D o c e

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Había una duda en mi mente, bueno, demasiadas, pero una lideraba, ¿me llamo por qué sabe el significado del Lirio que le di? O ¿me llamo por qué tenía curiosidad?
– listo.. Ya llegamos a tu hermoso hogar –escuche decir a Bárbara sacándome de mis pensamientos y la mire dedicándole una leve sonrisa– nunca dejes de sonreír, si? –acaricio mi mejilla y sentí mi piel erizarse, cada acción de ella descubría una nueva reacción de mi cuerpo, cosas que jamás he sentido, a pesar de tener casi 25 años ya, increíble.
– gracias por ayudarme, aunque no tenías por qué hacerlo –murmuré y me encogí de hombros colocando mis manos en mis bolsillos, ya no tenía yeso ni nada, y me siento mejor estando lejos del hospital.
– no es por nada.. –expulsó dedicándome una tímida sonrisa.
– hija! Hasta que al fin te encontramos –la voz de aquella señora no hizo más que estremecerme, agradecí que tuviera mis manos en mis bolsillos, así no podían ver mis puños empuñados, muriendo de ganas de golpearle, su mirada cuando me vio no fue más que simple asco, luego tomó la mano de Bárbara.
– tienes que volver con Jackson, él ya se disculpó, y está muy arrepentido de golpearte
– ¿qué acaba de decir? –no me di cuenta cuando aquella pregunta formulada en mi mente escapó por mis labios– Jackson golpeó a Bárbara?
– ¡pero fue solo una vez, además Bárbara lo provocó! –excusaba el señor, quien supuse que es el padre de Bárbara.
– ¡fueron muchas veces papá! Y eso lo sabes perfectamente, no pienso volver con ese imbécil, puede irse bien a la mierda, a Corea o a molestar a quien se le de la gana, pero no me quedaré al lado de un hombre que me golpee, es más, creo que es una buena oportunidad para decirles algo muy importante, y que siento que deben saberlo –sus padres al igual que yo estábamos intrigados por lo que diría, pasaron unos largos y torturosos segundos hasta que volvió a hablar– me gusta una mujer, sé que no recibiré su apoyo, pero solo siento que merecen saberlo.

La cara de sus padres, mejor dicho de su madre, fue de sorpresa absoluta, no podía creer que su hija fuera lesbiana, eso hizo que sonriera irónicamente, mire a Bárbara quien estaba totalmente tensa y coloque mis manos en sus hombros, en señal de apoyo, fue entonces que sucedió algo inesperado para mí, pero quizás esperado por Bárbara, su madre le dio una cachetada.
– más te vale que sea una broma –hablaba entre dientes– no quiero tener que desheredarte y darles toda mi fortuna a otra persona..
– hazlo, no es una broma, no estoy bromeando, jamás bromearía con algo tan serio como eso –expulsó Bárbara, se notaba en su voz las ganas inmensas de llorar– ¡desheredame! Jamás me importó tu dinero, podré valerme por mí misma sin tus malditas leyes ¡SOY LESBIANA TE GUSTE O NO! –grito recibiendo otra cachetada– y no importa cuantas veces me golpees, solo provocarás que me de más asco llamarlos padres –su cabeza se giró hacia su padre, debido a yo estar en su espalda no sabía si lo miraba, aunque supuse que lo hacía– me da asco, que sean tan cerrados de mente, a penas consiga un lugar donde quedarme me iré, sin mirar atrás, y sé que en un futuro se darán cuenta del error que están cometiendo, y estaré dispuesta a perdonarlos..
– ella te metió esas cosas en la cabeza, verdad? –expulsó su madre apuntándome, suspire pesadamente y la mire fijamente.
– jamás le he metido nada a su hija en la cabeza, el hecho de que sea lesbiana no me da el poder de convertir a quien se me cruce en el camino a lesbiana –murmuré mirándola fijamente, mirando de reojo a Bárbara, notando como ya no daba más– ahora sí me hacen el favor, váyanse y no vuelvan a venir aquí, o llamaré a la policía.

Eso fue suficiente para alejarlos, cuando ya los perdí de vista me coloqué frente a Bárbara, me abrazó con fuerza rompiendo en llanto, suspire pesadamente y acaricie su pelo lentamente sobando su espalda, no supe cuánto tiempo pasó, estuvimos así hasta que se desahogó por completo, su celular no paro de sonar, la mire y le acaricie ambas mejillas dedicándole una leve sonrisa.
– que los comentarios de ellos no te hundan, si? Estaré para ti siempre que necesites un hombro para llorar –le bese la frente y tome su mano caminando hacia la puerta de mi casa para abrirla y entrar junto con ella– siéntate en mi cama, te prepararé algo para comer..
– gracias –murmuro mientras yo buscaba los ingredientes para hacer pasta– gracias por estar en el momento preciso, siento que sin ti no podría haberlo hecho –expulsó y me giré un poco para mirarla, vi cómo agacho su mirada.
– puedes venir a vivir conmigo, igual la casa es grande para que vivamos las dos –expulse de pronto sintiendo como casi se sale mi corazón ante cada palabra que salía de mis labios.
– e-en serio Alex? –pregunto y asentí ligeramente mordiéndome el labio inferior.
– claro! Eres siempre bienvenida –expulse dedicándole una leve sonrisa, recibí un 'gracias' de su parte y nos mantuvimos en silencio, no sé por cuánto tiempo, pero procure concentrarme en cocinar y no quemar nada, hasta que sentí sus brazos rodear mi cintura, sentí un cosquilleo en mi estomago, esto se siente tan bien, puedo perfectamente acostumbrarme a esto, no creo que sea tan difícil, luego sentí su rostro apoyado en mi espalda, no pude evitar sonreír, pasó al rededor de una hora y ya tuve todo listo, me acerqué al mini refrigerador donde guardaba la comida que traía a mi humilde hogar y saque una botella de bebida, tome dos vasos y los coloque en la mesa para luego comenzar a servir, como pude hice un espacio para que cenáramos dentro de casa, pues afuera hacia demasiado frío en las noches como para estar, yo me senté en una silla y ella en mi cama.
– provecho –murmuré y ella me respondió con una sonrisa comenzando a comer– y? Te gusta? –me mordí el labio inferior, jamás había cocinado para otra persona.
– no, no me gusta –expulsó sería, mi corazón se detuvo– me encantó! –soltó una leve risa, quien sabe que rostro tuve, y reí junto con ella comenzando a comer, fue silencioso, pero lleno de miradas y sonrisas que bastaban para decir lo que sentíamos, al menos yo podría decirle un poema solo con los ojos.
– te quedaras aquí? –pregunte mientras lavaba los platos, cruzaba hasta los pies para que su respuesta fuera un 'sí'.
– es muy tarde para que conduzca, y no quiero tener un accidente, así que diré que sí –expulsó y no pude evitar sonreír y festejar para mis adentros– pero.. –mi corazón se detuvo, al igual que mi respiración, ¿¡Pero qué?!– tendrás que prestarme ropa –expulsó riendo al ver que mi cuerpo se relajó y volví a respirar.
– eso no es gracioso, eh? –expulse y mordí mi labio inferior– en mi armario hay ropa, es el mueble pequeño que está al lado de la cama
– veré qué me gusta –expulsó y luego de media hora buscando que colocarse, aunque no sabía por qué demoraba tanto, si tengo poca ropa, salió del baño, yo me encontraba ya acostada en la cama muriendo de frío, aunque estaba tapada completamente hasta el cuello.
– oh! –expulse al verla con una de mis poleras favoritas, color negro con un estampado de una calavera con una rosa– te queda perfecta
– si! –expulsó sonriendo y pude notar que solo llevaba ropa interior, pues al levantar las manos la polera subió, dejando ver sus piernas esbeltas, tragué un poco de saliva y se acostó a mi lado, la cama es chica por lo que tuvo que abrazarme, y me acomode de lado para que estuviera más cómoda, pero ella también se colocó de lado y me abrazo por la cintura, apegándose a mi cuerpo, me encantaba la forma en que nuestros cuerpos encajaban como una pieza de puzzle, por alguna razón no odie que me abrazará, no entiendo por qué, ya que siempre he odiado que me abracen, odio y amo lo que me provocas Bárbara, lo odio y a la vez lo amo.

Te reto a que me ames [en pausa]Where stories live. Discover now