Tres

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"¿Señorita Camila..?"


"¿Señorita Camila?"


"Ella no va a despertar de esa manera," murmuró Normani, volteando y lanzando una almohada en dirección a la chica más joven. Camila se despertó con un sobresalto, gimiendo cuando la almohada choco con su rostro.

"¿Qué...?" ella entornó los ojos en la penumbra de la habitación. El pasillo estaba bien iluminado, y la puerta estaba abierta solo un poco, lo que le permitía ver al hombre delante de ella.

"Es hora de levantarse," el hombre rodó un pequeño polo a su cama. "Solo tengo que checar tus signos vitales," explicó el. "Es solo un procedimiento."

"Cada mañana," murmuró Normani, dando vuelta en su cama y sosteniendo la almohada sobre su cabeza.

Camila se sentó, pasándose una mano por el pelo desordenado. Ella todavía estaba bastante desorientada y le tomó un momento para darse cuenta de dónde estaba. Cuando ella no se había despertado en la tranquila comodidad de su propio dormitorio, rápidamente fue golpeada con la realidad de la situación. Este era su hogar ahora.

Despertar en casa era como empezar el día junto con todos los demás. Despertar en un lugar como éste se sentía diferente. Era como si todos los demás hubieran estado viviendo, y ella se había perdido todo. Podía oír a los otros pacientes moverse en sus habitaciones, y el bullicio de las enfermeras por los pasillos. Además, ella no estaba acostumbrada a levantarse tan temprano.

"Necesito tu brazo," el hombre asintió con la cabeza. Camila bostezó, tirando de la manga y dejando descansar el brazo a su lado mientras envolvía el manguito de presión arterial por encima de su codo.

"No vuelva a la cama, señorita Hamilton," el se rió entre dientes, mirando a la chica de piel oscura en la cama junto a ella. Normani gruñó algo inaudible y se dio la vuelta.

"Todo hecho," sonrió, tirando del Velcro fuera de su brazo. Camila asintió aturdida, sacudiendo el brazo ligeramente. Miró a la pared detrás de la cama, preguntándose si la fuente de gritos de la noche anterior estaba bien.

Después de tomar la presión arterial de Normani, el hombre encendió su luz y salió de la habitación. Ambas chicas se quejaron ante la invasión repentina de brillo. Normani se hundió inmediatamente debajo de las sábanas una vez más, pero Camila se secó los ojos y se levantó. Una oleada de vértigo se apoderó de ella y rápidamente agarró el borde de su mesa de noche para mantener el equilibrio. Después de tomar unas cuantas respiraciones profundas, su visión volvió de nuevo a la normalidad y se dirigió lentamente a la cómoda.

Como Camila seleccionó cuidadosamente su ropa para el día, Normani se dio la vuelta y entrecerró los ojos, estudiando a la chica.

"¿Te estas vistiendo?"

Camila miró la ropa en sus manos y luego a la chica mayor. "Sí.... ¿Eso está mal?" preguntó tímidamente. Normani simplemente se rió y volvió a tumbarse.
Encogiéndose de hombros, Camila desapareció en el cuarto de baño. Después de vestirse con un par de pantalones vaqueros y una camisa de botones, la pequeña chica cepilló su pelo y se lavó la cara.

Una vez que ella salió del cuarto de baño, Normani ya se había ido. Camila asomó la cabeza al pasillo en confusión, lo que llamó la atención de una de las enfermeras.

"Desayuno," Ally se rió entre dientes, señalando en la dirección a la cafetería. Camila asintió suavemente, agradeciendo a la chica más pequeña antes de apresurarse por el pasillo. Ella patinó hasta detenerse cuando se dio cuenta de que se olvidó de sus zapatos, corriendo de nuevo a su habitación y resbalando en sus vans grises antes de dirigirse a la cafetería.

En el momento en el que se abrió paso entre las grandes puertas, inmediatamente sintió demasiada ropa. Casi todos los demás en la sala, a excepción del personal. aún estaban en pijama. Esa debe haber sido la razón por la cual Normani estaba tan confundida cuando ella se vistió. Con un profundo suspiro, Camila hizo su camino a la linea.

Dinah le hizo señas tan pronto como Camila escaneó la cafetería. Al no tener otro lugar para sentarse, la pequeña chica se abrió paso a través del mar de mesas y puso la bandeja en el espacio vacío entre Bea y Dinah.

"Buenos días, Chanch," Dinah se rió entre dientes, elevando una ceja ante su outfit. "¿Tienes una entrevista de trabajo o algo hoy?"

Sólo había pasado un día y Camila ya se estaba acostumbrando al duro pero cariñoso sentido de humor de Dinah. Ella le dio a la chica una sonrisa sarcástica y volvió su atención a la comida.

"Este lugar puede tener sus desventajas," Justin fue el primero en romper el cómodo silencio, con la boca llena de comida. "Pero esta comida es buena como la mierda."

"Ellos solo están engordándonos para cuando vayamos al infierno," Bea agitó sus huevos alrededor de su plato, alejándose de la mesa y dejando escapar una ronca tos seca. Dinah levantó una ceja.

"¿Está de vuelta?" preguntó, mirando a Bea cuando ella se volvió hacia ellos.

"Nunca se fue," murmuró la chica, empujando su bandeja lejos y tomando un sorbo de agua. Justin y Lucas inmediatamente dividieron sus huevos en sus dos bandejas.

No había estado allí por mucho tiempo, pero Camila ya había sintonizado con los límites tácitos entre ellos. Regla número uno, nunca preguntar acerca de la enfermedad de alguien a menos que te ofrezcan información voluntariamente. Regla numero dos, asegurarse siempre de que todo el mundo tenga una bandeja vacía para el final de la hora de comer. Ella hizo una nota mental, riendo para sus adentros.

"¿Cómo va el compañero de cuarto, Chanch?" habló Dinah después de que un tenso silencio cayera sobre ellos. Bea apoyó la cabeza en la mesa y suspiró pesadamente. Camila la miró con preocupación, pero se mordió el labio y se volvió hacia Dinah.

"Ella es genial," Camila se encogió de hombros, mirando en dirección a Normani. La chica estaba sentada sola una vez más. Parte de Camila quería decirle a sus amigos acerca de cómo el silencio de Normani era sólo un acto, pero ella sabía que no debía exponer el secreto de su amiga.

"¿Cómo has dormido?" Justin rió con una sonrisa en el rostro. Todo el mundo levantó la mirada, incluso Bea. Todos parecían curiosos por escuchar lo que tenía que decir.

"Alguien estaba gritando," asintió Camila. Pensó que todos tenían una idea de lo que iba a decir, incluso antes de que ella lo dijera. "Fue literalmente justo detrás de mi cabeza." La pequeña chica puso los ojos en blanco,

"Te siento, chica," Dinah negó con la cabeza, empujando su bandeja vacía a un lado. "Estoy todo un pasillo lejos de ti, y lo escucho. Ni siquiera está gritando, eso es sólo un aullido."

"¿Eso pasa mucho?" Camila inclinó la cabeza hacia un lado. Cada persona en la mesa asintió. Camila casi podía sentir sus ojos en blanco en la parte posterior de su cabeza.

"Casi todas las noches" Dinah lanzó sus manos en el aire para dar énfasis. "No me preguntes cómo me he contenido a mí misma de empujar un calcetín por su garganta por tanto tiempo. Porque sinceramente, no tengo ni idea."

Camila se mordió el labio, moviendo su comida alrededor en su plato. La campana del almuerzo sonó unos 10 minutos más tarde y Lucas corrió detrás de Camila, una vez que llegaron al pasillo.

"¿Necesitas a alguien que te muestre la sala de la escuela?" preguntó, ralentizando su ritmo para que coincida con el de ella. Camila asintió, asumiendo que era donde se suponía que debían ir.

"¿Necesito algo?" preguntó ella, justo cuando se detuvieron delante de una ventana grande. Camila se asomó a la sala de clases.

"No, ellos te darán todo lo que necesitas en función de lo que estés haciendo," Lucas abrió la puerta y la hizo pasar dentro. Todos de la mesa del almuerzo estaban allí, junto con un puñado de caras desconocidas. Vio a Normani sentada en uno de los escritorios y le entregó a la chica una pequeña sonrisa.

"Uh," Lucas tomó la parte posterior de su cuello con la mano, escaneando la habitación. "No sé donde se supone que debes sentarte."

"¿Hay asientos asignados?" preguntó Camila, observando la habitación. En el centro de la habitación habían filas de pupitres escolares regulares, y al otro lado, habían varios sofás y pufs. La mayor parte de la clase parecía haber optado por un escritorio, sin embargo.

"Los regulares obtienen los escritorios, como yo," Lucas hizo un gesto hacia el centro de la habitación. "Y los terminales consiguen los sofás," el apuntó a cada lado de la habitación.

"¿Cual es la diferencia?" Camila frunció las cejas, todavía no entendiendo del todo.

"Los regulares trabajan con un tutor para terminar todo el trabajo que su escuela les da, básicamente," levantó la carpeta. "Y los terminales... bueno, ellos en realidad no esperan volver a la escuela... si sabes lo que quiero decir."

El corazón de Camila cayó en su pecho.

"Así que la mayoría consiguen trabajos ocupados o estudios independientes. Pero ellos tienen que leer los mismos libros que el resto de nosotros. Así que... sí," se encogió de hombros y se acercó a su mesa de trabajo, bajando su carpeta.

Camila sintió los ojos de todos en ella, como si esto fuera un momento trivial para ella. Qué era, sin duda. Ella echó un último vistazo a los escritorios antes de hacer su camino lentamente hacia un gran sofá azul en la esquina trasera de la sala.

En el momento en el que ella se alejó de los escritorios, oyó varios gritos ahogados, y susurros bajos de los pacientes en el centro de la habitación. Ella cometió el error de mirar por encima del hombro, para ver a Dinah y a Justin mirándola con expresiones de asombro en sus rostros.

Ella giró la cabeza, tragando el nudo en su garganta. Sus ojos inmediatamente se posaron en Bea, sentada con las piernas cruzadas en una pelota verde al fondo de la sala. Una oleada de culpabilidad se apoderó de ella.

Los ojos de las dos chicas se encontraron, y Bea le dio una sonrisa triste, extendiendo la mano y tirando la pelota vacía a su lado.

"Bienvenido al corredor de la muerte", la chica de pelo azul bromeó, palmeando la pelota. Camila no lo encontró muy divertido. En cambio, sintió su estómago girar y voltearse.

"¿Qué... qué se supone que debemos hacer?" Camila susurró, sentándose en la pelota. Bea sacó su teléfono de su bolsillo y se encogió de hombros.

"¿Tenemos permitido tener nuestros teléfonos?" Camila levantó una ceja.

"Lo tenemos," asintió Bea. "Ellos no," ella hizo un gesto a los otros estudiantes de los escritorios. "Nos dejan hacer lo que sea. No es que vayamos a ser miembros productivos de la sociedad, ni nada." Camila percibió un tono de tristeza en su voz.

"Si pusiste tu teléfono en la canasta la noche anterior, debería estar ahí arriba", Bea asintió hacia la pequeña mesa en el frente de la sala. Camila se levantó rápidamente, recuperando su teléfono y dejando caer los hombros cuando se dio cuenta que no tenía nuevas notificaciones. No había tenido exactamente muchos amigos de vuelta a casa.

Ella se sentó de nuevo, y justo cuando estaba a punto de decirle algo a Bea, la puerta del aula se abrió y una mujer mayor entró en la habitación. Tenía el pelo largo y castaño, que fue recogido en una cola de caballo, y un par de gafas de sol en lo alto de la nariz. Camila al instante supo que era la profesora.

"Así que, como todos ustedes saben, comenzamos Jane Eyre la semana pasada. ¿Todo el mundo leyó los primeros capítulos?" la mujer se acercó a la pizarra, escribiendo 'Mrs. Angie' en marcador azul de borrado en seco. Un "si" en murmullos se emitió desde los estudiantes de los escritorios.

Bea puso los ojos en blanco, agachandose y recuperando su copia del libro. Ella miró a Camila, que parecía totalmente confundida.

"Hey, Angie," Bea asintió a la profesora. "Camila necesita una copia."

"Es Señorita Angie para usted, Beatrice," la mujer levantó una ceja.

"Es Bea," murmuró la chica de pelo azul.

"Te llamaré como quieres ser llamada, una vez que me llames como yo quiero que me llamen, ¿es eso justo?" la mujer se rió entre dientes, caminando hacia la estantería y recuperando una copia del libro de Camila.

"Hola Camila, soy la Señorita Angie", sonrió suavemente, entregándole el libro grueso a la chica. "A pesar de lo que Beatrice aquí te puede decir, en realidad no soy un dictador".

"Gracias," Camila medio susurró, todavía un poco en estado de shock por los eventos anteriores. La profesora le dio una pequeña sonrisa antes de pasar a la parte delantera de la clase y hacer frente a los estudiantes de los escritorios.
"Me teñiré el pelo de color rojo después del almuerzo", señaló Bea, sosteniendo su teléfono y usando el frente como un espejo, pasando los dedos por sus ondas.

"¿Por qué te tiñes tanto?" Camila no podía evitar ser curiosa. Bea dejó su teléfono y se encogió de hombros.

"Debo al menos obtener el máximo de ello mientras lo tengo", la joven declaró casualmente. Así que casualmente, de hecho, la confusión de Camila creció.

"¿Qué?" preguntó, inclinándose más cerca de tratar de mantener una conversación tranquila. Bea suspiró, sentándose y explorando la habitación. Ella señaló un sofá al otro lado de la sala de clases.

Camila estiró el cuello para ver donde Bea estaba señalando. Tan pronto vio al paciente sentado en el sofá, inclinándose y atando sus zapatos. La única cosa en su cabeza era un gorro. Sólo un gorro. Y poco a poco, Camila se dio cuenta.

Sus manos inmediatamente dispararon a su cabeza, pasando los dedos por sus largos cabellos castaños para asegurarse de que aún estaban allí.

"Eso no me va a pasar a mí, ¿verdad?" preguntó ella, agarrando los lados de la pelota y volviéndose hacia Bea. "¿Verdad?" Bea no respondió. Camila ya sabía la respuesta.

"No puedo quedarme calva," Camila negó con la cabeza, sintiendo su respiración aumentando. "Eso no me va a pasar a mí. Estás mintiendo, ¿verdad?"

"Camila", Bea silbó entre dientes. Fue entonces cuando la chica de ojos marrones se dio cuenta de que los ojos de todos estaban en ella. Ella pudo haber levantado la voz un poco más de lo intencionado.

"Hey Justin, ¡mira!" Dinah levantó la voz. El chico volvió la cabeza para mirar en dirección a la que Dinah estaba señalando, al igual que todos los demás. Dinah sonrió, inclinándose hacia delante y agitando el sombrero fuera de su cabeza. Esto le valió un insulto de malas palabras de Justin y un coro de risas alrededor de la habitación. Dinah, sin embargo, se volvió en dirección a Camila y le dedicó una sonrisa simpática.

Camila suspiró, aliviada de que los ojos de todos estuvieran fuera de ella. Bueno, no de todo el mundo.

Un par de llamativos ojos verdes la estaban estudiando, como si estuvieran quemando directamente en su alma. Camila se mordió el labio, encontrando accidentalmente la mirada de la chica de pelo oscuro en la última fila de escritorios. Llevaba una camisa de banda negra, y tenía una gran manta roja sobre sus piernas, al igual que gran parte de los estudiantes en pijama.

Ella era hermosa. Físicamente, sí. Pero había algo más profundo. Sus ojos tenían historias. Camila se dio cuenta de que había una profundidad a ella. Ella irradiaba misterio.

Pero en la actualidad, todo lo que ella sentía que irradiaba de la chica era la ira. Odio, incluso. El labio superior de la chica de ojos verdes estaba encrespado levemente y ella apartó la mirada de Camila, volviendo su atención a la maestra.

"¿Alguien tiene algún pensamiento sobre Jane?" la profesora abrió el primer capítulo de su libro y se acercó a la pizarra, destapando un marcador y escribiendo un gran número 1.

