—¡Rukia! —chiló Renji, corriendo hasta estar junto al extraño mientras éste sentaba a su compañera en una silla— Oh dios, ¿qué ha pasado?

—Es solo un corte —explicó— ¿Puedes traer alguna bebida con azúcar? Creo que su presión sanguínea está cayendo.

—S-sí —Renji asintió antes de marcharse a toda prisa hacia la cocina.

—Yo-...—Rukia intentó decir, pero su estómago se revolvió de nuevo, y tuvo que apoyar la frente sobre el frío cristal de la ventana para calmarse un poco— Lo siento...

Una pequeña risa resonó al otro lado de la mesa y sintió su mano siendo atraída hacia el extraño de ojos color chocolate.

—No puedo tomar tu disculpa en serio si no sé tu nombre.

—Kuchiki...escrito en... la etiqueta... —la camarera logró decir con algo de dificultad, cerrando sus ojos con fuerza mientras trataba de calmar su respiración.

—Ese no. Quiero saber tu primer nombre —A pesar de tener los ojos cerrados, era como si pudiera sentir su sonrisa en su voz. Era cálida, una sonrisa genuina que lograba meterse entre sus poros y llegarle hasta los huesos.

—Rukia. Kuchiki Rukia.

—Kurosaki Ichigo —el estudiante respondió. Rukia sintió como algo era presionando contra el herida para parar la sangre— ¡Menuda bienvenida! Creo que me va a gustar este sitio.

Mientras los últimos trazos de la memoria se desvanecían, Rukia apenas se contuvo de morder la almohada bajo su cabeza con desprecio.

Tienes que olvidarte de él... Porque si no lo haces...

Cerró los ojos, exhalando profundamente, y al tiempo que tomó la siguiente bocanada de aire, la angustia llenó sus pulmones junto con el oxígeno.

Debió tomarse el día libre aquel jueves. Debió quedarse en casa con su libro favorito, ahorrando a ambos la angustia, la miseria y el tormento sin fin que causaba no poder estar juntos de verdad. O quizás si no hubiera cogido tantos platos y vasos al mismo tiempo... O si no se hubiera chocado con Ichigo tan descuidadamente... O no se hubiera cortado... O quizás, quizás... Dios... si no hubiera levantando la mirada para mirar a aquellos cálidos ojos, llenos de tanta amabilidad...

Sí, si no hubiera al menos hecho eso... si al menos no hubiera hecho algunas de esas cosas, entonces tal vez... Sólo tal vez... ese jueves no se hubiera vuelto un punto tan desastroso en su vida. Porque eso es lo que ese día fue: un desastroso entramado de hilos, conectados para traer un catastrófico resultado: dos corazones, tan cercanos, tan distanciados, tan enamorados. Con un destino terrible...

Rukia había empezado a quedarse dormida sin notarlo cuando un extraño ruido de repente llegó a sus oídos, haciendo que se removiera incómoda y gruñera. Arrugó el entrecejo, murmurando algo para sí misma, y estaba a punto de presionar su almohada contra sus orejas para tapar el sonido, cuando reconoció algo que la hizo saltar de su posición, todo rastro de sueño desaparecido.

—¡¿Qué demonios?! —Exclamó, saliendo de la cama y dando trompicones hasta la ventana y la abrió— ¡Ichigo! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Dos pisos más abajo, parado al lado de la puerta abierta de su coche, Ichigo sonreía felizmente.

—¡Te estoy cantando una canción! —explicó antes de meter su cabeza dentro del automóvil y subir el volumen de la canción que en ese momento se estaba reproduciendo. La cara de Rukia visiblemente palideció, sus ojos abriéndose como platos, observando la escena impactada y perpleja. El pelinaranja simplemente sonreía, esperando el momento correcto de la canción para abrir su boca y cantar al ritmo.

Yo puedo ser tu héroe, puedo hacer desaparecer el dolor con un beso. (1)

—¡PARA YA ICHIGO! —Rukia gritó horrorizada y con una vergüenza rápidamente creciente, mientras se apoyaba contra el marco de la ventana e intentaba poner la expresión más seria posible para echar a Ichigo de allí. Es innecesario decir que no obtuvo resultados porque el chico sacudió la cabeza y siguió cantando, obviamente decidido a enseñarle a todo el vecindario lo lejos que podía llegar.

Estaré a tu lado para siempre, puedes quitarme el aliento.

—¡No, no, no, no, no! ¡Para, para! ¡¿De qué va todo esto?!

—¿Saldrás conmigo? —Ichigo gritó esperanzado desde su posición dos pisos más abajo, entrelazando sus dedos frente a su pecho, implorándole. Rukia se alejó un poco de la ventana y negó con la cabeza— Eso significa que necesitas ser convencida un poco más... Joder, me perdí un verso entero... Sin problema, la reproduciré de nuevo si es necesario.

—¡Ichigo! ¡Te arrestarán!

Ichigo sonrió satisfecho, encogiéndose de hombros como si nada.

—¡Quedará en tu consciencia enana! —Hizo una pausa, tomando una bocanada de aire, y volvió a cantar— Solo quiere abrazarte... Solo quiero abrazarte. ¿Estoy demasiado hondo? ¿He perdido la cabeza?

—¡Definitivamente has perdido la puta cabeza! —la pálida chica chilló.

—¡Sal conmigo, Rukia!

—¡¿Estás loco?! —gritó cuando el pelinaranja subió de nuevo el volumen, causando que el coche vibrara visiblemente con la alta música que estaba reproduciendo. Algunas luces por encima de su piso se encendieron y una señora mayor lo amenazó con llamar a la policía (algo que la fresa ni escuchó).

—¡Dame una oportunidad, solo una Rukia! ¡O pasaré la noche aquí, cantando hasta que me quede sin voz o la policía me arreste!

Rukia permanecía incrédula. Sus mejillas estaban ardiendo, su corazón latiendo tan deprisa que pensó que estallaría... No tenía ni idea si debería reír o llorar... Pero de algún modo terminó haciendo lo último. ¡Se acabó!

—¡Saldré contigo! —gritó sacando la cabeza por fuera del marco de la ventana, sus mejillas rojas y su risa vibrando a través del aire— ¡Saldré contigo, Ichigo! —repitió, su corazón latiendo con más fuerza y su estómago llenándose de felices mariposas, haciéndole cosquillas y calmando un poco sus preocupaciones.

—¿Lo harás? —la expresión de Ichigo no tenía precio ni descripción. Era como la cara de un niño al que le acababan de decir que las Navidades llegaban antes. Rukia asintió, parpadeando rápidamente mientras sentía que sus ojos picaban.

—Baja la música, estúpido, ¡ya bajo! —la chica gritó y desapareció hacia el interior de la casa. Agarrando sus cosas tan rápido como pudo, Rukia se limpió la solitaria lágrima que había salido del borde de sus ojos y corrió hacia la puerta antes de que pudiera arrepentirse. No esta noche, pensó corriendo escaleras abajo, una pequeña sonrisa en sus labios, no esta noche.

***

(1): La canción es 'Hero'.

Espero les esté gustando ^^. 

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