37. "Un Invierno Diferente"

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Su cabello, definitivamente estaba más largo. Si antes lo ataba simplemente con una coleta improvisada a la altura de los hombros, ahora se tenía que ocupar de hacerse un recogido diligente para envolver sus rizos en su totalidad. Sus ojos me parecieron más grandes, como si sus pestañas hubiesen crecido y le hubiesen dado más luminosidad a su mirada, aunque no pudiera dejar de notar las ojeras que le habían aparecido debajo de ese par de lagunas cafés. Pero, hasta eso lo hacía lucir más que perfecto. La palidez de su piel, su cabello negro y alborotado, su mirada encantadora y cansada, su barba rala, las horas de avión encima, y el brillo que refleja frente a mí con sólo voltearle a ver.

Él... Mi Michael. Jamás lo había visto tan hermoso como ahora.

—Estás de vacaciones, ¿Verdad? Oh, por favor... Por favor dime que estás de vacaciones, Rachel.

Con ayuda de Bill terminamos de bajar todas las valijas de Michael del maletero casi al pie de la entrada a la mansión y, luego de perder la cuenta de todos los vistazos nerviosos que echo a nuestro alrededor para comprobar que no existe evidencia alguna de nuestro pequeño plan, que los jardines de Neverland aún no lucen ningún tipo de decoración especial, y que no hay rastro de que los chicos y Elizabeth se encuentran aquí, por fin, le devuelvo la mirada, y me burlo de la cara de preocupación que encuentro en frente de mí.

—Lo estoy—asiento, alzando mi mano para acariciar su mentón—. No más trabajo por hoy, mañana, o el resto de las dos siguientes semanas, cariño. No más tener que ir a Los Angeles o hasta Nueva York. Desde el momento en el que te encontré en el aeropuerto, mi tiempo se convirtió en tuyo, y nada más.

Suspira, con su aliento convirtiéndose en vapor apenas al salir.

—No sabes las ganas que tenía de oírte decir eso.

—No sabes las ganas que tenía de hacértelo saber—me hago crecer apoyándome en las puntas de mis pies para dejar un pequeño beso en la comisura de sus labios—. Ahora entremos, que está haciendo más frío del que creí que haría. No quiero que te resfríes.

—...Sí.

—Y he oído en las noticias que podría nevar—Bill murmura, al terminar de sacar la última valija del coche.

¿Podría nevar? ¡Eso sería perfecto para nuestro plan!

—¿De verdad? ¿En California?—pregunto, volviéndome hacia él.

—Así es. Lo oí más de una vez en la radio y en la televisión—replica, con la mirada iluminada.

—Está bien—Michael dice—. Entonces, entremos. ¿Tienes llave, Bill?

—Oh... claro—titubeo, mirándolos a ambos—. La necesitamos. Porque no hay nadie dentro de la casa. No hay nadie dentro, ¿Verdad, Bill?

—No hay nadie dentro—me lanza una mirada cómplice seguida de un guiño. Tiende el manojo de llaves hacia Michael, que ya se encuentra tomando el picaporte de la puerta, arreglándoselas para asegurarse de que no sea capaz de mirarnos—. Me aseguré antes de salir de aquí.

—Bien...—le susurro, acercándome hacia él.

Al menos, iba a ser una cosa menos de qué preocuparme, y tener que llevarme a Michael directo y sin ninguna desviación hacia nuestra habitación no me causaría un problema mayor. Siendo pésima para evadir algún secreto, en especial cuando se trata de una sorpresa en la que Michael, para variar, sería nuestra víctima principal.

La oscuridad no me deja inspeccionar más de tres metros a la redonda mientras andamos juntos escaleras arriba. Está bastante silencioso y calmado. ¿La decoración ya estará lista? ¿O es que ese es el papel que juega la oscuridad? Me es sumamente difícil imaginarme un inmenso árbol de Navidad instalado al centro de la estancia, una vía de tren de juguete recorriendo los alrededores, o docenas de regalos esparcidos por toda la planta baja. Oculto todo bajo esta tranquilidad.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora