Capítulo 21: "El viaje"

510 59 19
                                    

Pasan los días que luego fueron semanas después meses hasta quedar en un año y Armin sigue viajando buscando a alguien que sea igual que él, a pesar de sus apagadas emociones él siente el deseo de ser aceptado o sentirse identificado con un grupo de personas que en este caso serían como él, es un deseó típico del ser humano por ser inteligente y muy social, en buscar la compañía de alguien que te haga sentir bien, en pocas palabras comenzó a sentir lo que es quedar completamente solo pero a pesar de esa búsqueda no logra conseguir a alguien igual. En su viaje conoce muchos lugares, personas de distintas personalidades, culturas y razas, cada quien tiene un algo especial que los vuelven único, Armin a pesar de ser indiferente a todo, percibe la calidez, dulzura y alegría de la naturaleza como tal, aquellas cosas que no muchos se detienen a percibir, como el aroma de las plantas, la frescura del roció, el lindo canto de las aves, la acariciadora brisa entre muchas otras cosas, volviendo la vida como si fuera un poema real. A pesar de su solitario viaje Armin se detiene en hacer paradas para conseguir un trabajo corto y ganar algo de dinero para continuar, él es muy inteligente como habilidoso y siempre consigue algo, en sus pensamientos están las bellas palabras de su madre pero más aún le invade los recuerdos de Anabel, pensando en su triste cara por a verse ido, haciéndose la pregunta "¿Cómo estará ella?", casi todos los días.

Ya ha pasado mucho tiempo desde que se fue y todavía no consigue a una persona que sea igual a él, se acerca a una costa con un gran muelle de puros pescadores, aquel lugar no era tan colorido que digamos, había muchos barcos viejos y otros descuidado, hombres de un aspecto no muy agradable, parecían piratas como en los libros o cuentos, eran rudos o eso querían aparentar, cochinos y muy pocos delicados a la hora de tratar a una mujer, ¡ósea eran unos babosos! algunos de ellos le extrañaba el color de su cabello y otros tan solo lo ignoraba, Armin quería buscar trabajo para seguir viajando y pagar algún alojamiento, ya su carpa se había desgastado y roto por el constante uso que le daba, se dirigió a un bar de marineros, aquel lugar era muy escandaloso a pesar de ser muy espacioso, era viejo, todas las mesas y sillas eran de madera, estaba lleno de borrachos barbudos y viejos que algunos eran los pescadores y otros eran personas que simplemente querían charlar de sus aventuras en el mar y sobre todo de las mujeres, Armin comenzó hablar con el cantinero preguntándole si están buscando a alguien para trabajar acá, el cantinero era un hombre alto, robusto, tosco, muy peludo, feo y fuerte, ya con eso lo ayudaría a sobrevivir en ese trabajo a la hora de que se presente algún problema, todo lo opuesto a Armin ya que era un chico delgado, fino, un poco delicado en apariencia y bien parecido, él cantinero lo mira de reojo diciendo

—Lo lamento chico pero tú no cumples con los requisitos para trabajar en este lugar—

Armin le pregunta — ¿Por qué?—

— ¡Chico es mejor que no!, lo lamento— le responde tratando de ignorar la pregunta

—Pero merezco saber por qué no, si ni si quiera me dio la oportunidad de intentar— contesta Armin con toda tranquilidad

—Chico ando buscando a una persona que sea grande, pesada y fuerte créeme que te estoy haciendo un favor de no dejarte trabajar acá , ya que en este lugar esta propensa a que allá pelea— expresa cargando una caja, en ese momento dos borrachos comienza a caerse a golpe y otros tres hombre le hacen porra como si fuera niños de colegio viendo una pelea, el cantinero suspira y le dice —¡ves!— , en ese instante el mismo cantinero los separa y los lanza a los dos a fuera, como es un hombre fuerte pareciera como si lanzara a la calle dos saco de papas, Armin comprende de la situación y observa sus finas manos y mira las robustas y grandes manos del hombre, el mismo señor vuelve a recoger sus cajas como si levantara unos globos y sin darse cuenta a una se le resbala una fruta, Armin la recoge y se dirige a la parte de atrás para devolverla, al llegar observa un viejo piano y el cantinero pone esa caja al lado del piano, se voltea y le pregunta fastidiado —ahora ¡¿Qué quieres?!—

Sin EmocionesWhere stories live. Discover now