32. Tus personajes siempre han viajando en mi corazón, Jo.

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Capítulo 32

La graduación

El día había llegado, el día que cumplí los dieciocho años, y como era de saberlo, mamá se lució. Dio su mejor intento para imitar el comedor que aparece en las películas de HP, ósea, todo tipo de comida que aparece en el comedor de Hogwarts, o algo así. 

Por la tarde asistimos al cine para ver una película que teníamos ya ganas de ver. Al anochecer, entré a facebook, ahí encontré muchas felicitaciones, familiares y mis amigas Eleonor, Annie, Peyton, y mi amigo, Logan, y desde luego, Alexander, él más que un amigo, es simplemente un chico que me llevé muy bien en clase, causador de risas, es decir, el amigo de la escuela y gran compañero.  Además, un mensaje de papá en la bandeja de mensajes.

"Feliz cumpleaños hija, y felicidades, ya casi se acerca tu graduación, mis bendiciones e igual tu abuela te manda un abrazo y los mejores deseos".

Y en mi muro se hallaba una foto, la cual se veía una lona con el logo de Hogwarts y abajo como un tipo pergamino a lo largo que decía, "Feliz cumpleaños Emma. 30/Junio/2014".

Alguien lo sostenía. Abajo de la imagen decía: Feliz día mi niña Potterhead.

Se me dibujó una inmensa y hermosa sonrisa en mi rostro, porque se trataba de Tom.

No hay miedo de quejas, no hay nada que decir al respecto sobre algo malo, mis 18 años fue lo más perfecto en toda mi vida, y más, porque mi sorprendente madre, por primera vez en su vida hizo repostería, se dio el lujo de hacerme un pastel, como el primer pastel que obtuvo Harry, la cual le regaló Hagrid. Uno similar, solo que con mi nombre.

Todo fue maravilloso, que maravilloso, perfecto.

Respecto al detalle de Tom:  un collar en forma de triángulo color dorado conteniendo letras cursiva con el siguiente mensaje: Lectora, escritora y potterhead, igual a perfección. Detrás del collar: Serás por siempre, mi brujita. xoxo. Tom Evans 

Desde entonces no me lo he quitado del cuello, excepto cuando me vaya a meter a duchar. 

Cinco días después.

Esa mañana desperté con un dibujo meramente  bello, el dibujo que todo ser vivo debería dejarse plasmar: una sonrisa. En cuanto abrí los ojos, lo primero que noté fue la falda negra de tubo, una camisa azul celeste de vestir colgadas en la puerta del armario, aún lado en el suelo posando muy bonitas, las pequeñas zapatillas negras. 

Eran las diez de la mañana, a la una de la tarde empezaba la ceremonia de graduación. Me levanté de la cama, dirigiéndome al baño para darme una ducha; tomé la bata de baño, salí de ahí conduciéndome directamente a la cocina, donde ya me esperaba un rico desayuno echo por mamá. 

― ¿Lista mi hija a punto de ser graduada?

Asentí, prestando asiento en la mesa donde vi unos huevos y con ketchup que formaban una carita feliz.

― Yo me pondré un vestido rosado ― comentó, Nora.

― Lindo― le dije y levanté el pulgar.

― Sí ― dijo con la boca llena.

― ¿Y Tom? ― preguntó mi madre de repente.

― Viaje, qué no?

― Ya lo sé. ¿Pero tú cómo te encuentras al respecto?

― Bien, estoy bien― admití. En realidad lo estaba, él me dio un hermoso comienzo de cumpleaños para mis 18 años.

Love, PotterheadWhere stories live. Discover now