La mano del chica de ojos verdes de inmediato se disparó. Camila se dio cuenta de que esto era un hecho inusual, a juzgar por la reacción que esto ganó. Dinah siquiera levantó una ceja en estado de shock.

"Sí, Lauren," la profesora sonrió. Ella parecía encantada de que la chica hubiera decidido participar. Lauren bajó la mano, mirando alrededor de la habitación lentamente antes de volverse hacia la profesora.

"Creo que..." se aclaró la garganta. "Creo que Jane necesita aguantar." Esto le valió algunas reacciones en murmullos de los otros estudiantes.

Camila levantó la mirada. Inmediatamente, sintió los ojos de Lauren sobre ella una vez más. De repente, se dio cuenta de que no era Jane Eyre la chica a la que se refería.

"Lo único que hace es sentir lástima de sí misma," Lauren continuó después de unos segundos de silencio. La señora Angie se puso de pie con su marcador hacia la pizarra pero ella no hizo ningún movimiento para escribir algo. Lauren arrancó sus ojos de Camila y se volvió hacia la profesora.

"Ella ni siquiera considera que puede haber gente por ahí que tiene problemas que son mucho peores que los de ella," Lauren puso los ojos en blanco. "Ella sólo se preocupa por sí misma," la chica asintió con la cabeza, señalando que ella había terminado.

Antes de que la profesora pudiera responder, Dinah presionó sus palmas en su escritorio y se puso de pie rápidamente. "El hecho de que haya alguien por ahí que lo tiene peor que ella, no significa que a ella no se le permita estar triste," La voz de Dinah fue baja en la parte posterior de su garganta mientras se volvió hacia Lauren.

Camila miró a Bea, que estaba tan interesada en escuchar lo que las dos chicas tenían para decir. Ella tragó el nudo en su garganta. Algo le dijo que Dinah sabía lo que Lauren había sido aludiendo.

"Solo estaba diciendo que-," comenzó Lauren, pero se detuvo cuando Dinah tomó un paso adelante.

"Has dicho suficiente," Dinah prácticamente silbó. Lauren parecía que estaba a punto de luchar, pero Maia llegó rápidamente a lo largo de su escritorio y tiró de la mano de Dinah hacia atrás.

"Déjalo ser," murmuró la pequeña morena a Dinah, empujándola hacia atrás en dirección a su asiento. Dinah puso los ojos en blanco, pero no discutió con Maia.

Camila cerró los ojos, respirando profundamente y mirando hacia abajo al libro en su regazo. Ella sabía lo que estaba haciendo cuando tenía tiempo libre. Tenía que averiguar si Jane estaba realmente tan absorta en si misma como Lauren la hizo ser.

La pequeña chica se quedó en silencio durante la hora restante de clase. Una vez que la señora Angie los despidió, fue la primera en salir por la puerta. Ni siquiera se molestó en mirar hacia atrás y ver si alguien la estaba siguiendo.

Ella cayó de espaldas sobre la cama, con un profundo suspiro, una vez que llegó a su habitación. Ella dejó caer el libro a su lado, y ella se sentó, escaneando la habitación. Este era su hogar. Esto era probablemente donde pasaría el resto de su vida. Ella era una terminal. Ella moriría calva, temblando en un lío. Justo en esta misma cama.

Camila se estremeció, pasando los dedos sobre la sábana y se mordió el labio. Antes de que tuviera más tiempo para pensar, la puerta se abrió y Normani entró en la habitación.

"No le hagas caso a ella", fueron las primeras palabras que salieron de la boca de la chica mayor, haciendo eco alrededor de la habitación. Camila no estaba segura de cómo responder.

¿Quién es ella, incluso? " Camila finalmente encontró su voz, mirando a Normani y alzando las cejas. Poco a poco se dio cuenta de que no era la única que había notado el mensaje oculto de Lauren.

"Eso..." suspiró Normani, sacudiendo la cabeza y escarbando en su tocador. "Ella era el fantasma del 305."

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Autora: Txrches

Twitter: LenaJfc

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Traducción: Warmsorrow

Twitter: Smokesociety.



La Verdad Sobre El Mañana (The Truth About Tomorrow traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora