18. No imaginaba, si era él.

126 17 1
                                    

Capítulo 18

El gran día


Había esperado ese día, o como yo lo nombraría, el gran día. Este podría resultar el comienzo de lograr u intentar ser alguien distinta, no porque sea malo cambiar, para nada, sino, que ser una "yo", no es lo suficientemente bueno; intentar salir de mi zona de confort resultaría interesante, como ser más abierta y conocer nuevas personas, como dialogar. 

Estaba en la ventana de mi habitación, visualizando, justamente, donde hace dos días había estado con Tom,  en la que él amablemente me acompañó dejándome frente de casa. Recordar esa imagen provocaba acelerar las mariposas dentro del estomago, los cosquilleos y los repentinos suspiros, sobre, ante aquella declaración que me hice a mí misma y el día que le asentí al cielo: sí, sí me gustaba Tom. No podría ser posible, ¿hasta dónde había parado? Se trataba de un chico que brutalmente fue grosero conmigo, que no tenía derecho de comportarse como todo un metiche y haber leído mi diario, además de habérselo consultado a alguien más, haya sido el hermano o no. Y a pesar de esas consecuencias, hubo una chispa espectacular en  él. ¡Santos cielos! Así es esto, o por lo que yo estaba comprendiendo, que, a veces los actos más grandes de lindura ganan mil veces que la minoría de groserías, quiero decir, que tipos como Tom, intentan ser el chico malo cuando ni lo son, y al final, como una red para atrapar insectos, caemos en eso llamado, atracción, gusto, o en cuyos casos más extremos, amor. 

Estos sentimientos tan raros. Puntillosos, pero muy raros. ¡Qué bárbaro se siente sentir algo por alguien que no sabes si será bueno o si solo mostró una pequeña cara de sí mismo! ¡Ahh! 

Había despertado muy temprano, ya estaba arreglada con el uniforme puesto, a continuación, bajé yendo directo a la cocina, y desayunar una avena, galletas junto con un cereal. 

―Hija, ya es hora, vámonos.

―Ya voy, me enjuago la boca y nos vamos.

Nos encontrábamos ambas en el auto, y como siempre mi madre dándome sus recordatorios: "Emma, hija, por favor, cuídate", "no consumas algo que no quieras", "si me ocupas, voy hasta allá", "no le hables a personas que no debes", "alguna duda u algo, hazles saber a tus maestros". Las recomendaciones de las madres nunca faltan.

Ya iba bajar del auto, pues me dejó frente de la escuela. Y otra vez, repitió todo:

― Emma, ¡Dios santo!, por favor, mucho cuidado hija, estate pendiente de tu celular, por favor, no te alejes, no quiero que te vayas de loca como muchas muchachas de hoy en día.

― Mama, no te preocupes, estaré bien.

― Confió en ti. Y otra cosa.

― ¿Si?

― Mi amiga, la que le gusta Harry Potter, Viviana, pasará por ti.

― ¿Por qué?

― Como qué por qué, no quiero que traigas tus maletas rastrando.

―Mamá ―, di un quejido ― no traeré muchas maletas solo una pequeña maleta, solo duraré  pocos días en ese lugar. 

― Aun, así. Ella me hará ese favor para no preocuparme. Por favor ¿Si? Hazlo por mamá.

― Esta bien.

Mamá me dio un abrazo, sentía que me iba a romper los huesos, me dio un beso en la mejilla y otro en la frente, en realidad mamá y yo nunca nos hemos separado mucho: iba estar lejos de casa. Eso era demasiado para ambas.

Love, PotterheadDove le storie prendono vita. Scoprilo ora