Capítulo 18. Azul

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— ¿Estás lista? —me giro y veo a un Jayden completamente diferente, trae un traje negro con su camisa blanca desabrochada de los dos primeros botones. Ya tuvimos la discusión de porqué había aceptado la invitación de sus padres y es que Jayden debe acercarse más a ellos antes de tomarlos por causa perdida, es verdad que los señores no fueron del todo amables, pero creo que la familia es importante y puede que para ellos haya una oportunidad de sanar.

Observo ahora mi vestimenta que consta de un vestido negro demasiado sencillo con corte corazón en el pecho sin ser demasiado revelador y el cabello recogido en un simple moño, de verdad espero que esto no sea tan insignificante como se ve en este momento.

— Te ves hermosa—susurra llegando a mí.

Sonreí en señal de agradecimiento acercándome al pequeño Kian.

— ¡Mira esta belleza de niño! —levantó en brazos al bambino para admirarlo, lo vestí con un trajecito de oso ¡Y se ve hermoso!

— Se ve cómico—Jayden se ríe en una carcajada.

— No te burles—le digo seriamente golpeando su brazo— Kian luce hermoso—una vez que logra controlarse ve a Kian y vuelve a reír.

Molesta tomo al pequeño en mis brazos y salgo a la sala.

— ¡No te enojes princesa! ¡Se ve cómicamente hermoso! —dice persiguiéndome por el lugar, me giro bruscamente chocando con su pecho, levanto la vista y veo sus ojos grises solo que ahora tiene algo en especial que no logro descifrar, no me muevo y él tampoco lo hace hasta que se comienza a acercar a mi rostro lentamente, su respiración comienza a acelerarse al igual que la mía y al estar a unos centímetros de mis labios se detiene, es ahí cuando el llanto de Kian nos asusta.

Recuperando la compostura mezo un poco en brazos al bambino y salgo de esa burbuja hipnótica ¿desde cuándo sus ojos son tan lindos?

— ¿Nos vamos? —me pregunta algo nervioso. Asiento con la cabeza y lo sigo a la salida sin decir nada para no hacer esto malo para ambos, abajo ya nos espera un taxi así que subimos y el camino, aunque es silencioso no incomoda.

— ¿Estas bien? —me atrevo a preguntar cuando veo que no deja de limpiar sus palmas de las manos o acomodar su cabello.

— ¿La verdad? No, ¿Tienes idea de cuánto llevo sin ir a mi casa de visita o a una de sus estúpidas cenas? —cuestiona algo exaltado— ¡Años! ¡Años, Azul!, pero a "casa" hace años que no voy y estoy nervioso, demasiado nervioso. Hace unos meses estuve ahí por Vanessa, pero no se puede tomar como visita, ya que no pasó ni una hora.

Ante tal sinceridad me quedo callada.

— ¿Temes que te avergüence yo? — Pregunto algo incomoda por la conversación.

— Claro que no. Azul es un honor que me hayas decidido acompañar, el problema es que mi familia es un poco muy pequeña y te aseguro que en esa cena habrá más de cien personas.

— ¿Entonces porque has aceptado si te molesta ir? Pudiste contradecirme y negarte. Sé que tu y Vanessa estaban de acuerdo en que las cosas con sus papás nunca saldrían bien, pero Jayden si hablas con ellos tal vez algo pueda cambiar, temerles no nos va a ayudar en nada.

— Princesa no me molesta ir, me molesta que mis padres no conozcan el significado de "familia" o que mi hermano sea un hijo de puta. Si acepté esto es porque tu lo hiciste y como dicen por ahí hay que mantener al amigo cerca y a los enemigos aún más cerca.

Por su nerviosismo me quedo callada no quiero arruinar de más las cosas.

— Ellos te aman a pesar de ese carácter que tienen, a la familia no se le puede cambiar Jayden, debes aceptarlos como son, tal vez no te guste, pero te aseguro que hay cosas que tampoco les gusta a ellos de ti y aun así ninguno se ha sentado para sanar sus heridas—después de eso ya no contestó hasta que llegamos a una gran casa.

Todo por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora