CAPITULO OCTAVO (7ª parte)

220 13 9
                                    

El sábado me levanté un poco tristona. Intenté que Daniela no se diera cuenta comportándome de forma habitual, pero en mi interior algo no iba bien. Encima para colmo esa mañana una amiga de Madrid me llamó para decirme que la noche anterior había visto a Santi liarse con una. Debería darme igual, ya no estábamos juntos, pero sin embargo no me dio. Algo se me murió por dentro. Algo que me dijo: "Sí, él ya no es tuyo". Yo estaba actuando egoístamente sin pensar mucho en él en todo el verano, sin embargo aquella noticia me hizo estar pensando todo el día en él. Quise llamarle o mandarle un mensaje pero qué le iba a decir, ¿que sabía lo que había pasado? Mejor no.

En la piscina por la mañana estuve ausente. Rafa no me dijo nada de nada, así que me hacía a la idea yo sola de que se había cansado de esperarme. Me puse el Mp3 sin ganas de escuchar a nadie mientras tomaba el sol. Casi todos se fueron al agua, menos Nacho y Rafa. De pronto algo me dio en la pierna y miré sorprendida a ver qué era. Nacho me había tirado la baraja de cartas. Me quité un auricular del Mp3 para escucharles.

—¡Eh! Despierta—me dijo.

—¿Qué te pasa enana?—dijo Rafa un poco preocupado.

—Nada…—dije para que no se preocuparan en vano, porque no les iba a decir nada.

—¿Seguro?—insistió Nacho. Por detrás de Rafa, le señaló para que le dijera si era por él. En parte sí, pero en parte no.

—Seguro nada—dije sonriéndoles y negando con la cabeza al mirar a Nacho.

—¿Resaca?—preguntó Rafa con un aire un poco escéptico.

—Supongo que sí…—le dije de forma agradable.

Me sentí un poco mejor al sonreírle porque pensé que él también andaba preocupado por mi culpa. De pronto me sonrió y por un segundo olvidé todo, perdida en los hoyuelos que se marcaban en su cara cuando sonreía.  

Comimos y tranquilamente, después, nos fuimos a la playa con toda la solana pegándonos en la cabeza. ¡Vaya locas! Una vez que llegamos a la playa nos pusimos a la sombra, claro. Rafa me mandó un mensaje a media tarde preguntando si estábamos en la playa. No me apetecía mucho que vinieran, pero supuse que había sido Hugo el que quería saberlo igual que la tarde anterior.

Estuvimos jugando un rato al vóley con los chicos, así la tarde se me pasó bastante más amena de lo que habría sido si hubiese estado martirizándome con lo de Santi. Nacho y Rodrigo se pasaron todo el partido peleando aunque estaban en el mismo equipo. Rodrigo no soportaba perder. A Hugo le pasaba lo mismo y en más de una ocasión amenazó a Rafa, que era su compañero, cuando no cubría zona cinco. En fín…un desastre, pero divertido.

Después las chicas nos fuimos a la piscina a quitarnos la arena, pero los chicos no, los chicos pasaron. Nos fuimos a casa al poquito rato y yo tenía que ir un momento con Julia a que me dejara una sombra de ojos que me gustaba. Daniela se fue a mi casa porque quería ducharse la primera y así iría adelantándo. Sin problema, mis padres eran como los suyos. Julia y yo íbamos hacia su casa y cuando entramos escuchamos a Rafa y a Nacho hablar en el jardín de la casa de al lado. Primero nos miramos, si los chicos nos hubiesen escuchado, seguro que no hubieran continuado hablando de eso. Yo preferí entrar pero Julia me miró cómo si estuviera loca. Bien pensado, ¿por qué no? Nos acercamos hasta el muro que separaba los dos jardines y Julia se llevó el dedo a la boca para que me mantuviera en silencio.

—Pero tronco, ¿cómo que te está vacilando?—dijo Hugo que también estaba allí.

—¡Que sí coño que está echándome un pulso para ver hasta donde aguanto!—dijo Rafa.

Hasta que te conocí...Where stories live. Discover now