— Hola, chicas— nos saludó, y al ver a la intrusa extendió su mano para presentarse—. Soy Normani.

— Lauren Jauregui— respondió amablemente. Ni siquiera pensé que Lauren supiese la existencia de la amabilidad, mucho menos que estuviese familiarizada con el término o lo aplicara.

— Mila, cada vez comes menos— señaló Normani, al darse cuenta de que solo tenía la mitad de un sándwich en mi bandeja.

— Dinah y yo comemos lo mismo y a ella no le dices nada— respondí de mal humor.

— Porque la veo comiendo siempre, en cambio de un tiempo para acá a ti apenas y te veo probar bocado.

— Gracias por preocuparte, pero estoy bien.

Estaba a la defensiva, aun sabiendo que todo lo que Normani hacia era porque yo le importaba y se preocupaba por mí. Pero no estaba de muy buen humor como para lidiar con más personas diciéndome que estaba haciendo algo mal, y la mirada fija de Lauren recordándome la marioneta de circo que era, no ayudaba para nada.

— Deberías hacerles caso a tus amigas, Mila. Te ves muy flaca— agregó Lauren con tono burlón.

— ¿Y a ti qué te importa? — Espeté, volteando a mirarla con furia. Mi ira aumentó cuando vi la sonrisa burlona que tenía en el rostro. Sabía lo mucho que su presencia y sus comentarios me alteraban, y por eso buscaba usarlo a su favor siempre que podía.

— No le hables así a Lauren. Solo estaba haciendo un comentario— la defendió Ally.

— ¿Ahora la defienden a ella antes que a mí? —Pregunté con incredulidad. Esto ya era un nuevo límite.

— Ella es la que tiene razón, tu estas actuando como una niña caprichosa.

— No pretendía hacerlas pelear, sólo estaba dando mi opinión— se disculpó Lauren, aun con la sonrisa burlona en su rostro mientras me miraba fijamente.

— Noticia de último momento: tu opinión no cuenta— dije rápido y sin pensar muy bien mis palabras. Las chicas abrieron sus bocas en sorpresa y me miraron con reproche.

— No dije que lo hiciera— contraatacó Lauren.

— Es mi vida, no se metan en ella. Especialmente tú que acabas de llegar y no sabes nada de mí. — Señalé con mi dedo índice a Lauren y por segunda vez en una semana, me levanté de la mesa a mitad de la comida y me fui de ahí sin importarme la escena que estaba causando ni que todos estuviesen mirándonos.

Toda esta situación con Lauren me irritaba y me molestaba, al punto en que me quitaba el apetito y me ponía de mal humor. Yo no quería esto, yo no lo había elegido.

**

LAUREN

Saber que Camila había estado en la tienda de comestibles no nos ayudaba de mucho. Ahora sabíamos que había huido y que lo había planeado todo, pero seguíamos sin saber en dónde estaba y esa era la parte que en realidad importaba.

Apenas dieron las ocho de la mañana, me instalé en la comisaría. A la detective Sanders no le hacía gracia tenerme ahí y al parecer a los demás tampoco, pero quería estar presente en cada movimiento que hicieran. Por otra parte, si me veían presionándolos se verían obligados a trabajar en el caso de Camila.

— Esto es lo que tenemos: Camila Cabello, diecisiete años. Desapareció hace aproximadamente cincuenta y seis horas. Última vez vista por un empleado en el supermercado de la calle 67 a las cinco de la mañana. Conduce un Range Rover negro— expuso uno de los detectives, señalando la pizarra en donde anotaban toda la información de Camila.

gone; camrenWhere stories live. Discover now