Capítulo veinte.

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Jesús.

- ¿A dónde vamos? -me pregunta con un tono sexy, haciendo que esta vez la mire.

- A Noruega. -respondo intentando no fijar mi mirada en sus pechos.

- ¡¿A dónde?! -exclama entusiasmada poniéndose la camiseta que segundos antes había cogido.- ¡Siempre he deseado ir allí!

- Bien. -susurro mirando hacia la carretera.

- ¿Pero vamos en coche todo el camino? -pregunta mirándome fijamente, poniéndome nervioso.

- Sí.

Megan.

Oh mierda, ¿en coche a Noruega? Está loco.

Loco de remate.

Si me llegan a decir a mí hace dos meses que me voy a Noruega con un puto criminal, los tomo por locos.

A todos.

No quiero ni pensar cómo estarán mis padres, llevo meses sin hablar con ellos y seguro que ahora mismo estarán buscándome muy preocupados, y yo aquí, de camino a Noruega con un secuestrador.

Genial, Megan.

- Jesús. -lo llamo y asiente para que siga hablando.- ¿Ahora podrías..dejarme tu móvil para llamar a mis padres? -pregunto no muy segura.- Solo les diré que estoy bien.

- No creo que sea buena idea, Megan. -dice serio.

- Créeme que no les diré nada, les llamaré con número privado, por favor solo quiero decirles que estoy bien y que no se preocupen, ya que no creo que los vuelva a ver nunca más. -susurro apunto de llorar.

Jesús suspira y para el coche en una gasolinera.

Baja del coche y me cruzo de brazos frunciendo el ceño, apoyándome fuertemente en el respaldo del asiento.

¿Enserio no me va a dejar llamar a mis padres?

¿Meses y meses portándose bien conmigo, y ahora esto?

No lo entiendo. Sigo sin entender su indiferencia conmigo.

Un día bien, un día mal.

Tras unos minutos, vuelve a subirse al coche y no me mira.

Parece enfadado.

- ¡Joder! -grita dándole un fuerte golpe al volante.

——

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Secuestrada. | J |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora