Capítulo once.

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Jesús.

Miro el reloj de oro que se encuentra atado en mi muñeca y suelto un sonoro suspiro al ver la hora.

Las dos de la mañana.

¿Cómo vuelvo yo a casa? Estoy jodidamente borracho.

Pediré un taxi.

Miro hacia los lados, pero no veo ni uno ni de lejos.

Pestañeo lentamente y comienzo a andar.

Ahora que lo pienso, Megan.. Mierda, ¿cómo se me ocurre dejarla sola con estos?

Ando rapidamente y una vez que llego, lo primero que hago es ir a la habitación donde se encuentra Megan.

Abro la puerta lo más silenciosamente que puedo y la encuentro ahí, dormida.

Me acerco a ella y me siento a su lado.

Le acaricio suavemente el pelo, haciendo que se despierte.

- Lo siento, no quería despertarte. -me disculpo en un susurro.

- Tranquilo, no estaba dormida. -dice dulcemente.

Sonrío de lado y la miro a sus preciosos y profundos ojos azules.

- ¿Tienes hambre? -le pregunto y asiente.- Te traeré algo.

Salgo de la habitación y voy a la cocina, encontrándome con el capullo de Tom.

- Eh, tú. -me señala alzando la voz y viene peligrosamente hacia mí.

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Secuestrada. | J |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora