Capítulo 15

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Maraton (5/5)
Capitulo 15.

Me puse mi bata sobre mi pijama y toda chinita, por el efecto de la pantalla de la computadora, baje abajo a ver si era el idiota este o no. Estaba por introducir la llave. Luego dije ¿sí es un ladrón? Miré primero a través de la puerta. Y bueno, era de esperarse. Bautista estaba allí. Le abrí la puerta.

Tu: Bautista. ¿Estas son horas de venir? –Le dije medio zombie. Ahora por arte de magia me vino el sueño. –
Mario: Te dije que iba a venir. –Se excusó –
Tu: Bueno la próxima aclara que será a esta hora.
Mario: ¿Estabas durmiendo? –Preguntó con interés –
Tu: No, estaba acostada.
Mario: ¿Estas más tranquila?

Corrió un frio viento que llego a todo mi pecho, estaba descubierto y eso me hizo temblar. El aire estaba helado. Mire el cielo y parecía que venía una gran tormenta, estaba todo gris y el viento yo empezaba.

Tu: Hay Mario me estoy muriendo de frio. Si tienes mucho que decirme pasa y hablamos acá. Si es poco, habla rápido. –Le reproche. El hizo un paso hacia delante. No sé qué significo eso pero bueno, supongo que quiere entrar –

Mi casa creo que estaba peor que afuera. Al instante prendí la estufa y me senté en el sofá paralelo a él.

Yo todo lo hago angelicalmente. Aviso nomas que lo invite a pasar para que ninguno de los dos se enfermara… espero que no lo haya tomado de una forma diferente.

Mario: ¿Tienes frío? –Pregunto de repente mientras no dejaba de mirarme. ¿Era divertido hacerlo, o qué? –
Tu: Sí, ¿tú no?
Mario: No, de hecho, tengo calor. –Me dijo como si nada –
Tu: ¿Hablas enserio?
Mario: Puedes tocarme si no me crees.
Tu: No gracias, paso. –Le dije mirando hacia otro lado. Comencé a sobarme las manos y luego las piernas. Moría de frio. Además mi pijama era de una tela muy fina. –Bueno… ¿a qué venias? –Le pregunte luego de un silencio. –
Mario: ¿Sigues enojada?
Tu: No.
Mario: –Levanto ambas cejas – ¿De veras?
Tu: Sí. No tengo por qué estarlo Mario. –Aplique en un tono muy obvio –No soy quien para darte sermones. Y mucho menos para pedirte explicaciones. ¿No crees?
Mario: ¿Qué quieres decir con eso? –Me dijo en un duro tono –
Tu: Que no soy nadie para meterme en tus asuntos.
Mario: Aunque no lo creas a mí sí me importa lo que tú pienses de mí. –Me dijo totalmente indiferente –Y a eso vine, porque si no, no estuviera aquí.
Tu: ¿Por qué?
Mario: ¿Por qué, que?
Tu: Porque eres así ahora si en la escuela me ignoraste toda tu vida. –Le dije subiendo un poco la voz –
Mario: ¡¿Ignorarte?! ¡Cada vez que me acercaba como un idiota a ti, tú me ignorabas!, hablabas con otro y me dabas la espalda con tal de no verme la cara.
Tu: ¡Eso es mentira Mario! ¡Por Dios! Nunca me hablaste de otro asunto que no fuera la estúpida de Kristen.
Mario: ¿Sabes por qué? –Se puso de pie. Esta discusión no tenía sentido. – Por qué no sabía cómo carajos acercarme a ti.
Tu: ¡¿Y para que te querías acercar a mí?! –Le pregunte mientras me ponía de pie también –
Mario: ¡Porque me gustas!

Nos quedamos parados sin saber que decir, por lo menos así estaba yo. En momento como este, ¿Qué se debe decir? ¿La verdad? Por alguna razón no me salían las palabras de la boca.
El se me quedo mirando con la mirada baja, totalmente decepcionado. ¿Habrá esperado que le dijera algo?

Para ser sincera me sorprendió mucho su confesión. O sea, siempre lo pensé pero nunca creí que fuera capaz de decírmelo algún día.
Tome en cuenta decirle que él me vuelve loca. Pero no sé… tal vez mas adelante sería mejor. Pero hablando lo que es; Es obvio que él sabe lo que siento por él. No es tan idiota como para no haberse dado cuenta… pero, Matilde siempre me dice que los hombres no se dan cuenta cuando una mujer se enamora. Pero ¿Mario? El es inteligente, puedo darme cuenta.

