CAPÍTULO CUARTO. De cómo nada se convirtió en todo.

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       Cuando era pequeña, todos los veranos eran una gozada desde el principio hasta el final. Al final, aunque te daba morriña separarte de tus amigos, también estabas deseando volver a ver a los del colegio. Según iba creciendo, los veranos iban siendo un pelín más diferentes. Nos pasábamos el día vagueando…y lo interesante era más bien al final de verano. Por eso voy a resumir las primeras semanas, incluso más, de este verano. 

Yo en Madrid había estado tonteando, porque ya era la edad, con los chicos de mi clase y me había gustado un chico de un curso más con el que conseguí enrollarme, pero no era igual, no sé, en mi cabeza siempre estaba Rafa, todo el curso estuvo presente. Las chicas de mi clase me picaban para que le preguntase a un chico de tres cursos más, o sea de la edad de Rafa, si le gustaría salir conmigo. Era un chico guapísimo, me encantaba. Era como ideal, así rubito de ojos claros. Pero a ese chico mis amigas y yo le parecíamos unas niñas lo suficientemente pequeñas como para acercarnos a él. Yo no lo entendía mucho, porque si él supiese que yo me había enrollado con Rafa, supongo que hubiese pensado de otra manera, al menos lo pensaba entonces.  

Cuando llegué a la playa, Juli no estaba aún. Yo había llegado la segunda quincena de julio. Rafa sí estaba y se iba con Joaquín, Alberto y Diego. Nacho tampoco había venido ese verano todavía. María me llamaba todas las mañanas para ir a la piscina porque con los chicos se aburría. Le conté lo de Rafa y flipó. Por las noches María sí que se iba con ellos. Detrás de la nuestra, habían construido otras dos urbas ese año y conocían a unas chicas. Yo por las noches me iba con Antonio, Rodri y  Fran. Estaba yo sola, no había chicas hasta que vino Raquel, unos días después. Entonces, ya por lo menos, tenía con quien hablar.  

Las primeras dos semanas, nada, Rafa no me hizo ni caso. A lo sumo me saludaba cuando nos cruzábamos en la piscina.  

Llegó Julia, y ella y Raquel tenían teléfono móvil. Como Julia y Rafa eran vecinos, Julia tenía el número de Rafa y el de Nacho porque Rafa se los había dado, la verdad no sé para qué. Las siguientes semanas, tampoco me hizo ni caso, y yo ya un poco desesperada intentaba pasar de él.

Tati había venido y los pequeños, ya crecidos, empezábamos a entender la tontería de los mayores de esconderse para fumar, el cuerpo ya nos pedía empezar a romper las normas. En un parque bastante grande que hicieron entre las dos urbas nuevas y la nuestra, quedábamos todas las noches. Los padres no solían ir porque tenían bastante con sus barbacoas en casa de Antonio. Allí también estaban los medianos, que ahora ya eran los nuevos mayores porque mi hermana ni venía o pasaba muy pocos días allí. Rafa, Nacho y estos estaban con sus amigos de la otra urba. Nosotros en otros bancos bebiendo litros de cerveza. Los medianos-mayores se iban los fines de semana al centro donde estaba la fiesta, los garitos para bailar y eso. Nosotros hacíamos botellón en la cala o en el mismo parque. Lo máximo que sabíamos de Rafa y Nacho es que a veces le daban toques a Julia. Raquel, le pidió a Julia los números de estos dos y les daba toques también y ellos le mandaban mensajes preguntando que quién era. A mí me daba rabia que ellas tontearan de esa manera con ellos y que de mí, el idiota de Rafa, pasase.  

Yo me había hecho a la idea de que Rafa, para mí, no era más que un amor platónico y que tenía que fijarme en los chicos de mi edad. Suponía, que como al chico tan guapo de mi cole, le parecía que yo era una niña pequeña. Noté que Rodri estaba siempre muy atento conmigo y a veces se ponía rojo cuando los chicos decían algo de nosotros. Rodri era súper majo, y muy guapo. Les dije a las chicas que podía ser que me gustase. Tati, estaba de lío con Antonio y súper bien. Todas me estuvieron diciendo que me olvidara de Rafa, que iba a su bola. Yo sé que Julia me lo decía, por intentar olvidarse de Nacho que la traía loca. Me trataron de convencer de que me liase con Rodri, pero es que yo no sabía a ciencia cierta si le gustaba, así que les propuse que se enterasen bien.  

Hasta que te conocí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora