The white Song ©

En el cual los Dioses lloran.

"Distintos acontecimientos climáticos e inusuales a veces ocurren en Desolación. A veces ocurren ya que los Dioses se enfurecen con los mortales y desatan el caos dentro de sus territorios. Los elementos se enojan con nosotros, haciendo que la muerte se aproxime a las personas que se encuentran cerca del acontecimiento climático ocurrido. Suelen enviar tormentas de tierra o ráfagas de viento muy poderosas que pueden llegar a levantar piedras e incluso humanos.

Otras veces, los Dioses se entristecen por el destino de su tierra... y lloran. Estas gotas se desparraman en Desolación, cortando cualquier blindaje creado por mortales. A este acontecimiento se lo llama la 'Lluvia de Plata'. Cuando ésta hace su presencia, la muerte es común dentro de los que se encuentran bajo estas gotas ardientes; pero no muerte por su causa, sino por diversas formas. La mayoría, por demencia."

Capítulo XXI, "Los Sentimientos de los Dioses", en El Libro de la Creación del mundo y los Dioses.

Tristania Green.

Los días volaban de la mente de la joven mientras se encontraba absorta en sus propios pensamientos poco importantes para su futuro. En su cabeza sólo se encontraban puras blasfemias hacia su hermano, el cual había desaparecido de sus aposentos ―para su propia suerte―, luego de su último fatídico encuentro antes del torneo que hicieron los más honrados caballeros para desposarla. De aquel torneo sólo quedaban los recuerdos de los bailes por las noches alentando a los competidores que aún se podían mantener en pie y que no le faltaban partes importantes en su anatomía como para seguir luchando por la mano de Tristania. También, ella recordaba los cantos hasta muy altas horas de la madrugada, donde le rezaban felicidad, pero también amor hacia la princesa y su próximo prometido, el cual hundió su espada en más de treinta caballeros, solamente para encontrarse frente a su más preciado regalo: la joven princesa, la cual se convertiría pronto en su esposa.

El joven que había ganado, tenía aproximadamente la edad de su hermano, algunos años mayor que ella. En su cabello desfilaban los destellos solares propios de un sangre pura del Reino Verde: mechones dorados. Tenía la mandíbula fina, rasgos muy delicados que cualquiera pensaría que no podría pelear tal y como lo había hecho frente a todo el reino para ganar la mano de la princesa. Sus ojos verdes eran color esmeralda, los cuales rugían con fuego las pocas veces que Tristania lo había podido ver luego de la ceremonia de compromiso, donde solamente se sentaba él junto a su próxima mujer ―mientras todos los pobladores oraban para su futuro―, la cual desposaría justo luego de volver del viaje de la coronación de Dina White, la nueva Reina de todo Desolación.

En aquel viaje, y como se acostumbraba, viajaría la familia real... pero en esta ocasión, viajarían con un suplemento especial en aquella inoportuna travesía: Beorhtric Hefrieg.

A pesar de que su hermano lo había querido prohibir, con la excusa de que aún no estaban casados por lo que no habían hecho la ofrenda en conjunto como marido y mujer a los Dioses, al final todos tuvieron que ceder para aceptar a este invitado especial en el viaje debido a la propia influencia de su padre, el Rey, quien quería que Beorhtric asistiera fielmente a la fiesta de los Cuatro Elementos.

Preparándose para un viaje de varios días encerrados en una carreta, Tristania había ya mandado a guardar varios de sus más preciados vestidos quienes la acompañarían hasta la vuelta. Al ser la única princesa de todo Desolación ―ya que en el Reino Azul y Rojo los que gobernaban eran puramente príncipes, y Dina pronto se convertiría en Reina―, debía vestirse apropiadamente para ser quien robara las miradas de cualquier persona en aquel baile. Era la primera vez que asistía a uno tan importante, además de ser la única vez que salía de viaje al Reino más poderoso. La embriagaba una felicidad tentadora, todo su cuerpo estaba expectante al sentirse de aquella manera.