Capítulo 3: Estamos listos.

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Capítulo 3: Estamos listos.

Faltando pocos minutos para que fuesen las seis, las paredes están alzadas y hay un gran avance, el suficiente para decir que ya tenemos casi todo listo.

—Faltan colocar la señales —afirma Glenn a mi lado—, iré a ponerlas. —Rick asiente en su dirección.

—¿Puedo ir contigo? —el coreano sonríe y afirma con un movimiento de cabeza, un señor le lanza una llave y él la sacude delante mío.

—Vamos —gira y abre la puerta de un carro una vez que presiona el botón de desbloqueo, yo entro de copiloto—. Ideemos un plan. Yo conduzco, te indico donde poner la señal, la colocas, subes al carro y nos vamos al siguiente punto, ¿te parece? —asiento ante la sencilla idea y Glenn sonríe— Bien, entonces después haremos una parada para conversar y luego volver a Alexandria. —introduce la llave, mueve la palanca y presiona el acelerador levemente para salir moviendo el timón.

Conducimos en silencio por un buen rato.

—Te he visto con Nicholas —dejo mi comentario al aire y giro la cabeza para mirarlo. El asiático fija su vista en el volante un pequeño instante y estaciona—. ¿Crees que pueda cambiar?

—¿Por qué lo preguntas? —gira finalmente.

—Sé que la noche en la que Thomas fue agredido, Nicholas y tú llegaron a la enfermería bastante heridos, y no creí eso de la bala que rebotó. —asiente.

—Le advertí que no dejara las paredes de Alexandria y sin embargo lo hizo, entonces lo seguí —asiente—. Intentó atacarme en el bosque cuando perdí su rastro, pero su bala solo me rozó el hombro. Al rato tuvimos una pelea involucrada con caminantes, él presionó la herida en mi hombro y me dejó ahí. Cuando logré salir quería matarlo —me mira unos instantes más y vuelve su vista al volante—. Pero en el momento en que lo tuve ahí no pude hacerlo, no puedo matar a una persona, Row. Opté por llevarlo a la enfermería y bueno, eme aquí.

—Vivito y coleando.

—Sí, y respondiendo a tu otra pregunta... No quiero que este mundo me domine haciendo que cuando alguien cometa un error la solución sea un disparo que acabe con la vida de alguien. Por eso creo que él puede cambiar, porque su grupo no estaba bien instruido, le enseñaron a ser como es ahora, una persona que se va por lo fácil. Pero nosotros llegamos para algo, ¿verdad?, para instruirlos, para enseñarles que las cosas no deben ser así, por eso quiero arriesgarme con él, estoy seguro que puedo lograr un cambio.

«No digas que no eres capaz de lograrlo si nunca lo has intentado.» Recuerdo a mi mamá citar una vez.

—Quizá tienes razón. Si él pone de su parte...

—Espero que lo haga.

—Sí —sonrío—. ¿Acabamos de gastar nuestra parada para conversar? —la persona a mi lado izquierdo niega con la cabeza.

—No, de hecho, estamos en el lugar correcto, debes amarrar los globos que están en el maletero en la parte de allá. —señala la baca de una casa rodante.

Glenn desbloquea los seguros y bajo del carro para abrir el maletero, unos cuantos globos me sorprenden al ir directamente hacia arriba en impactar con mi cara, los bajo y cojo tres de ellos mientras cierro el capot trasero.

Troto hacia la casa sobre ruedas y me trepo para poder amarrar los globos casi a la esquina de la baca, caigo de un salto y vuelvo a introducirme en el carro.

—Señorita Dixon, usted cumple con las estadísticas de un ninja —sonríe y yo imito su acto, al cabo de unos segundos me estremezco algo extrañada—. ¿Pasa algo?

The End Of All Days.Where stories live. Discover now