Los egipcios: El viaje (2/?)

2.2K 138 15
                                    

Bast se levantó y se dirigió a la otra sala con toda la gracia de un gato, dejándonos solos en la sala.
—Entonces, ¿saben de qué cofre está hablando?- pregunta Percy
—Nope– responde Sadie con cierto tono de alegría y diversión
Percy, Annabeth y yo les miramos con cara de "¿Y?"
—Bueno, el "oh no" fue porque las cajas egipcias son muy difíciles de encontrar y de abrir...-explicó Sadie pero Carter la interrumpió
—No hagan caso a mi hermana, tomó algo -que no desciframos que fue- y está media loca
Los miré confundidos, aunque creo que no fui la única.
—El punto es que, si está en París, tenemos un gran problema.
—¿Cuál?- dijo Annabeth, había cierta cautela y ansiedad en su voz.
—¡Todos se van de vacaciones a México!– exclama Sadie levantándose y tambaleándose hacia un lado del sillón en el que antes estaba.
Percy se ríe. Ciertamente creo saber la razón. Sadie se parece a Annabeth pero con el carácter de Percy, que aunque la conozco muy poco, a leguas se nota que es una chica valiente. Y bueno, del modo en que se levantó alegremente, me hizo recordad cuando estamos jugando (poniendo aprueba nuestro conocimiento) en el campamento y Annabeth sabe la respuesta, se levanta de una manera efusiva que para Quirón no le queda otra que aceptar. A veces también viene Apolo para estos casos y él respondía todas las preguntas respecto a... Bueno, todo lo que él abarca (música, medicina, poesía). Incluso antes de que Quirón diga la pregunta, Apolo me miraba en forma pícara y levantaba la mano. Siempre levanta la ceja derecha, y forma esa sonrisa tan boba y petulante a la vez, que siempre me ha gustado de él y su forma de contestar la pregunta como si la supiera de toda su vida ( lo que creo que es cierto), y luego al final de los juegos siempre me termina besando, un beso lento que hace que mi cuerpo se vuelva gelatina sin sentir o notar otra cosa aparte de lo que respecta a él y a mí y nuestros cuerpo siempre en sintonía para acabar siendo interrumpidos por algunas hijas de Afrodita y de él que nos miran curiosos, expectantes de lo que pueda pasar. Incluso algunas veces alguien del montón de mirones le lanzaba algo lo cual atrapaba sin interrumpir el beso y lo metía al bolsillo con una sonrisa formándose en sus labios, siempre hacia lo mismo (lo cual me deja intrigada al no saber lo que es). Pero luego rompe el beso delicadamente, y yo siento que mi burbuja se desmorona por la culminación de este, le dirige una mirada socarrona a no sé quién de la multitud y se despide dejando una estela de brillo en el lugar que antes estaba...
–¡Aria!- me gritan todos los presentes
Siento que alguien me pellizca y instintivamente tiro un puñete.
–¡Auch!-se queja mi hermano-. No era para que reaccionarás así, hermanita.
–Pensando en... ¿Cómo se llama?– Carter frunce el entrecejo- Apolo, sí, ese.
—No, para nada
Annabeth me mira riéndose y pronuncia A-P-O-L-O con los labios
—Nunca he visto que alguien piense en su amado más que Sadie, aunque tal vez estuve equivocado- comenta Carter, quien recibe un pellizco por parte de su hermana que estaba en el sillón con una bolsa de guisantes congelados en su cabeza. ¿De cuánto me perdí?
—Apolo- escupe Percy. Mi hermano todavía no supera nuestra relación-. No me cae
—Eso no me lo creo, solo no te gusta que esté con Aria-dice Annabeth. Percy hace una mueca
—Pero Aria, ¿qué pasó?- me pregunta Sadie con preocupación
—Estuve distraída
—Tan distraída que ni siquiera te diste cuenta que Sadie se desmayó y Percy tuvo que ir a comprar guisantes congelados de la tienda de la esquina- dice Carter con cara de que ¿esolepasaalosdioses?
–Está empeorando-comenta Bast apoyada en el marco de la puerta-. Tiene que ir a París de inmediato.
–Pero París está relativamente lejos de aquí, además Carter mencionó que se iban de vacaciones. A menos que haga un portal...
—¡No! Estás muy débil para eso
¿Débil?
—Y prácticamente lo de las vacaciones yo lo dije- aportó Sadie-. No fue Carter. Aunque probablemente fue mi yo mareada.
—Sadie con varias -mente en una oración– suspiró-. Esto es peor de lo que pensábamos. Y Aria, yo ya les dije una solución para esto, a la cual no le estabas prestando atención aunque no fuera a propósito.
Los miró con cara de confundida (más que la de un cuy en tómbola). En Perú se juega eso... Y no s como sé eso.
—Carter nos comentó que hay un transporte que nos puede llevar más rápido que cualquiera a París- me informa Annabeth
—Lo que no es un trans-bueno si es un transporte y lo mejor es que...
—¡Es por mar!— grita Percy a todo pulmón
Me río. Mi hermano podrá ser uno de los más grandes héroes de la época, pero su actitud infantil por el mar y lo que respecta a ello se mantiene.
—Y ¿qué esperan? El tiempo es oro— dice Bast con cierta presión en su voz, y preocupación y cansancio. Lo que me preocupa, pues es algo de mí que yo no tengo ni allá menor idea
Me paro y camino siguiendo a los chicos hacia afuera, al río. En él, hay una embarcación, no tan em---ción pero si barca. Bueno, no una barca cualquiera, una barca de juncos egipcia, con una antorcha encendida en la proa y un gran timón trasero.
—Están de broma-digo a Percy y Annabeth que ya estaban dentro
—Dioses, tú debes saberlo- Annabeth se encone de hombros minera Percy juguetea con uno de sus rizos-. Vamos entra.
Subo en ella, pero de reojo me fijo que Carter y Sadie estaban conversando con Bast, y logró escuchar algo: "Saben cuán importante es para los dioses es tener toda su esencia... su amiga no la tiene... ayudarla a recuperarla..." Y otras oracione que no logré comprender. Los hermanos asintieron y vinieron hacia nosotros sin decir una palabra más.
—¿Todos están preparados para el viaje?- preguntó Sadie entusiasta
—Con tal que no te vuelvas a desmayar- murmuró Carter y todos nos reímos.
—¿Quién conduce?- Annabeth preguntó curiosa
De pronto alguien bajito con todo negro se situó en el timón y asintió con la cabeza.
—Solo agárrense...— no logro continuar escuchando a Carter porque todo se volvió negro y una sensación familiar de vacío estalló en todo mi cuerpo, como de estar en una montaña rusa, pero sin caer, y cerré mis ojos. Al abrirlos, me fijé que ya habíamos llegado a nuestro destino. La torre Eiffel nos daba la bienvenida con su porte, sobre el Sena, la barca aún se movía buscando un muelle a donde terminar su recorrido, y los barcos moscas repletos de turista me decían que París se alegraba de nuestra llegada. Me encontré con la mirada de mi hermano, Annabeth estaba aferrado a él, y con su expresión me decía todo: después de que hayamos concluido la misión iba a quedarse un rato con Annabeth. La ciudad del amor llama. Esto hubiera sido increíble sino fuera por qué estamos en una misión, Artemisa fue raptada, y hay un secreto en el aire que nadie me quiere decir aunque que sea mío.

Una nueva diosa en el OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora