Capítulo diecinueve.

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Megan.

Una hora más.

Una hora más aquí metida sin decir nada.

Aún me sigo preguntando como he podido estar tres horas sin decir casi nada.

Jesús me ha estado hechando la bronca del siglo por subir el volumen atope, ya que por eso nos ha parado la policía y le podrían haber pillado, ya que es el criminal más buscado de España y Estados Unidos.

Jesús y sus técnicas para que no le pillen los policías.

Sigo en la misma postura que una hora antes me había puesto, y admito que ya me estoy encontrando algo incómoda.

Me revuelvo en el asiento y el choque del cuero y mi piel, ya que voy en pantalones cortos, suena por todo el coche.

Jesús aparta la vista unos segundos de la carretera para fijarla en mi culo.

Le echo una mirada y la aparta rápidamente.

Así me gusta, Jesús.

Sonrío cuando otra de mis trastadas se me pasa por la cabeza y me mira de reojo fruciendo el ceño.

- ¿Dónde está tu camiseta? -le pregunto inclinándome hacia los asientos de atrás por el hueco, haciendo que mi culo quede al lado de su cara.

- ¿Qué camiseta? -pregunta en un murmuro.

- Esa que me has prestado antes, la que huele tan bien. -le respondo.- Ya sabes.

- En.. -se queda en silencio, por lo que supongo que su mirada está fija en mi trasero.

- ¿En..?

- En el asiento derecho, debajo de la bolsa blanca. -susurra tragando saliva.

Me inclino aún más para apartar la bolsa y dejarla sobre la alfombrilla, y agarro la camiseta.

Vuelvo a sentarme normal en el asiento al lado de Jesús y me quito lentamente la camiseta que llevaba puesta, quedándome en sujetador.

Jesús vuelve a mirarme de reojo, pero esta vez a mis pechos.

Suspiro echándome el pelo hacia atrás y miro a Jesús.

- ¿A dónde vamos? -le pregunto con un tono sexy, haciendo que esta vez me mire.

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Secuestrada. | J |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora