Capítulo 49

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Ian

Desde que hablé con Victoria no he podido dejar de pensar en lo que me dijo, si Isabella me contó su secreto es porqué siente algo muy fuerte por mi como para arriesgarse a que yo lo cuente, creo que reaccione un poco exagerado respecto a la situación, es obvio que ella no me podía contar... creo que lo que me dolió más que nada es que no tuviera la suficiente confianza como para decírmelo antes.

Subí las escaleras hacía su habitación, toque 2 veces, tardó en abrir y cuándo lo hizo vi que sus ojos estaban demasiado rojos, me sentí culpable, aunque en cuanto me vio, su expresión cambió completamente.

– ¡Ian! Lo siento tanto, en serio perdóname, fui una tonta por no contártelo... –comenzó a llorar.

La interrumpí con el beso más tierno que he dado en mi vida, las lágrimas dejaron de salir de sus ojos y sus manos se posaron detrás de mi cabeza para atraerme más a ella, la sujete de la espalda para abrazarla, sus labios sabían increíble, siempre me derretía en ellos, ¿Cómo demonios podía enojarme con esta mujer si me vuelve loco? Nos separamos y sus ojos cafés me hipnotizaron de nuevo.

– ¿Eso quiere decir que me perdonas? ­–dijo pasando a su habitación y yo atrás de ella cerrando la puerta.

–No tengo nada que perdonarte Isabella, todos tenemos nuestros secretos y es obvio que tú también tuvieras los tuyos, soy yo el que te pide perdón a ti –sonreí, ella asintió con la cabeza– pero eso sí, tienes que dejar de hacerlo.

Ella se me quedó mirando unos segundos, como meditándolo, después me dio la sonrisa más hermosa que le he visto en mucho tiempo.

–Tienes mi palabra, que se jodan esos idiotas –rió y nos volvimos a besar.

Victoria

Estar fuera todo el día me ayudo a despejar la mente, tenía nuevas ideas y quería contárselas a Damián lo antes posible.

Subí a mi recamará y vi una nota que dejó Katia.

"Recuerda que tienes que hacer el trabajo de los planos con Dimitri, mañana platicaremos sobre cómo proceder con eso en el despacho de Damián a primera hora, no estaremos en toda la noche. Cuídense"

Me reí, eso de dejar mensajitos en las almohadas se me hacía muy... pasado de moda, pero me gustó la idea, aunque no tanto la de trabajar con ese imbécil.

Rodee los ojos y bajé a la cocina a prepárame algo de cenar.

Casi doy media vuelta y me regreso a mi recamara cuando veo a Dimitri sentado leyendo algo, se volteó a verme sorprendido pero con una sonrisa engreída en su rostro. ¡Genial! ¡Lo que me faltaba!

–Supongo que Katia también te dejó una nota ¿no? –dijo enseñándome el papel que tenía en las manos, aunque no alcancé a leer que decía.

–Si –dije resignada.

Caminé hacía el refrigerador y saqué el bote de leche, me serví cereal en un tazón.

–Sabes que aunque no quieras tenemos que trabajar juntos, a mí tampoco me gusta la idea, pero será mejor que cooperes.

– ¿Y si no quiero? –dije sin voltear a verlo mientras servía la leche.

–Pues no creo que a Damián le gusté mucho la idea de tu anarquía.

–No podría importarme menos –guardé la leche y agarré mi tazón, caminé hacía la salida.

­–Eres tan infantil –me dijo agarrándome del brazo.

Yo voltee por inercia, nos quedamos solo separados por el tazón que yo tenía en mis manos.

–Parece que tú estás bastante interesado en trabajar conmigo –dije mirándolo fijamente, el soltó una carcajada.

Una Hermosa MentiraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz