O n c e

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Abrí mis ojos, ¿dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Y Bárbara? Tenía muchas preguntas en mi cabeza, pero no obtenía respuesta, así fue hasta que abrí mis ojos, una luz blanca me molesto y volví a cerrar los ojos suspirando ligeramente.
– A-Alex! –escuche una voz familiar, gracias por cubrir la luz, abrí mis ojos y me encontré con los orbes verde azulado mirándome de manera fija– gracias a dios despiertas, pensé que no despertarías –expulsó y me di cuenta en el estado que se encontraba, su pelo estaba alborotado, probablemente descuidado, sus ojos rojos, seguro de tanto llorar, y su maquillaje corrido, obviamente, alcé mi mano para secarle algunas lágrimas que se le escaparon y no pude evitar sonreír ligeramente.
– estoy muerta? O acaso es que los ángeles al fin llegaron a la tierra? –pregunte pero está solo me golpeó en el hombro, estoy segura que fue despacio, pero no pude evitar soltar un quejido, como si me hubiera golpeado con todas sus fuerzas, mire mi hombro y me di cuenta que en el brazo tenía yeso, al igual que en una de mis piernas, fue cuando recordé todo, aquel hombre y los golpes que me dio.
– l-lo siento! Realmente lo siento! –expulsaba cada cinco minutos, claramente preocupada– que tonta soy..
– shh.. –murmuré para hacerla callar y me mordí el labio inferior– cuanto.. Llevo dormida?
– dormida? Alex estabas en coma –aclaró y me sorprendí ante su respuesta– aquella persona que te golpeó casi te mata.. –vi cómo agacho su mirada y comenzaron a caerle lágrimas- p-pensé lo peor.. C-cuando el doctor me dijo que quizás no despertarías..
– cuanto llevo aquí? –la mire y a pesar del dolor en mis brazos la jale para abrazarla.
– tres meses –dijo al fin, entre sollozos y yo solo suspire pesadamente, ¿tanto fue la paliza que me dio aquel hombre?
– ya veo.. No me gusta estar en el hospital, no me agradan los doctores, la mayoría son unos embusteros y farsantes.. –exclamé y bese la frente de Bárbara, solo lo hice, sin saber muy bien por qué.
– pero ayudan a la salud, sin ellos probablemente tú hubieras muerto, la pasé muy mal Alex, no sabes cuánto –se aferró a mi, sentí una mezcla de dolor y satisfacción, por ser lo suficientemente fuerte para no dejarla.
– lo siento por preocuparte Bárbara –murmuré y la mire fijamente, recordando el mensaje que me llegó– hay algo que tengo que decir, antes de que llegaras me llego un mensaje de tu celular, me dejas ver tu celular?
– hm? Claro! –se alejó de mí, no pude evitar soltar un gruñido y saco su celular de su chaqueta entregándomelo, pero luego me lo quitó acostándose a mi lado– tú no puedes moverte, tienes que descansar –no pude evitar sonreír, ella no lo vio y se dedicó a ver sus mensajes enviados, fruncí el ceño al no ver ninguno parecido al que me llegó.
– es extraño.. Tú no me enviaste ese mensaje, eso quiere decir que hackearon tu celular, pero.. ¿Cómo? –di un leve suspiro y vi cómo dejó su celular a un lado y me abrazó, su aroma invadió mi nariz, aquel aroma que amaba más que mi vida, pagaría al diablo por hacerme inmortal a ella y a mí para jamás olvidar este aroma– me encanta mucho tu aroma Bárbara, no sabes cuánto. –admití, y aunque no la vi, pude sentir su sonrisa, por lo que sonreí y apoye mi cabeza en su hombro, sus brazos rodearon mi cuello, no quería que esto terminara, mis ganas de estar así con ella me hacen olvidarme de cualquier dolor que pudiera sentir, hasta que una enfermera entro a separarnos.
– señorita, no puede estar en la camilla de una paciente –expulsó la joven enfermera provocando que Bárbara se bajara y se sentará en el sofá que había en la habitación.
– cuando me darán de alta? –expulse y mire a la enfermera, pude notar como mi mirada puso incomoda a la chica, cosa que me hizo sonreír, es fácil para mí colocar a cualquier persona nerviosa, recuerdo que cuando conocí a Brenda también la colocaba nerviosa al principio.
– t-tendré que traer al doctor para que la revise –expulsó al fin sonrojándose y salió casi corriendo, no pude evitar soltar una carcajada.
– que te da risa? –la voz de Bárbara me saco de mis pensamientos y la mire fijamente.
– la reacción de la enfermera cuando la mire fijamente, no es que sea muy ego, pero siempre he tenido un don de colocar a cualquiera nerviosa o nervioso –murmuré y la mire fijamente.
– pues a mí no me colocas nerviosa –expulsó Bárbara mirándome fijamente, estuvimos largos segundos mirándonos fijamente hasta que sin motivo alguno desvíe la mirada y me sobe la nuca, provocando que soltara un gruñido de satisfacción– te dije que no me pones nerviosa –sonrío de manera burlona y yo le saque la lengua de manera infantil, provocando que riera, su risa fue la melodía más hermosa que pude haber escuchado jamás, esa es la melodía más hermosa en mi mundo.

[...]

– la mantendremos unos días en observación, para asegurarnos de que todo esté bien y no hayan problemas en un futuro –oí decir al doctor luego de que literalmente me revisará todo, y cuando digo todo, es TODO, termine de acomodarme la bata y vi cómo el doctor salió y entro Bárbara, con un rostro el cual me hizo reír, ¿estaba celosa?
– ¿estás celosa? –pregunte y la mire sentándome al borde de la camilla.
– yo? Por supuesto que no! Yo? Celosa? –soltó una risa, que al igual que sus palabras fueron demasiado sarcásticas– ni que fueras Lauren Jauregui, o Camila Cabello, o Bruno Mars, o Hayley Williams, pff..
– Hayley está bien sexy, me gusta mucho esa mujer –murmuré mordiéndome el labio inferior, y vi cómo se me acercó.
– tu eres solo mía –susurro una vez estuvo bastante cerca mío y pude sentir sus labios sobre los míos, me estaba besando, al principio no supe cómo reaccionar pero finalmente correspondí al beso, mi corazón se aceleró de manera sobrenatural, y mi estomago estaba totalmente revuelto, pero no tenía ganas de vomitar, es una sensación difícil de describir, supongo que a muchos se les presentará de manera distinta, pero me gusta como Bárbara me hace sentir, es algo único y especial.

Te reto a que me ames [en pausa]Where stories live. Discover now