriendo. Había estado pensando en el plan hace días y a su gusto estaba perfecto. Le explicó, entonces que, no le mentiría al orfanato, sino que ambos serían un par de novios comprometidos, luego de completar la adopción de MyungWoo romperían de la forma más dramática posible y, por lo tanto, no podrían culpar a ninguno de los dos. En cuanto a los papeles, no tendría que preocuparse, la adopción solamente la llevaría a cabo ella y no él.

—Va a salir mal, pero ¿qué más da? —encogiéndose de hombros dejó salir un suspiro mirando a su amiga. En realidad, admiraba el gran amor que había desarrollado por ese niño, pero por otra parte seguía preocupado, seguía pensando que todo este apego al infante se debía a la familiaridad de la situación y que, de alguna u otra forma, ella creía que Myungwoo, de una forma inconsciente, se trataba de aquel hermano que nunca pudo conocer—. Está bien.

—¡Muchas gracias! —abrazó a su amigo con una gran sonrisa en su rostro, con cuidado de no derramar su café sobre sus ropas. Su corazón ahora latía rápido, entusiasmado ante la idea de cuidar a ese niño poco a poco se iba concretando.

—Debo ir donde el señor Son, nos vemos luego, ¿sí? —anunció y la chica asintió tomando la manija de su oficina antes de hacer un ademán con su mano en forma de despedida y entró en ella luego de ver a su mejor amigo yéndose por los pasillos del hospital.

Estaba demasiado contenta, no podía dejar de pensar en lo que serían sus días junto a Myungwoo de ahora en adelante, ella se haría cargo de él hasta que su madre despertase. Suspiró, una vez más, recordando lo extraño que era que aquella mujer no tuviera ni un solo familiar o conocido al que contactar. Pensó, entonces, que quizás todo esto era obra del destino, que ese niño tenía una misión, sin embargo, llevando un mechón de pelo errante tras su oreja descartó todas esas posibilidades y se rindió ante la felicidad mientras entraba a su oficina.

Irradiando felicidad, se dio media vuelta para visualizar por completo su oficina encontrándose con Jungkook apoyado en el escritorio, lo que provocó su sorpresa ante la repentina aparición del muchacho. Dejó salir un grito ahogado al mismo tiempo que el vaso con café impactaba contra el suelo y no demoró en maldecir, agachándose para limpiar el desastre que se había causado. Jeon abrió su boca, sorprendido, y, tomando los pañuelos que estaban en el escritorio, se colocó a la misma altura que su compañera con el fin de ayudarla.

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