«ORGILEP»

60.3K 7.7K 2.6K
                                    

Yo:
» ¿No te ha llamado aún?

JHope:
» Nada.
» Hoy fui a su casa. Destrozada. Definitivamente está en problemas.
» Nam, ¿deberíamos buscar con al policía?

Yo:
» ¿Estás loco? ¿Y si no está ahí y empeoramos más las cosas?
» Las malas noticias vuelan rápido. Si lo hubieran atrapado... O si... Algo le hubiese sucedido...
» Esperemos un poco más.
» ¿No hay nadie que pueda saber algo de él, además de nosotros?

JHope:
» Pues... Está ese tipo que vende sus mierdas en la universidad.
» Tal vez él sepa algo.

[...]

Yoongi se remueve un poco, sintiendo como si lo volviesen a apalear a punta de patadas por todo el cuerpo. Al abrir los ojos, la luz del día llena cada parte de esa enorme habitación. Gira el rostro hacia la izquierda, esperando ver a Seokjin sentado, más solo divisa un sillón vacío.

De hecho, no hay nadie en ese lugar además de él. A su lado derecho encuentra un papel con un mensaje escrito; frunce el ceño y arruga el papel, tirándolo lejos. No puede moverse con libertad, pues cada músculo le pesa casi lo doble.

Sobre sus brazos encuentra la suave y fina tela de una camiseta de manga larga, y en sus piernas, un pantalón de algodón ha remplazado a sus jeans.

La puerta de la habitación se abre, alertando a Yoongi. Una mujer de edad entra con una bandeja en las manos, y se dirige calma hasta la orilla de la cama.

— Buenos días —le saluda con su cansada voz—, despiertas justo a tiempo para tus medicinas —la mujer le extiende un vaso de agua y una enorme cápsula blanca.

— No necesito eso.

— Ahora veo a qué se refería mi ChimChim con que eres voluble —se carcajea la vieja, dejando el vaso y las pastilla en un buró junto a la cama—. Bueno, como desees. La comida está casi lista.

— ¿Comida?

— Son las tres de la tarde, bello durmiente —la mujer se retiró cerrando la puerta a su salida.

Yoongi se incorporó en la cama, sintiendo mil agujas enterrarse en su espina dorsal. Tenía que salir de ahí. En el buró junto a las pastillas y la mesa de noche, encontró su salvación, un teléfono.

[...]

— Dios, paren ahora o voy a vomitar.

El castaño y el pelirrojo se incorporaron en la banca de la cafetería, mirando de manera interrogante a Taehyung.

— ¿Qué sucede, Tae? —Pregunta Seokjin, con su habitual tono maternal.

— Es la misma pregunta que yo me hago —el menor de los tres cruza sus brazos—. Desde que salimos de la casa de Jimin ustedes dos han dado tantos suspiros que ya hubieran inflado cien globos.

— Creo que exageras —lo relaja el pelirrojo, con una sonrisa en la cara.

— De ti lo entiendo, Jiminie —el castaño toma uno de los hombros de su mejor amigo—; sé que ese tipo de cabello verde te ha flechado...

Tienes un mensaje. [NamJin]Where stories live. Discover now