Mario: Es el momento perfecto para decir algo, ¿no crees? –Soltó de repente, sacándome de mis pensamientos –.
Tu: E…es que, no sé qué decir.
Mario: Me lo esperaba.

El se sentó de nuevo en el sofá mientras miraba su rejo, para ver qué hora era. Se veía totalmente decepcionado.
Soy una estúpida… no debí haberle dicho ‘‘No sé qué decir’’. Con eso fue como decirle ‘‘Tu a mí ni me importas’’.

Mario: Bueno. –Suspiró –En el callejón estaba golpeando a un estúpido que molesta a mi hermana desde hace mucho tiempo y nunca entendió mis amenazas.
Tu: ¿Cuántos años tiene tu hermana?
Mario: Se llama Doniya, tiene 16.
Tu: Ah, es mayor que nosotros. –Cuando dije eso levanto la mirada y me miro unos instantes – ¿Estoy en lo cierto, no?
Mario: Eh… sí, sí. –Dijo dudoso –
Tu: ¿Seguro? No te veo muy convencido.
Mario: No, si. Es mayor que nosotros… ¿Tienes 14 años _____? –Me pregunto frunciendo el ceño –
Tu: Sí, cumplo 15 en dos meses.
Mario: ¿Harás fiesta?
Tu: Eh… no. Nunca fue lo mío eso. –Reímos –
Mario: Que onda. ¿Tus papás no vendrán?
Tu: Es dos semanas estarán acá. –Comente con desagrado –
Mario: Wow, ¿Y no te da miedo?
Tu: Em… no para nada.

Bueno la cosa se fue de tema me parece. Me pareció tierno saber que él es tan bipolar como yo… la pelea quedo atrás y estuvimos hablando todo el tiempo, el me preguntaba mis gustos y demás.
Me hacia bien charlar con él, me hacía reír y enojar. Ahora son las dos de la mañana, habíamos tomado un café a media noche y quince minutos antes de ese café se había largado la tormenta eléctrica. Pero estábamos tan a gusto hablando que ni importancia le dimos a la lluvia.

Mario: ¿Le temes a algo?
Tu: Mmm… a los aviones, las alturas y abejas.
Mario: ¿Abejas?
Tu: Soy alérgica.
Mario: Ah…
Tu: ¿Tu?
Mario: Arañas, altura, y la obscuridad.
Tu: Interesante… no eres tan macho como creí. –Bromee –
Mario: ¿Eso crees? –Me dijo desafiante –
Tu: Vamos no te lo tomes enserio, estaba bromeando.

Justo cuando él estaba por contestarme hubo un apagón. Todo estaba a oscuras.

Mario: ¡_____! , ¡_____! –Comenzó a llamarme. ¡Es cierto! Le tiene miedo a la obscuridad –
Tu: Tranquilo, ahora voy. –En plena obscuridad comencé a caminar por la sala para llegar a él. Solo podía ver su sombra. Cuando estuve en frente de el –Oye. ¿Puedes ver algo?
Mario: No. Creo, creo que será mejor que me valla.
Tu: Oh… bueno si eso es lo que –Me interrumpió un horrible trueno –Lo que quieres.

Me tomo la mano y camino detrás de mí hacia la puerta. En verdad estaba asustado y mucho.
Una vez en frente de la puerta, me dio un beso en la mejilla y me dijo que mañana hablábamos. Solo le sonreí y él se fue hacia su auto. ¡Na esperen! ¿Tiene auto? Qué raro. Luego le preguntaré qué onda con eso.
Estaba a punto de entrar a casa por velas, así me iba a dormir. Pero el feo ruido que hacia Mario por encender el auto me interrumpió. Al parecer el motor no quería prender. Bajo la lluvia, me acerque para ver qué pasaba. Cuando estuve frente a su vidrio le grite, así me podía escuchar porque la lluvia hacia todo imposible.

Tu: ¿Pasa algo? –El fue bajando el vidrio –
Mario: Se me descompuso esto. –Dijo mientras intentaba encenderlo. Luego se canso y saco la llave con frustración. –Las grúas no están hasta las diez de la mañana. Tendré que pasar la noche acá.

Cambiaste Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora