Capítulo 2: "¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?"

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Capítulo 2: "¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?"


"... Solo pudo escuchar una voz que la llamaba de lejos..."



Fui abriendo los ojos, dolían al hacerlo, un pequeño ardor, los cerré de golpe al tener la luz fe golpe sobre ellos, ya más acostumbrada a la fuerte luz, pude ver a mi pequeño hurón, descansado sobre mi pecho, no paso un minuto en que los rostros de sus amigos estaban cerca mío.


-¡Marina! ¿Qué fue lo que ocurrió?...- Dijo... si, ese fue Armin, peli negro de ojos celestes, sip, definitivamente era el, veía medio borroso, pero su voz, y aspecto eran solo de él, además claro que esa bufanda que ahora estaba en mi rostro, demasiado cerca.

-Si no murió en el patio, la mataras con tu bufanda hermano- Bufó Alexy, quitando la bufanda de mi cara, con una mirada se lo agradecí, con su ayuda me senté contra el respaldo de la cama, y acariciando a mi huroncito suspiré.


-No sé qué ocurrió...en un momento escuchaba que me llamaban, y al otro mi cuerpo se movía solo... era como si...- me quede callada, esa sensación, fue espantosa por el dolor en el pecho, note como mi mano estaba ahí, junto a mi corazón, que latía más lento, que allá en los arbustos. -Alguien me llevaba, y cuando llegue al arbusto todo se puso blanco y luego negro... hasta que desperté recién, aquí en la enfermería con todos ustedes...-Mencionaba, mirando a Iris y Violetta, que me miraban preocupadas, y al lado de ellas Rosalya, una peli blanca de ojos amarillos, Lysandro y Castiel.

-Déjame decirte que si... no fuera por tu bola de pelos no sabríamos que estabas tirada ahí- Ese fue el "tierno" de Castiel, lo miré mal, y abrace a mi mascota o mejor dicho, mi amigo.

-No es bola de pelos... se llama Draco, como el personaje de Harry Potter... Draco... aprende el nombre de una vez, ¡cabeza de tomate!- bufé molesta, era molesto que dijeran apodos, y no llamaran por sus nombres. Más ahora, al saber que gracias a mi pequeño amigo, me vieron tirada en el suelo, no quería saber que hubiese paso si tardaban en encontrarme.

El tiempo paso, la enfermera me dejo salir, advirtiendo que tuviera cuidado en mi viaje a casa, sin embargo Armin y Alexy junto con Violetta y Lysandro... ah y el metido de Castiel... Salton de inmediato para decir que ellos me llevarían a casa. Sin duda no iba a descansar hasta la noche, ¡que dicha la mía!
Sin más preámbulo, salimos de la escuela, con permiso de la directora para ir hasta mi casa, era temprano, mis padres trabajaban, la casa estaba sola... lo que significaba... tres... dos... uno...


-¡Quiero ver tu ropa Mari!- Ahí lo tienen, lo peor de llevar a tus amigos, y más a uno que le guste la moda tanto como a Alexy, era que sí, estaba la casa sola ellos se meterían de una sola vez, ahí estaban, los chicos todos alrededor de una pequeña mesa, con vasos llenos de gaseosa y algunos bocadillos que tenía por ahí, yo me recosté en mi cama.

Si, lo sé, puede que parezca mala anfitriona, ¡Pero hey! Yo estaba enferma, o eso dijo la enfermera, ¡tenía que descansar! Pero nooo... mis queridos amigos entraban como si nada, comían mis bocadillos mi gaseosa, todo lo que iba a comer esa noche, pero bien, suspirando miraba a mi Huroncito, lo veía extraño desde que llegamos.
Las horas pasaron, Alexy hizo su típica "investigación" en mi armario, que suerte tuve que no estaba Rosalya, Castiel con sus típicas bromitas, aunque, esta vez lo vio raro, me miraba mucho y puedo decirles que noté algo de preocupación, no lo creo, ¡Vamos! Es Castiel de quien estoy hablando, es imposible que se preocupe o ¿tal vez si? Okay, okay, mejor vuelvo a lo que iba.

Cuando al fin estuve sola, después de decir muchas veces que estaba bien, y no pasaría nada, con el piyama puesto, bien, no es un piyama, solo estaba en ropa interior y una remerita de tirantes que llegaba hasta el ombligo de color verde con diminutos puntos amarillos. Acurrucada en la cama con Draco, pude sentir de nuevo, esa opresión en el pecho, me acurrucaba apretándolo con fuerza al igual que mis dientes. Continuaba por largos minutos, los segundos parecían eternos, era como si te estuvieran quemando viva y al mismo tiempo miles de cuchillos se clavaran en tu cuerpo. Solté un grito desgarrador hasta que una mano se posó en mi frente, una suave luz salía de ella, ¿estaba alucinando?, no, se sentía tan real, era una mano suave, delicada, y la voz... la misma que escucho entre los arbustos, sonaba de nuevo cerca de su oído, me decía que me calmara, que me relajara que pronto acabaría, y tal cual esa voz lo dijo, la voz de una mujer, todo el dolor desapareció, mis ojos se abrieron minutos más tarde en busca de esa mujer, no era su madre, ni tampoco su tía, pero lo que vio no era nada parecido a una mujer, en absoluto.

Frente a mí, había un joven, maso menos de mi edad, pero la ropa era de, como se llama, ah si, estilo victoriano, algo desgastada, colores opacos, parecía de esos vendedores de aquella época, sus ojos eran celestes tirando al verde y su cabello era tan blanco como el algodón, salvo las puntas que eran tan negras como la noche.
Claro que mi reacción fue tranquila, relajada, de una chica madura de diecinueve años, cuando ve a un hombre en su habitación, estando ella semi desnuda, después de sufrir un ataque oir a una mujer y... ¿A quién quiero engañar? El grito que solté debió de ser tan fuete para que ese sujeto se tapara los oídos, pero de taparse los oídos intentaba cubrirse de todos los objetos que le arrojaba, ¿Esa era su tarea? Bueno, era de mates, así que no importaba.

-¡¡Marina!! Deja de tirarme cosas ¡por favor! ¡Che¡ ¡no arrojes tu celular, duele sabes!!?-Reclamaba sujetándome de mis brazos, ¿Cuándo llego a estar arriba suyo, sujetando sus muñecas arriba de la cabeza, un ligero sonrojo apareció en mis mejillas -Así de tranquila me agradas más... je, soy más alto que tu...¡¡Oye!! No patees, bien, bien no lo diré más-

-¡Suéltame! ¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi casa, en mi habitación, arriba mío, puedes soltarme de una vez idiota? - Gritaba enojada, moviéndome de un lado a otro, lanzando patadas para que el chico me soltara, pero este aplico más fuerza dejándome inmóvil en mi lugar, solo pude fulminarlo con la mirada, esperando que me salieran rayos laser, para rostizarlo.

-Que mala eres al no reconocerme... soy Daniel, bueno, tú me pusiste Draco, como él de la película, pero pienso que soy más hermoso que ese tal Draco, estoy en tu casa, en tu habitación porque me compraste... Y último, estoy arriba tuyo porque no dejabas de lanzarme cosas, podías lastimarme,.. No soy idiota soy Da-ni-el~-

No quería creerle, quería golpearlo, noquearlo desnudarlo y tirarlo en el medio de la calle para que se lo llevaran por pervertido, pero tenía sentido lo que decía, su hurón no estaba, y minutos antes estaba a su lado, todas las puertas y ventanas estaban aseguradas, estaba reacia aun pero me fui relajando dejando que ese chico me soltará.

-Si tú eres Draco... perdón Daniel... ¿Por qué eres humano?... - minutos en silencio y un gran sonrojo invadió mis mejillas, lanzando una cachetada al sujeto, para dejar la marca roja de su mano en la mejilla -¡Eres un pervertido! Nos bañamos juntos muchas veces, me vi-viste desnuda... ¡Oh, por todos los santos!- Su mirada era fija en sus pies, no podía verlo, pero si podía saber que en ese instante ese chico se estaba riendo de ella.

-Pensaba que me libraba, pero te diste cuenta rápida, no es mi culpa, te veía sufrir, y deseaba el poder ayudarte y sin darme cuenta ya estaba convertido en humano... pero si sé que fue por culpa de eso...- Señalo el cuaderno sobre su escritorio, estaba ahí donde siempre lo ponía, pero no estaba simplemente colocado sobre el escritorio, una llave, había una llave a su lado, y también, ¡Estaba abierto!, me acerque, tomándolo con delicadeza, era muy extraño todo lo que estaba ocurriendo, al poder ver las páginas, la primera de ella, donde estaba el nombre, no supo cómo pudo leer esas palabras ya que estaban en otro idioma, pero lo entendía, no obstante, ese no era el problema, el nombre, el nombre era el problema, el que estaba allí escrito, era imposible...

Continuara...

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