Capítulo 30

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Ian

Me desperté, vaya que me había hecho falta dormir estos días, Jared y Damián habían estado ocupados con cosas del ‘negocio’ y me había tocado hacer hasta doble turno.

No se por que, pero desde que le conté mi historia a Jared el a estado un poco raro conmigo, siento como que sabe algo pero no me quiere decir, tengo que descubrir que es, el cree que no me doy cuenta, ¡Pero claro que lo hago!  ¡Además de que es obvio!

Baje a la cocina, era de noche, no había nadie, todos se habían ido a la carrera, yo habría ido de no haber estado tan cansado.

Me serví un vaso de leche y me senté en la mesita que estaba en la cocina, me daba algo de flojera irme hasta el comedor…

Se sentía extraño estar solo, me había acostumbrado a siempre estar rodeado de gente, aunque no escuchar tanto ruido era bastante relajante.

Me acabe la leche y me fui a dar una vuelta por la casa, no era tan grande como la de Estados Unidos, aunque me habían dicho que la de Londres estaba realmente enorme, que parecía un palacio, algún día me iré allá, quería convencer a Damián de que mandará para allá, algún día lo lograré.

Aunque esta casa estaba realmente bonita, con acabados dorados y pintada de blanco, cortinas grises que resaltaban el color dorado, y los muebles de madera cobriza, todo realmente de primera clase.

Ya me imagino lo que tuvo que pasar Damián para levantar un ‘Imperio’ como este, con mansiones como estas en todo el mundo… Canadá, Estados Unidos, México, Inglaterra, Venezuela, Brasil, Chile, Argentina, Alemania, Colombia, España, Francia, Italia… Va, la lista es interminable.

Ya veo porque lo quieren destruir, aunque siento que aunque lo mataran sería Jared el que se encargaría de todo… Aunque si matarán a los Rochester… ¿Quién se quedaría con el poder? ¿Katia y Luna? ¿Claudia? Quien sabe, tendré que preguntárselo.

Escuche un sonido como de agua… “Pensé que no había nadie”  me dije a mi mismo, casi por instinto agarre la pistola en mi cinturón, me acerque a la alberca…. Y vi algo que me dejo con la boca abierta.

Era Isabella nadando con agilidad de un lado para el otro en la alberca, tenía un cuerpo escultural, y su bikini no dejaba mucho a la imaginación, pude notar que tenía un tatuaje en sus costillas, aunque no entendía muy bien que decía por el movimiento del agua.

Me quede recargado en una de las torres que estaban ahí, solamente viéndola moverse sin preocupaciones ni prisa por debajo del agua.

Se dio cuenta de que estaba yo ahí, salió y se sentó en la orilla de la alberca,  me sonrió.

–Vaya, no sabía que era tu especialidad ver a las señoritas nadando –Me miro y me hizo una seña para que acercara, yo me reí un poco de su comentario, me puse en cuclillas a lado de ella, ella solo me sonrió mas.

¿“Trust no one”? –Le dije señalando sus costillas, ella volvió a sonreír.

–Es como mi filosofía, en esta vida ya nada es seguro y mucho menos las personas –Suspiro.

Una Hermosa MentiraWhere stories live. Discover now